Pedro Medina López es uno de los más de 20 productores de flor de cempasúchil en la comunidad de Tacoaleche, perteneciente al municipio de Guadalupe, Zacatecas, y quienes –al igual que otros campesinos- han resentido los efectos de la sequía extrema.
Comenta que este año la falta de lluvias provocó una caída del 30% de la producción en las 1.4 hectáreas de cempoal, por lo que el precio también aumentó. El tercio de flores (rollo) este año se vende a los intermediarios en 200 pesos, el precio del año pasado fue de 150 pesos.
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Los minoristas, por su parte, venden en un promedio de 25 pesos el manojo al consumidor final.
Este año el estiaje provocó la llegada de personas de otros estados como San Luis Potosí con la intención de abastecerse de cempasúchil, ya que en diversas regiones se sufre de escasez del producto ante la alta demanda de esta temporada.
En las norias no hay agua, aunque no estamos acabados sí nos afectó mucho la sequía
Además, Pedro piensa que el eclipse solar del pasado 14 de octubre afectó también el crecimiento de las plantas, pues por las mismas fechas “le cayó chahuistle, un tipo helada, una brisa que quema la flor”.
La siembra de cempasúchil se realiza desde los primeros días de julio. Es justo en las fechas importantes de la tradición del Día de Muertos, cuando se limpian los campos; la extenuante labor se hace desde las cuatro de la mañana de los días 1 y 2 de noviembre para llevar la mercancía desde temprano a los panteones: “Esta flor es mejor cortarla serenada, el rocío la mantiene fresca, la cortamos en tercios”.
“En el alba y el crepúsculo”
Para él, lo mejor del otoño es que en el alba y el crepúsculo son muy intensas la fragancia y la tonalidad de la flor que con sus propias manos sembró con la ayuda de sus seres queridos.
Cuando empezó con esta labor hace 27 años, la intención no era dedicarse de lleno a la comercialización de la flor, “pues en un inicio se trataba únicamente de una actividad que permitía a la familia solventar algunos gastos básicos”.
Sin embargo, con los años en Zacatecas aumentó la demanda, por lo que la venta de cempasúchil se convirtió en un mejor negocio en los principales panteones del municipio de Guadalupe y de la capital zacatecana.
Cuando comencé a venderla eran sólo tres surcos sembrados, ahorita son 260.
Uno de los principales deseos de Pedro Medina es que, al morir, su esposa, sus tres hijos y sus seis nietos y nietas, puedan seguir con la siembra del cempasúchil. Espera que las mismas flores que crecen en su campo, algún día decoren el altar que su familia erija en su memoria.