Sólo una de cada diez mujeres migrantes logra cruzar la frontera, pues el resto queda en manos del crimen organizado, entre tratantes de blancas o son asesinadas en México, según el Diagnóstico de Migrantes del investigador chihuahuense Ricardo Legarda.
Un viaje del sur del país hasta la frontera tiene un costo aproximado de mil dólares entre comidas, cuotas y “mordidas” que los migrantes deben pagar, además de tener que tomar de 10 a 15 trenes.
El “Diagnóstico sobre migrantes centroamericanos en su tránsito por la Comarca Lagunera”, fue un proyecto hecho a través de la Universidad Iberoamericana de Torreón, la Casa de Migrantes de Saltillo y el Centro de Derechos Humanos Juan Gerardo, de los jesuitas de Torreón, y la investigación tuvo una duración de dos años, luego de que se vio que sin ser ciudad de frontera, en Torreón empezaba el tránsito de migrantes y era muy extraño, pues no era común en ciudades fronterizas.
El entrevistado explicó que esto se debe a que el patio de trenes más grande del país se encuentra en Torreón y es el que divide al país en cuatro, es como un centro que divide norte, sur, este y oeste, dado que los migrantes viajan en trenes.
Derivado de la investigación, se obtuvo que una persona que sale de Chiapas o Tabasco por ejemplo, para llegar a Torreón hace un mes de viaje y tiene que tomar entre 10 y 15 trenes, siendo generalmente los varones quienes emprenden este recorrido, pues cuando las mujeres lo llegan a hacer, es tanto el riesgo que corren que muy pocas llegan a su destino.
“Dentro de la población migrante, las mujeres son quienes viven las mayores violaciones a sus derechos humanos y a quienes se les dificulta más por su condición de mujer”, aseguró.
Una primera parte del estudio muestra que la migración es un fenómeno mundial y global, es decir, no sólo es la migración mexicana a Estados Unidos, sino que se da de Centroamérica a Estados Unidos, así como la africana o de Medio Oriente a los países altos de Europa, y también existe migración sudamericana hacia el norte, lo que tiene que ver con un sistema económico que muestra que los países bajos son los más pobres.
“El sueño americano no es para tener grandes casas o carros ni vivir como la clase media norteamericana, sino para poder comer y esa es la realidad de la gente, por eso migra; ya no tiene nada que perder y puede ganar algo, aunque en ese trayecto exista un gran peligro”, expuso el entrevistado al referirse a la población centroamericana que emigra.