El papa Francisco, atacado frontalmente por católicos conservadores que lo tildan de "comunista", asumió este martes su discurso social inspirado en Juan Pablo II y dijo no tener ningún miedo de un cisma dentro de la Iglesia.
"Rezo para que no haya cisma, pero no tengo miedo", declaró Francisco a la prensa, en el avión de regreso a Roma tras visitar Mozambique, Madagascar y Mauricio.
Algunos obispos católicos conservadores, en particular en Estados Unidos, consideran que el papa argentino habla demasiado de desigualdades sociales, de migrantes y excluidos, en detrimento de puntos de la doctrina tradicional sobre la familia o la moral sexual.
Algunos incluso han llegado a pedir su dimisión argumentando que Francisco siembra "la confusión" entre los creyentes.
"Las críticas no vienen sólo de los estadounidenses, de otras partes y también en la Curia (gobierno del Vaticano)", reconoció el pontífice. Pero "las cosas sociales que digo, son las mismas que dijo Juan Pablo II. Las mismas cosas! ¡Las copio!", insistió.
Para él, sus detractores que repiten por ejemplo que "'el papa es muy comunista'", hacen "entrar la ideología en la doctrina". "Y cuando la doctrina está llena de ideología, existe la posibilidad de un cisma", aseveró.
"No tengo miedo de cismas. Rezo para que no haya ninguno, porque está en juego la salud espiritual de mucha gente", insistió el papa, recordando los varios cismas que ha atravesado la Iglesia en su historia.
El sumo pontífice aseguró que está siempre dispuesto a responder a las críticas "constructivas" y "leales", abiertas al diálogo.
"No me gusta cuando las críticas se hacen bajo la mesa" o "los que te sonríen y luego te apuñalan por la espalda", agregó.
Esta actitud no consiste, según él, en "querer el bien para la Iglesia", sino sólo en perseguir "ideas fijas (...) como cambiar de papa, cambiar de estilo, crear un cisma", fustigó. Y es exclusiva de "pequeños grupos cerrados que no quieren escuchar la respuesta a la crítica".
El papa también advirtió contra los padres y los obispos "rígidos", que causan "problemas".
"Hoy, tenemos tantas escuelas de rigidez en la Iglesia, que no son cismas, pero son caminos cristianos de tipo cismático. Al final, acabarán mal", vaticinó.
Consultado por una periodista española sobre un viaje, el papa respondió que "la prioridad en Europa son los países pequeños", y que luego irá a los más grandes.
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