Fresnillo, Zac.- La de Karen Pérez y Camilo Gallegos es una historia de esfuerzo y amor. Una historia de lágrimas, sudor y sangre, que inicia cuando esta pareja de paramédicos se conoció.
Han pasado ocho años desde que su pasión por ayudar a los demás los uniera. Han vivido grandes momentos cada vez que llevan a un paciente a salvo al hospital, pero también han tenido días fuertes en los que ni todo el empeño y amor del mundo pueden darles fortaleza para afrontar como si nada que uno de sus pacientes muera en mitad de traslado.
Lo de Camilo y Karen es una historia de blancos y negros, de momentos buenos y momentos malos. Pero tal como se lo prometieron en el altar, “en las buenas y en las malas hasta que la muerte los separe”.
Ahora miran al futuro optimistas, insaciables por aprendizaje, agradecidos con la vida y encaminando a dos niños fruto de su amor donde el más grande sueña con seguir los pasos de sus padres.
El primero que ingresó a la Cruz Roja, fue Camilo, pues la demanda en aquel tiempo la atención pre hospitalaria era tanta, que decidió inscribirse en la escuela para convertirse en técnico en urgencias médicas y hacer mejor su trabajo.
En tanto Karen, cursaba la escuela de enfermería y fue tanto el amor que le tomó a Camilo que ingresó al mundo de los paramédicos al acompañarlo como socorrista de la Cruz Roja, donde no sólo compartían su compañía, sino que también el amor por ayudar a quien más lo necesitaba.
Fue en este ambiente donde luego de varios años de combinar el trabajo y su relación, unieron sus vidas y tuvieron a Axel, su hijo que ahora tiene ocho años y al bebé que acaban de traer al mundo.
Han pasado los años y Karen labora en la Red de Emergencias Médicas de Zacatecas (Remeza) y en la Cruz Roja delegación Fresnillo, pero su trabajo no termina ahí pues quitándose el uniforme se convierte en madre y ama de casa.
Mientras que Camilo, también continúa de paramédico no sólo en la Cruz Roja, sino también en la empresa Minera Fresnillo, donde apoya en los accidentes que se llegan a presentar dentro de la empresa.
Entre lágrimas, Camilo aún recuerda uno de sus primeros servicios y que lo ha marcado en su vida profesional, cuando salía de la escuela de técnico en urgencias médicas y un reporte al sistema de emergencias alertó que se había registrado una explosión en la calle Encino de la zona centro, donde sólo recuerda haber caminado entre charcos de sangre y personas que clamaban ayuda.
“Fue impresionante ver la cantidad de personas con lesiones en ese lugar, además, en una guardería que se encontraba a un costado tenían a varios lesionados y en el lugar tenía que pasar por charcos de sangre para atenderlos y ver la manera de cómo quitarles las esquirlas que se quedaron incrustadas en sus cuerpos por la explosión”.
Mientras que Karen recuerda con tristeza cómo en su primer servicio en ambulancia no pudo contener el llanto, al atender un reporte de una persona que sufrió un paro cardíaco y murió, pues observó como la esposa lloraba y al tratar de consolarla, ella se puso a llorar junto con ella.