El olor a cempasúchil invadió el ambiente desde temprano. Familias enteras se apresuraban con más arreglos florales en mano, y mientras algunos rezaban, otros iban llegando con tamborazos, que luego sonarían al mismo tiempo desde varios puntos del panteón De Herrera.
Según refirieron los encargados de administrar este camposanto de la capital de Zacatecas, este 2 de noviembre llegaron cerca de 30 mil personas, cifra similar a la de otros años.
Eduardo Dueñas sostiene con fuerza un azadón que usa para juntar yerba y hojas secas acumuladas alrededor de la tumba de su hijo Jesús Alejandro. Hace una pausa para lamentar que el ayuntamiento no haya cumplido con su función de limpiar antes de esta fecha tan significativa.
El hombre refiere que desde que falleció su hijo, cada año lo visita. Su rostro cambia y su voz se entrecorta al recordar a quien fuera “un niño muy alegre”. Luego insiste en que el Municipio debe retribuir con un buen mantenimiento el pago que hacen los usuarios del panteón, para que así, el sitio esté en condiciones dignas.
En otro punto del también conocido como “el panteón de los pobres”, Juan Dueñas Ibarra acudió, como cada año acompañado de sus nietos, para arreglar la tumba de su madre.
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Mientras los pequeños se afanan en acomodar las flores y en pintar el barandal que rodea la tumba de su bisabuela Juana, recuerda con cariño a su madre como “una gran persona que nunca le negaba un vaso de agua a nadie, ni algo de comer”.
Objetos extraños
A solo unos metros, el panteón La Purísima lució menos concurrido y más silencioso. Según autoridades municipales, a este solo acuden 10 mil personas.
Junto con su esposo, María de la Torre limpia las tumbas de sus padres. Ella también hizo notar la falta de mantenimiento y expresó su preocupación por haber hallado “objetos extraños” en las lápidas.
"Encontramos cruces de tela tanto en la tumba de mi papá como de mi mamá, cubrían totalmente la parte de arriba (…) no sabemos si es cosa de brujería, santería, no sabemos qué pasa”, comentó, para luego pedir a las autoridades aumentar la vigilancia.
Recordó que en otros años llevaban flores artificiales tanto a su padre Miguel como a su madre María de la Luz, pero los arreglos desaparecían el mismo día. Sospecha que hay personas que los revenden afuera del panteón.
En otra sección del “panteón de los ricos”, Leticia Peralta visita la tumba de sus padres, Armando y Ana María, quienes fallecieron hace 40 y 10 años respectivamente: “Procuramos no fallar cada 2 de noviembre", externó.
Además, mencionó que cuando visitan a sus difuntos procuran arreglar las tumbas y colocarles flores, además de hacer alguna oración. No obstante, lamentó la desatención en la que se encuentra el panteón, el cual luce en peores condiciones que otros años.
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