/ viernes 29 de noviembre de 2024

El legado de Lucio Cabañas, el impacto actual y la persistencia de su memoria en los jóvenes

El legado de Lucio Cabañas comienza a perderse, a 50 años de su muerte, pese a que ha sido romantizado e idealizado

A 50 años de la muerte de Lucio Cabañas, El Sol de México tuvo una plática con el exguerrillero mexicano David Cilia, donde compartió su visión del guerrillero idealizado y romantizado por parte de la izquierda radical, cuyo legado comienza a perderse en la memoria de los jóvenes, pero sin el cual no se explicarían fenómenos sociales y criminales de nuestros días.

A medio siglo de distancia, ¿cómo crees que debería recordarse este periodo y sus protagonistas?

Es un periodo que sigue siendo clave para entender la historia reciente de México. Más allá de las interpretaciones oficiales, hay que rescatar las historias de lucha, los sacrificios y las motivaciones éticas que llevaron a muchas personas a tomar decisiones extremas.

No se trataba solo de pelear contra un gobierno; era un acto de resistencia y de búsqueda de justicia. Hoy, más que nunca, es fundamental mantener viva esa memoria para comprender cómo hemos llegado hasta aquí.

Lucio Cabañas fue un referente histórico

¿Cómo evalúas el legado del líder guerrillero? ¿Se ha mantenido vivo, se ha diluido, o sigue siendo un referente para alguien?

Sin duda, Lucio Cabañas y su lucha son un referente histórico crucial. Fue determinante para muchos de nosotros que elegimos tomar la vía armada en aquellos años.

Personalmente, recuerdo que estaba en bachillerato cuando ocurrió su muerte en diciembre de 1974. Ya desde antes veníamos siguiendo las noticias, en lo que se podía, sobre su movimiento. Lo que marcó un hito fue el secuestro del senador Rubén Figueroa, un hecho que lo colocó aún más en el centro de la atención nacional.

Cuando se dio la noticia de la muerte de Lucio, al día siguiente no hubo un periódico que no lo reportara. Claro, como siempre, desde la versión oficial del gobierno. Sin embargo, para mi generación, esa noticia planteó una pregunta fundamental: ¿Qué sigue ahora? Ese fue un cuestionamiento generacional, porque muchos estábamos atentos a los comunicados del Partido de los Pobres, las demandas, y la posibilidad de un cambio. Entonces, la muerte de Lucio nos llevó a reflexionar sobre si todo había terminado o si alguien más tomaría su lugar.


¿Esa pregunta se tradujo en un compromiso personal?

Definitivamente. Fue un momento de introspección para muchos. Surgió una reflexión ética: si alguien debía continuar, cualquiera de nosotros podía ser ese alguien. Eso nos llevó a un compromiso personal y a tomar decisiones. No hablo solo de ocupar el lugar de un líder, sino de seguir la lucha que representaba Lucio y su brigada campesina. Para muchos, eso significó sumarse de manera activa a la lucha armada o a procesos revolucionarios.

Enfrentar al Estado: el legado de Lucio Cabañas

¿Qué significó para tu generación este legado y esta decisión?

Significó enfrentar directamente al Estado. Tras eventos traumáticos como las masacres del 68 y del 71, nuestra generación veía la lucha armada como una opción real y posible. Sabíamos que el costo sería la prisión o la muerte, pero sentíamos que valía la pena. En el proceso, empezamos en movimientos sociales más abiertos, luchando por reivindicaciones inmediatas, pero poco a poco fuimos organizándonos en la clandestinidad.

Nuestra generación, sin embargo, fue políticamente huérfana. Quienes habían participado en movimientos previos, como el del 68, estaban en la clandestinidad, exiliados o desorganizados. Nos tocó aprender de los referentes históricos indirectos y construir nuestro propio camino.

¿Había una división ideológica entre las guerrillas campesinas y los movimientos urbanos?

No era tan marcada como algunos podrían pensar. Si bien Lucio lideraba una guerrilla campesina y nosotros éramos estudiantes urbanos, su ejemplo fue profundamente inspirador para nosotros. La conexión no solo era ideológica, sino práctica. Muchos de los que terminaron participando en la guerrilla habían sido formados en luchas estudiantiles y estaban influenciados por los ideales de las normales rurales.

¿Hubo unión entre la guerrilla urbana y la rural?

Hay quienes afirman que nunca hubo una verdadera unión entre la guerrilla urbana y la rural, que incluso existían tensiones y rechazo entre los líderes de estas corrientes. ¿Cómo interpretas esa situación?

Decir que nunca hubo unión entre la guerrilla urbana y la rural no es del todo exacto. Si analizamos históricamente, vemos que sí hubo intercambios de militantes entre organizaciones como la Liga Comunista 23 de Septiembre y el Partido de los Pobres, liderado por Lucio Cabañas. Hubo encuentros entre las principales agrupaciones, y algunos militantes urbanos llegaron a incorporarse a la lucha en la sierra de Guerrero.

Es cierto que hubo diferencias ideológicas y estratégicas, lo que finalmente llevó a un rompimiento entre ambas corrientes. Sin embargo, no se trataba de enemistades, sino de procesos que surgieron en contextos socioeconómicos distintos. Estas diferencias no niegan los esfuerzos conjuntos que se realizaron en algún momento, como las campañas de hostigamiento al Estado que la Liga emprendió para aliviar la presión militar sobre la Brigada Campesina de Ajusticiamiento en Guerrero.

Hubo momentos de solidaridad entre ambas guerrillas. Incluso después del rompimiento entre ellas, la Liga Comunista 23 de Septiembre llevó a cabo acciones militares en otros puntos del país con el objetivo de desviar recursos del Ejército y disminuir la presión sobre el Partido de los Pobres en Guerrero. Aunque no llegaron a un entendimiento completo sobre el programa revolucionario, estas acciones demuestran un nivel de solidaridad.

Lucio Cabanas, padre de Micaela quien fue asesinado en un enfrentamiento con el Ejército Mexicano en El Otatal, Guerrero. Foto: Cortesía Micaela Cabañas

¿Cómo describiría el impacto de las masacres del 68 y del 71 en el contexto de estas luchas?

Fueron catalizadores. Por un lado, generaron un trauma profundo en nuestra generación; al mismo tiempo, dejaron claro que no había espacio para una izquierda moderada o electoral, al menos en esos años. En ese vacío, surgieron nuevos movimientos que buscaban respuestas en opciones más radicales, como la lucha armada. Esas experiencias nos llevaron a organizarnos desde diferentes trincheras y a mantener viva la memoria de figuras como Lucio Cabañas.

¿Qué papel jugaron las Normales Rurales en ese proceso?

Fueron fundamentales. Lucio Cabañas, por ejemplo, provenía de Ayotzinapa, una de estas normales rurales que nacieron bajo la influencia de la educación socialista impulsada por el presidente Lázaro Cárdenas en los años 30. Estas escuelas no sólo llevaban educación a los sectores más marginados, sino que también formaban liderazgos con conciencia social y política. No fue solo Lucio: en Chihuahua, figuras como Arturo Gámiz y Oscar González también surgieron de ese entorno.

A partir de los años 70, los normalistas rurales se convirtieron en actores determinantes de los movimientos estudiantiles. Hubo una conexión directa entre las luchas de las normales y los nuevos movimientos urbanos que surgieron después de 1971. Estos movimientos no han sido suficientemente documentados, pero marcaron el vínculo entre el sector campesino y el estudiantil.

Lucio Cabañas es uno de los símbolos de la resistencia popular frente a la ahora denominada Guerra Sucia. Foto: Cortesía Micaela Cabañas

La figura de Lucio Cabañas ha sido idealizada

¿Consideras que la figura de Lucio ha sido idealizada o que ha adquirido un nuevo significado histórico?

Ambas cosas. Por un lado, ha sido idealizado, especialmente por la corriente que llamamos "izquierda tradicional" o reformista, que en su momento no apoyó la lucha armada, pero después se apropió de la figura de Lucio como símbolo. Esto se debe en parte a que Lucio Cabañas tuvo vínculos con el Partido Comunista Mexicano, algo que esta izquierda vio como una legitimación.

Por otro lado, su figura también se ha consolidado como un referente histórico, porque su lucha fue visible en su época. A diferencia de otras guerrillas que operaban en la clandestinidad, Lucio tuvo un rostro conocido, lo que permitió que su historia se propagara incluso en los medios controlados por el Estado. Esto, sin embargo, también llevó a la creación de mitos y leyendas, como que no murió, sino que huyó a Cuba o que sigue vivo en algún lugar, lo cual fue fomentado incluso por el propio gobierno para desinformar.

¿Qué impacto tuvo esa visibilidad en la percepción popular de Lucio Cabañas?

Fue fundamental. Al ser un líder visible, muchas personas lo identificaron como un símbolo de resistencia social, aunque no entendieran del todo su lucha. El gobierno, al atacarlo constantemente en los medios, ayudó a consolidar su imagen como un enemigo del sistema, lo que, para algunos sectores, lo convertía automáticamente en un héroe.

Por otro lado, la falta de información confiable y las campañas de desinformación generaron una percepción idealizada. La gente lo veía como un líder intachable, y surgieron leyendas que lo colocaban casi como una figura mítica, lo cual es natural cuando no hay acceso a una narrativa clara y objetiva.

¿Crees que este fenómeno de idealización ha afectado el entendimiento real de la lucha guerrillera?

Sí, y afortunadamente, hay esfuerzos recientes para contrarrestar esto. Por ejemplo, el libro De la trinchera: La Brigada Campesina de Justicia y el Partido de los Pobres, de Pedro Martínez, recién publicado por editorial Huasipungo, ofrece un relato en primera persona que rechaza tanto la idealización como la demonización de la lucha guerrillera.

Este libro destaca por su enfoque objetivo, evitando caer en un sesgo hacia una sola organización. Pedro Martínez aborda la relación entre el Partido de los Pobres y la Liga Comunista 23 de Septiembre desde los hechos, sin intentar imponer una interpretación ideológica. Esto permite que cada lector forme su propio criterio, algo esencial para entender la complejidad de ese periodo.

En cuanto a la figura de Lucio Cabañas, ¿cómo ha sido vista a lo largo del tiempo, especialmente después de su muerte?

Después de la muerte de Lucio Cabañas, su figura se convirtió en una leyenda. Mucha gente, por supuesto, no tenía acceso a la información precisa sobre lo que sucedió, pero la imagen de un hombre luchando contra el gobierno se fue romantizando. En parte, esto ocurrió porque Lucio se convirtió en un símbolo de resistencia. Aunque los medios de comunicación del momento lo denostaron, al igual que otros guerrilleros, la gente tendió a idealizar a Lucio porque estaba enfrentando al poder.

En muchos sentidos, el gobierno mismo contribuyó a esa idealización, difundiendo rumores sobre su posible fuga a Cuba, lo que alimentó aún más el misterio y la leyenda. En ese contexto, Lucio fue visto como alguien que se levantó con las armas para cambiar un sistema corrupto, y esa imagen perduró en la memoria popular.

Los jóvenes olvidan y retoman el legado de Lucio

Al paso de los años, ¿qué crees que representa hoy en día la figura de Lucio Cabañas y la lucha armada en general para las nuevas generaciones? ¿Sigue siendo relevante para los jóvenes actuales?

Bueno, esta es una pregunta con dos respuestas. La primera es que, como investigador y también como alguien que ha tenido la oportunidad de interactuar con jóvenes universitarios, me he topado con algo que parece insólito para quienes de alguna manera vivimos ese contexto. Hoy en día, si preguntas a los estudiantes de universidades, incluso en áreas sociales como relaciones internacionales, sobre figuras como Lucio Cabañas, Genaro Vázquez o la Liga Comunista de Septiembre, la mayoría no tiene la menor idea. Para ellos, es como si nunca hubieran existido.

Esto me parece grave porque hay una gran ausencia de información, un vacío en el conocimiento de lo que ocurrió durante la guerra de guerrillas en México. Ese proceso social y político, la lucha armada socialista, parece desconocido para una gran parte de la juventud actual, lo que indica una carencia importante en la memoria histórica que se transmite en las instituciones educativas.

Conmemoración del 33 aniversario de la muerte del profesor y guerrillero Lucio Cabañas Barrientos. Foto: Cuartoscuro.com

¿Entonces piensas que la historia de la guerrilla y la lucha armada ha sido completamente olvidada por las nuevas generaciones?

Sí, parece que ha sido así. Es impresionante cómo se ha borrado de la memoria colectiva. Afortunadamente, trabajos como los de Laura Castellanos y otros periodistas que se han dedicado a recopilar esta información han hecho un esfuerzo por preservar la historia, pero aún estamos muy lejos de lo que debería ser una educación adecuada en cuanto a este tema. Es difícil para los jóvenes entender lo que sucedió porque las fuentes no son abundantes y el enfoque ha sido muy limitado.

Sin embargo, mencionas que hay un despertar de interés por parte de algunos jóvenes..

Es cierto, y esa es la segunda parte de mi respuesta. Aunque la falta de conocimiento es alarmante, hemos visto un interés creciente cuando se les presenta información sobre este tema. Nosotros, con la publicación del libro De la Trinchera del Partido de los Pobres, hemos tenido la oportunidad de ir a diversas universidades, especialmente en el área metropolitana, y la respuesta ha sido sorprendente.

Los jóvenes se sienten apasionados por aprender sobre algo que no conocían, pero que consideran crucial. Muchos se dan cuenta de que esa lucha de los guerrilleros de los setenta se conecta directamente con lo que está pasando en el país hoy en día. La lucha por la transformación de México, la represión estatal y la violencia siguen presentes, aunque en otro contexto.

La Guerra Sucia, que se utilizó para callar a aquellos que querían un cambio radical, sigue siendo un reflejo de lo que vivimos ahora en términos de desaparecidos y asesinatos.

Guerra Sucia y narcotráfico, una conexión directa

¿Podrías explicar cómo ves esa conexión entre la guerra sucia de los 70s y la situación actual en México?

Claro, la Guerra Sucia fue una respuesta del gobierno mexicano a la lucha armada, y muchos no entienden que esa guerra contra los guerrilleros se desbordó en una violencia sistemática.

Las fuerzas que estuvieron involucradas en la represión de los guerrilleros, como la Dirección Federal de Seguridad, no solo desaparecieron a jóvenes militantes, sino que después se vincularon al narcotráfico. Fueron premiados por el sistema y luego se convirtieron en los primeros formadores de los cárteles de droga en México.

El Ejército mexicano durante la Guerra Sucia, en los años setenta. Foto: Archivo General de la Nación.

El narcotráfico en el país no surgió de la nada; tiene raíces profundas en las estructuras de poder que fueron responsables de la represión. Los primeros métodos de tortura, desaparición forzada y las técnicas de control social fueron introducidos por esa misma maquinaria del Estado. Y si analizas los cárteles más importantes hoy en día, encontrarás a muchas personas que participaron en esa represión, como el caso de los Zetas, que fueron entrenados por la Escuela de las Américas y por el propio Ejército mexicano en técnicas anti guerrilleras.

¿Crees que existe una continuidad entre la impunidad de aquellos que fueron responsables de la guerra sucia y la impunidad que actualmente prevalece en México, especialmente en relación con los carteles de drogas?

Absolutamente. Hay una línea directa entre la impunidad de los responsables de la guerra sucia y los que ahora manejan los cárteles de droga. Muchos de los que participaron en la represión guerrillera pasaron a formar parte del narcotráfico. La impunidad que han mantenido a lo largo de los años les ha permitido seguir operando, y esa impunidad ha sido fundamental para la perpetuación de la violencia en el país.

El Ejército durante la Guerra Sucia en los años setenta en México. Foto: Archivo General de la Nación.

El hecho de que estos individuos, que deberían haber sido procesados por violaciones graves a los derechos humanos, hayan sido premiados con cargos en la estructura del crimen organizado es una muestra clara de cómo el sistema de justicia en México nunca ha actuado con la seriedad necesaria para resolver el problema de fondo. La violencia que vivimos hoy en día no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa de esa continuidad entre los mandos de la Guerra Sucia y los de los cárteles.

¿Cuál es el legado de Lucio Cabañas?

¿Qué legado crees que deja Lucio Cabañas y cómo podemos reinterpretar hoy su lucha en el contexto de la situación actual en México?

El legado de Lucio Cabañas, como el de muchos guerrilleros de su tiempo, es complicado, pero no puede ser ignorado. Lo que nos dejó fue una enseñanza sobre la lucha contra la opresión y la importancia de resistir a un sistema que no tiene la voluntad de transformar las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas. Hoy, si bien las circunstancias son diferentes, el principio de luchar por un cambio profundo sigue vigente. Lo que sucedió con la guerrilla de los setenta, con figuras como Lucio, está directamente relacionado con las luchas de resistencia que hoy vemos, aunque de formas diferentes. El narcotráfico, la violencia estatal y la falta de justicia son los resultados de ese mismo sistema que los guerrilleros intentaron cambiar. La historia de Lucio Cabañas sigue siendo un punto de reflexión crucial para entender las raíces de la violencia que enfrenta México hoy en día.

Por último, ¿cómo te gustaría que los jóvenes de hoy se acerquen a estos temas y qué mensaje les dejarías?

Me gustaría que los jóvenes de hoy tuvieran una visión crítica y profunda de la historia, especialmente en cuanto a lo que significó la lucha armada en México. Aunque el contexto ha cambiado, muchos de los problemas estructurales que llevaron a la lucha guerrillera siguen sin resolverse.

La historia de Lucio Cabañas y otros guerrilleros no debe ser idealizada ni demonizada, sino entendida en su complejidad. Los invitaría a no tomar todo al pie de la letra y a investigar por sí mismos, a leer, a reflexionar. Los invitaría a conocer la historia no solo desde los libros, sino también desde las voces de aquellos que vivieron esos momentos

➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante.

La historia no se puede olvidar, y al conocerla, los jóvenes pueden encontrar respuestas a las preguntas que hoy tenemos sobre la violencia, la impunidad y la justicia en México.

David Cilia es investigador del Conahcyt en el Programa Nacional de Seguridad Humana. Exmilitante de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Doctor en Desarrollo Rural.

A 50 años de la muerte de Lucio Cabañas, El Sol de México tuvo una plática con el exguerrillero mexicano David Cilia, donde compartió su visión del guerrillero idealizado y romantizado por parte de la izquierda radical, cuyo legado comienza a perderse en la memoria de los jóvenes, pero sin el cual no se explicarían fenómenos sociales y criminales de nuestros días.

A medio siglo de distancia, ¿cómo crees que debería recordarse este periodo y sus protagonistas?

Es un periodo que sigue siendo clave para entender la historia reciente de México. Más allá de las interpretaciones oficiales, hay que rescatar las historias de lucha, los sacrificios y las motivaciones éticas que llevaron a muchas personas a tomar decisiones extremas.

No se trataba solo de pelear contra un gobierno; era un acto de resistencia y de búsqueda de justicia. Hoy, más que nunca, es fundamental mantener viva esa memoria para comprender cómo hemos llegado hasta aquí.

Lucio Cabañas fue un referente histórico

¿Cómo evalúas el legado del líder guerrillero? ¿Se ha mantenido vivo, se ha diluido, o sigue siendo un referente para alguien?

Sin duda, Lucio Cabañas y su lucha son un referente histórico crucial. Fue determinante para muchos de nosotros que elegimos tomar la vía armada en aquellos años.

Personalmente, recuerdo que estaba en bachillerato cuando ocurrió su muerte en diciembre de 1974. Ya desde antes veníamos siguiendo las noticias, en lo que se podía, sobre su movimiento. Lo que marcó un hito fue el secuestro del senador Rubén Figueroa, un hecho que lo colocó aún más en el centro de la atención nacional.

Cuando se dio la noticia de la muerte de Lucio, al día siguiente no hubo un periódico que no lo reportara. Claro, como siempre, desde la versión oficial del gobierno. Sin embargo, para mi generación, esa noticia planteó una pregunta fundamental: ¿Qué sigue ahora? Ese fue un cuestionamiento generacional, porque muchos estábamos atentos a los comunicados del Partido de los Pobres, las demandas, y la posibilidad de un cambio. Entonces, la muerte de Lucio nos llevó a reflexionar sobre si todo había terminado o si alguien más tomaría su lugar.


¿Esa pregunta se tradujo en un compromiso personal?

Definitivamente. Fue un momento de introspección para muchos. Surgió una reflexión ética: si alguien debía continuar, cualquiera de nosotros podía ser ese alguien. Eso nos llevó a un compromiso personal y a tomar decisiones. No hablo solo de ocupar el lugar de un líder, sino de seguir la lucha que representaba Lucio y su brigada campesina. Para muchos, eso significó sumarse de manera activa a la lucha armada o a procesos revolucionarios.

Enfrentar al Estado: el legado de Lucio Cabañas

¿Qué significó para tu generación este legado y esta decisión?

Significó enfrentar directamente al Estado. Tras eventos traumáticos como las masacres del 68 y del 71, nuestra generación veía la lucha armada como una opción real y posible. Sabíamos que el costo sería la prisión o la muerte, pero sentíamos que valía la pena. En el proceso, empezamos en movimientos sociales más abiertos, luchando por reivindicaciones inmediatas, pero poco a poco fuimos organizándonos en la clandestinidad.

Nuestra generación, sin embargo, fue políticamente huérfana. Quienes habían participado en movimientos previos, como el del 68, estaban en la clandestinidad, exiliados o desorganizados. Nos tocó aprender de los referentes históricos indirectos y construir nuestro propio camino.

¿Había una división ideológica entre las guerrillas campesinas y los movimientos urbanos?

No era tan marcada como algunos podrían pensar. Si bien Lucio lideraba una guerrilla campesina y nosotros éramos estudiantes urbanos, su ejemplo fue profundamente inspirador para nosotros. La conexión no solo era ideológica, sino práctica. Muchos de los que terminaron participando en la guerrilla habían sido formados en luchas estudiantiles y estaban influenciados por los ideales de las normales rurales.

¿Hubo unión entre la guerrilla urbana y la rural?

Hay quienes afirman que nunca hubo una verdadera unión entre la guerrilla urbana y la rural, que incluso existían tensiones y rechazo entre los líderes de estas corrientes. ¿Cómo interpretas esa situación?

Decir que nunca hubo unión entre la guerrilla urbana y la rural no es del todo exacto. Si analizamos históricamente, vemos que sí hubo intercambios de militantes entre organizaciones como la Liga Comunista 23 de Septiembre y el Partido de los Pobres, liderado por Lucio Cabañas. Hubo encuentros entre las principales agrupaciones, y algunos militantes urbanos llegaron a incorporarse a la lucha en la sierra de Guerrero.

Es cierto que hubo diferencias ideológicas y estratégicas, lo que finalmente llevó a un rompimiento entre ambas corrientes. Sin embargo, no se trataba de enemistades, sino de procesos que surgieron en contextos socioeconómicos distintos. Estas diferencias no niegan los esfuerzos conjuntos que se realizaron en algún momento, como las campañas de hostigamiento al Estado que la Liga emprendió para aliviar la presión militar sobre la Brigada Campesina de Ajusticiamiento en Guerrero.

Hubo momentos de solidaridad entre ambas guerrillas. Incluso después del rompimiento entre ellas, la Liga Comunista 23 de Septiembre llevó a cabo acciones militares en otros puntos del país con el objetivo de desviar recursos del Ejército y disminuir la presión sobre el Partido de los Pobres en Guerrero. Aunque no llegaron a un entendimiento completo sobre el programa revolucionario, estas acciones demuestran un nivel de solidaridad.

Lucio Cabanas, padre de Micaela quien fue asesinado en un enfrentamiento con el Ejército Mexicano en El Otatal, Guerrero. Foto: Cortesía Micaela Cabañas

¿Cómo describiría el impacto de las masacres del 68 y del 71 en el contexto de estas luchas?

Fueron catalizadores. Por un lado, generaron un trauma profundo en nuestra generación; al mismo tiempo, dejaron claro que no había espacio para una izquierda moderada o electoral, al menos en esos años. En ese vacío, surgieron nuevos movimientos que buscaban respuestas en opciones más radicales, como la lucha armada. Esas experiencias nos llevaron a organizarnos desde diferentes trincheras y a mantener viva la memoria de figuras como Lucio Cabañas.

¿Qué papel jugaron las Normales Rurales en ese proceso?

Fueron fundamentales. Lucio Cabañas, por ejemplo, provenía de Ayotzinapa, una de estas normales rurales que nacieron bajo la influencia de la educación socialista impulsada por el presidente Lázaro Cárdenas en los años 30. Estas escuelas no sólo llevaban educación a los sectores más marginados, sino que también formaban liderazgos con conciencia social y política. No fue solo Lucio: en Chihuahua, figuras como Arturo Gámiz y Oscar González también surgieron de ese entorno.

A partir de los años 70, los normalistas rurales se convirtieron en actores determinantes de los movimientos estudiantiles. Hubo una conexión directa entre las luchas de las normales y los nuevos movimientos urbanos que surgieron después de 1971. Estos movimientos no han sido suficientemente documentados, pero marcaron el vínculo entre el sector campesino y el estudiantil.

Lucio Cabañas es uno de los símbolos de la resistencia popular frente a la ahora denominada Guerra Sucia. Foto: Cortesía Micaela Cabañas

La figura de Lucio Cabañas ha sido idealizada

¿Consideras que la figura de Lucio ha sido idealizada o que ha adquirido un nuevo significado histórico?

Ambas cosas. Por un lado, ha sido idealizado, especialmente por la corriente que llamamos "izquierda tradicional" o reformista, que en su momento no apoyó la lucha armada, pero después se apropió de la figura de Lucio como símbolo. Esto se debe en parte a que Lucio Cabañas tuvo vínculos con el Partido Comunista Mexicano, algo que esta izquierda vio como una legitimación.

Por otro lado, su figura también se ha consolidado como un referente histórico, porque su lucha fue visible en su época. A diferencia de otras guerrillas que operaban en la clandestinidad, Lucio tuvo un rostro conocido, lo que permitió que su historia se propagara incluso en los medios controlados por el Estado. Esto, sin embargo, también llevó a la creación de mitos y leyendas, como que no murió, sino que huyó a Cuba o que sigue vivo en algún lugar, lo cual fue fomentado incluso por el propio gobierno para desinformar.

¿Qué impacto tuvo esa visibilidad en la percepción popular de Lucio Cabañas?

Fue fundamental. Al ser un líder visible, muchas personas lo identificaron como un símbolo de resistencia social, aunque no entendieran del todo su lucha. El gobierno, al atacarlo constantemente en los medios, ayudó a consolidar su imagen como un enemigo del sistema, lo que, para algunos sectores, lo convertía automáticamente en un héroe.

Por otro lado, la falta de información confiable y las campañas de desinformación generaron una percepción idealizada. La gente lo veía como un líder intachable, y surgieron leyendas que lo colocaban casi como una figura mítica, lo cual es natural cuando no hay acceso a una narrativa clara y objetiva.

¿Crees que este fenómeno de idealización ha afectado el entendimiento real de la lucha guerrillera?

Sí, y afortunadamente, hay esfuerzos recientes para contrarrestar esto. Por ejemplo, el libro De la trinchera: La Brigada Campesina de Justicia y el Partido de los Pobres, de Pedro Martínez, recién publicado por editorial Huasipungo, ofrece un relato en primera persona que rechaza tanto la idealización como la demonización de la lucha guerrillera.

Este libro destaca por su enfoque objetivo, evitando caer en un sesgo hacia una sola organización. Pedro Martínez aborda la relación entre el Partido de los Pobres y la Liga Comunista 23 de Septiembre desde los hechos, sin intentar imponer una interpretación ideológica. Esto permite que cada lector forme su propio criterio, algo esencial para entender la complejidad de ese periodo.

En cuanto a la figura de Lucio Cabañas, ¿cómo ha sido vista a lo largo del tiempo, especialmente después de su muerte?

Después de la muerte de Lucio Cabañas, su figura se convirtió en una leyenda. Mucha gente, por supuesto, no tenía acceso a la información precisa sobre lo que sucedió, pero la imagen de un hombre luchando contra el gobierno se fue romantizando. En parte, esto ocurrió porque Lucio se convirtió en un símbolo de resistencia. Aunque los medios de comunicación del momento lo denostaron, al igual que otros guerrilleros, la gente tendió a idealizar a Lucio porque estaba enfrentando al poder.

En muchos sentidos, el gobierno mismo contribuyó a esa idealización, difundiendo rumores sobre su posible fuga a Cuba, lo que alimentó aún más el misterio y la leyenda. En ese contexto, Lucio fue visto como alguien que se levantó con las armas para cambiar un sistema corrupto, y esa imagen perduró en la memoria popular.

Los jóvenes olvidan y retoman el legado de Lucio

Al paso de los años, ¿qué crees que representa hoy en día la figura de Lucio Cabañas y la lucha armada en general para las nuevas generaciones? ¿Sigue siendo relevante para los jóvenes actuales?

Bueno, esta es una pregunta con dos respuestas. La primera es que, como investigador y también como alguien que ha tenido la oportunidad de interactuar con jóvenes universitarios, me he topado con algo que parece insólito para quienes de alguna manera vivimos ese contexto. Hoy en día, si preguntas a los estudiantes de universidades, incluso en áreas sociales como relaciones internacionales, sobre figuras como Lucio Cabañas, Genaro Vázquez o la Liga Comunista de Septiembre, la mayoría no tiene la menor idea. Para ellos, es como si nunca hubieran existido.

Esto me parece grave porque hay una gran ausencia de información, un vacío en el conocimiento de lo que ocurrió durante la guerra de guerrillas en México. Ese proceso social y político, la lucha armada socialista, parece desconocido para una gran parte de la juventud actual, lo que indica una carencia importante en la memoria histórica que se transmite en las instituciones educativas.

Conmemoración del 33 aniversario de la muerte del profesor y guerrillero Lucio Cabañas Barrientos. Foto: Cuartoscuro.com

¿Entonces piensas que la historia de la guerrilla y la lucha armada ha sido completamente olvidada por las nuevas generaciones?

Sí, parece que ha sido así. Es impresionante cómo se ha borrado de la memoria colectiva. Afortunadamente, trabajos como los de Laura Castellanos y otros periodistas que se han dedicado a recopilar esta información han hecho un esfuerzo por preservar la historia, pero aún estamos muy lejos de lo que debería ser una educación adecuada en cuanto a este tema. Es difícil para los jóvenes entender lo que sucedió porque las fuentes no son abundantes y el enfoque ha sido muy limitado.

Sin embargo, mencionas que hay un despertar de interés por parte de algunos jóvenes..

Es cierto, y esa es la segunda parte de mi respuesta. Aunque la falta de conocimiento es alarmante, hemos visto un interés creciente cuando se les presenta información sobre este tema. Nosotros, con la publicación del libro De la Trinchera del Partido de los Pobres, hemos tenido la oportunidad de ir a diversas universidades, especialmente en el área metropolitana, y la respuesta ha sido sorprendente.

Los jóvenes se sienten apasionados por aprender sobre algo que no conocían, pero que consideran crucial. Muchos se dan cuenta de que esa lucha de los guerrilleros de los setenta se conecta directamente con lo que está pasando en el país hoy en día. La lucha por la transformación de México, la represión estatal y la violencia siguen presentes, aunque en otro contexto.

La Guerra Sucia, que se utilizó para callar a aquellos que querían un cambio radical, sigue siendo un reflejo de lo que vivimos ahora en términos de desaparecidos y asesinatos.

Guerra Sucia y narcotráfico, una conexión directa

¿Podrías explicar cómo ves esa conexión entre la guerra sucia de los 70s y la situación actual en México?

Claro, la Guerra Sucia fue una respuesta del gobierno mexicano a la lucha armada, y muchos no entienden que esa guerra contra los guerrilleros se desbordó en una violencia sistemática.

Las fuerzas que estuvieron involucradas en la represión de los guerrilleros, como la Dirección Federal de Seguridad, no solo desaparecieron a jóvenes militantes, sino que después se vincularon al narcotráfico. Fueron premiados por el sistema y luego se convirtieron en los primeros formadores de los cárteles de droga en México.

El Ejército mexicano durante la Guerra Sucia, en los años setenta. Foto: Archivo General de la Nación.

El narcotráfico en el país no surgió de la nada; tiene raíces profundas en las estructuras de poder que fueron responsables de la represión. Los primeros métodos de tortura, desaparición forzada y las técnicas de control social fueron introducidos por esa misma maquinaria del Estado. Y si analizas los cárteles más importantes hoy en día, encontrarás a muchas personas que participaron en esa represión, como el caso de los Zetas, que fueron entrenados por la Escuela de las Américas y por el propio Ejército mexicano en técnicas anti guerrilleras.

¿Crees que existe una continuidad entre la impunidad de aquellos que fueron responsables de la guerra sucia y la impunidad que actualmente prevalece en México, especialmente en relación con los carteles de drogas?

Absolutamente. Hay una línea directa entre la impunidad de los responsables de la guerra sucia y los que ahora manejan los cárteles de droga. Muchos de los que participaron en la represión guerrillera pasaron a formar parte del narcotráfico. La impunidad que han mantenido a lo largo de los años les ha permitido seguir operando, y esa impunidad ha sido fundamental para la perpetuación de la violencia en el país.

El Ejército durante la Guerra Sucia en los años setenta en México. Foto: Archivo General de la Nación.

El hecho de que estos individuos, que deberían haber sido procesados por violaciones graves a los derechos humanos, hayan sido premiados con cargos en la estructura del crimen organizado es una muestra clara de cómo el sistema de justicia en México nunca ha actuado con la seriedad necesaria para resolver el problema de fondo. La violencia que vivimos hoy en día no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa de esa continuidad entre los mandos de la Guerra Sucia y los de los cárteles.

¿Cuál es el legado de Lucio Cabañas?

¿Qué legado crees que deja Lucio Cabañas y cómo podemos reinterpretar hoy su lucha en el contexto de la situación actual en México?

El legado de Lucio Cabañas, como el de muchos guerrilleros de su tiempo, es complicado, pero no puede ser ignorado. Lo que nos dejó fue una enseñanza sobre la lucha contra la opresión y la importancia de resistir a un sistema que no tiene la voluntad de transformar las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas. Hoy, si bien las circunstancias son diferentes, el principio de luchar por un cambio profundo sigue vigente. Lo que sucedió con la guerrilla de los setenta, con figuras como Lucio, está directamente relacionado con las luchas de resistencia que hoy vemos, aunque de formas diferentes. El narcotráfico, la violencia estatal y la falta de justicia son los resultados de ese mismo sistema que los guerrilleros intentaron cambiar. La historia de Lucio Cabañas sigue siendo un punto de reflexión crucial para entender las raíces de la violencia que enfrenta México hoy en día.

Por último, ¿cómo te gustaría que los jóvenes de hoy se acerquen a estos temas y qué mensaje les dejarías?

Me gustaría que los jóvenes de hoy tuvieran una visión crítica y profunda de la historia, especialmente en cuanto a lo que significó la lucha armada en México. Aunque el contexto ha cambiado, muchos de los problemas estructurales que llevaron a la lucha guerrillera siguen sin resolverse.

La historia de Lucio Cabañas y otros guerrilleros no debe ser idealizada ni demonizada, sino entendida en su complejidad. Los invitaría a no tomar todo al pie de la letra y a investigar por sí mismos, a leer, a reflexionar. Los invitaría a conocer la historia no solo desde los libros, sino también desde las voces de aquellos que vivieron esos momentos

➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante.

La historia no se puede olvidar, y al conocerla, los jóvenes pueden encontrar respuestas a las preguntas que hoy tenemos sobre la violencia, la impunidad y la justicia en México.

David Cilia es investigador del Conahcyt en el Programa Nacional de Seguridad Humana. Exmilitante de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Doctor en Desarrollo Rural.

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El concierto cerró la programación artística del 20 aniversario del Centro Cultural Ciudadela del Arte

Exposiciones

‘Azúcares sacras’ abre nueva sala en el Museo Rafael Coronel

Cerca de mil figuras de alfeñique estarán en exhibición hasta el 2025