/ jueves 18 de marzo de 2021

A un año del fallecimiento de Carlos, la primera víctima mortal del Covid-19 en México

Con "profunda tristeza”, su familia lo sigue recordando como una persona alegre, muy positiva, trabajadora y muy cariñosa

Desde hace un año los acordes del rock metálico en las tres guitarras guardan silencio. Escalera al cielo, la pieza preferida de Carlos, no se escucha más en la casa de la familia Hernández tras su fallecimiento por Covid-19, el primero registrado en México. Su familia considera que pudo haberse contagiado en la zona de aduanas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y no en el concierto de Ghost celebrado el 3 de marzo de 2020 en el Palacio de los Deportes.

Su pasión por interpretar la canción más radiada en el mundo, que hizo ganar a Led Zeppelin por arriba de 500 millones de euros en su historia musical con tan sólo 8 minutos y tres segundos de inspiración de Robert Plan, no volvieron a la casa de la familia Hernández tras la partida del hombre alegre, al que le gustaba cocinar, tomar mezcal y disfrutar al lado de su familia.

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Él, con tan sólo 41 años y autoempleado en la iluminación de sitios publicitarios, es considerado, de manera oficial, como el primer mexicano en perder la vida frente a las complicaciones de la enfermedad de Covid-19.

Hasta ahora se ha dicho que todo nació ese 3 de marzo, hace poco más de un año, cuando Carlos Hernández y Adriana Meses, su pareja por casi 25 años, llegaron al Palacio de los Deportes para ver a una de sus bandas favoritas: el hard rock de Ghost.

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Con un año de anticipación Carlos había comprado boletos para ver el espectáculo que se anunció en nuestro país como A Final Gig Named Death. Entonces prometía un espectáculo sin igual, una catedral medieval en la que el Cardenal Copia y Los Nameless Ghouls ofrecerían su “macabra y única misa negra”.

Esa noche se realizó el espectáculo a pesar del llamado de expertos para que las autoridades de la Secretaría de Salud y de la Ciudad de México cancelaran los espectáculos masivos, por la presencia del nuevo virus que tenían a Europa en total confinamiento.

A un año de ese concierto, Adriana relata a El Sol de México que quizá su esposo pudo no haberse contagiado del nuevo virus en ese lugar, porque “al salir del concierto me hizo el comentario que tenía fuertes dolores de articulaciones, pero pensamos que era porque habíamos estado parados tanto tiempo”. Unas tres horas y media si se suma que llegaron hora y media antes.

Ella más bien considera que Carlos pudo haberse contagiado en la zona de aduanas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a finales de febrero, a donde acudió a supervisar un trabajo de colocación de iluminación de publicidad en ese lugar.

Desde que salieron del concierto Carlos ya se sentía mal y 14 días después falleció.

“Tres o cuatro días después le empezaron a dar fuertes dolores de cabeza y a tener fiebre. Acudimos a un consultorio y nos medicaron a los dos. Pasaron los días y no se nos quitaba, nos volvieron a dar más medicina hasta que el médico que nos atendía sugirió que fuéramos al INER (Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias)”.

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En Carlos, la diabetes descontrolada que tenía desde siete años atrás y su obesidad pudieron haber sido los factores que influyeron para que él presentara síntomas graves.

Debido a que Adriana también estaba con fuertes malestares, ella no lo acompañó esa tarde en que lo hospitalizaron en el INER. Fueron los hermanos de Carlos quienes lo llevaron y recibieron los primeros reportes que su situación era complicada.

“Hay que recordar que en ese momento nadie sabía cómo tratarlos, no había medicamentos o tratamiento específico. De hecho la prueba de Covid tardó en salir el resultado. En mi opinión como no sabían cómo se comportaba la enfermedad, estuvieron aprendiendo”.

El 18 de marzo Carlos falleció y a lo largo de este año “de profunda tristeza, días difíciles”, su familia lo sigue recordando como una persona alegre, muy positiva, trabajador y muy cariñoso. Una excelente persona que estudió en la UNAM la carrera trunca de Trabajo Social.

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Para Adriana, el que las autoridades sigan tratándolos como una estadística la hace enojar.

“A un año de eso me voy a ir duro. El Presidente debiera tener coherencia en sus palabras y lo que hace. Él no usa cubrebocas y el subsecretario se va de vacaciones cuando quiere. Los que hemos vivido esto en carne propia le decimos a las personas: tienen que cuidarse mucho. Covid sí existe y el sistema de salud no está a la altura. Si llegan en condiciones graves a los hospitales, es una sentencia de muerte. Yo diría a las personas que se cuiden mucho”.

Desde hace un año los acordes del rock metálico en las tres guitarras guardan silencio. Escalera al cielo, la pieza preferida de Carlos, no se escucha más en la casa de la familia Hernández tras su fallecimiento por Covid-19, el primero registrado en México. Su familia considera que pudo haberse contagiado en la zona de aduanas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y no en el concierto de Ghost celebrado el 3 de marzo de 2020 en el Palacio de los Deportes.

Su pasión por interpretar la canción más radiada en el mundo, que hizo ganar a Led Zeppelin por arriba de 500 millones de euros en su historia musical con tan sólo 8 minutos y tres segundos de inspiración de Robert Plan, no volvieron a la casa de la familia Hernández tras la partida del hombre alegre, al que le gustaba cocinar, tomar mezcal y disfrutar al lado de su familia.

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Él, con tan sólo 41 años y autoempleado en la iluminación de sitios publicitarios, es considerado, de manera oficial, como el primer mexicano en perder la vida frente a las complicaciones de la enfermedad de Covid-19.

Hasta ahora se ha dicho que todo nació ese 3 de marzo, hace poco más de un año, cuando Carlos Hernández y Adriana Meses, su pareja por casi 25 años, llegaron al Palacio de los Deportes para ver a una de sus bandas favoritas: el hard rock de Ghost.

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Con un año de anticipación Carlos había comprado boletos para ver el espectáculo que se anunció en nuestro país como A Final Gig Named Death. Entonces prometía un espectáculo sin igual, una catedral medieval en la que el Cardenal Copia y Los Nameless Ghouls ofrecerían su “macabra y única misa negra”.

Esa noche se realizó el espectáculo a pesar del llamado de expertos para que las autoridades de la Secretaría de Salud y de la Ciudad de México cancelaran los espectáculos masivos, por la presencia del nuevo virus que tenían a Europa en total confinamiento.

A un año de ese concierto, Adriana relata a El Sol de México que quizá su esposo pudo no haberse contagiado del nuevo virus en ese lugar, porque “al salir del concierto me hizo el comentario que tenía fuertes dolores de articulaciones, pero pensamos que era porque habíamos estado parados tanto tiempo”. Unas tres horas y media si se suma que llegaron hora y media antes.

Ella más bien considera que Carlos pudo haberse contagiado en la zona de aduanas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a finales de febrero, a donde acudió a supervisar un trabajo de colocación de iluminación de publicidad en ese lugar.

Desde que salieron del concierto Carlos ya se sentía mal y 14 días después falleció.

“Tres o cuatro días después le empezaron a dar fuertes dolores de cabeza y a tener fiebre. Acudimos a un consultorio y nos medicaron a los dos. Pasaron los días y no se nos quitaba, nos volvieron a dar más medicina hasta que el médico que nos atendía sugirió que fuéramos al INER (Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias)”.

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En Carlos, la diabetes descontrolada que tenía desde siete años atrás y su obesidad pudieron haber sido los factores que influyeron para que él presentara síntomas graves.

Debido a que Adriana también estaba con fuertes malestares, ella no lo acompañó esa tarde en que lo hospitalizaron en el INER. Fueron los hermanos de Carlos quienes lo llevaron y recibieron los primeros reportes que su situación era complicada.

“Hay que recordar que en ese momento nadie sabía cómo tratarlos, no había medicamentos o tratamiento específico. De hecho la prueba de Covid tardó en salir el resultado. En mi opinión como no sabían cómo se comportaba la enfermedad, estuvieron aprendiendo”.

El 18 de marzo Carlos falleció y a lo largo de este año “de profunda tristeza, días difíciles”, su familia lo sigue recordando como una persona alegre, muy positiva, trabajador y muy cariñoso. Una excelente persona que estudió en la UNAM la carrera trunca de Trabajo Social.

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Para Adriana, el que las autoridades sigan tratándolos como una estadística la hace enojar.

“A un año de eso me voy a ir duro. El Presidente debiera tener coherencia en sus palabras y lo que hace. Él no usa cubrebocas y el subsecretario se va de vacaciones cuando quiere. Los que hemos vivido esto en carne propia le decimos a las personas: tienen que cuidarse mucho. Covid sí existe y el sistema de salud no está a la altura. Si llegan en condiciones graves a los hospitales, es una sentencia de muerte. Yo diría a las personas que se cuiden mucho”.

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