Del 2018 al 2020 un total de siete mil 527 niñas y adolescentes entre 10 y 19 años se convirtieron en madres en Zacatecas, según información proporcionada por la Secretaría de Salud.
En 2018 hubo tres mil 430 nuevas madres; en 2019 tres mil 261 y en lo que va del 2020 hay 741 niñas o adolescentes ejerciendo una maternidad.
Según cifras brindadas por la Dirección General de Información en la Salud del Sistema Nacional de Información de Salud (Sinais) a través de la plataforma de transparencia del Instituto Zacatecano para el Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (IZAI), durante el 2018 en el territorio del estado se realizaron mil 668 abortos o legrados en alguna unidad médica de la Secretaría de Salud de Zacatecas (SSZ).
Los municipios que presentan mayor índice en esta atención médica se encuentran las localidades de Guadalupe y Zacatecas con 923, en Fresnillo 518, Jerez y Loreto con 87 y 94 legrados respectivamente en ese periodo de tiempo. Además de que los diferentes tipos de abortos que se dieron en ese año fueron en mujeres de 20 a 24 años con 402, seguidas por la de 25 a 29 años con 345 y las de 15 a 19 años con 334.
- Maternidades obligadas -
“Obligar a una niña a parir, obligar a una niña a ser madre es una terrible violación a los derechos humanos”, considera la activista Mara Muñoz Galván, quien destacó que los embarazos en niñas deriva de la violencia sexual; una niña no puede dar consentimiento para tener relaciones sexuales, eso denomina violación.
En 2017 el registro fue de 30 mil 643 nacimientos en el estado, el 19 por ciento correspondiente a mujeres menores de 20 años.
En México, el 70 por ciento de las niñas y adolescentes de entre 10 y 14 años que tuvieron un hijo o una hija, reportaron que el padre tenía entre 18 y 78 años; cuatro millones 400 mil mujeres consultadas por la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) en 2016, sufrieron abuso sexual durante la infancia.
El contexto en el que se da la violación, en consecuencia el embarazo infantil, se da en espacios de confianza, en las escuelas, en las familias, con la persona de la tienda de la esquina, es decir, en donde incluso los padres y madres relajan el cuidado de las niñas por considerar que esos hombres que las rodean son personas en las que pueden confiar.
En Zacatecas no se cuenta con una política de educación integral que desde las primeras infancias enseñe a niñas y niños cuestiones relativas de su cuerpo, al respeto, a su sexualidad, al derecho a decir que no y al no ser tocados.
La activista y defensora de Derechos Humanos, Cristela Trejo Ortiz, destacó que en ciertas ocasiones puede existir “estupro”, es decir una “seducción”, un engaño hacia la niña o la adolescente, existiendo una disparidad de edad con su pareja “que hace que sea un abuso”, en la psicología se conoce como “violador seductor”, que enganchan a las niñas.
Hablando de violencia sexual, no existe un consentimiento por medio de una “seducción”, algunas niñas y adolescentes son abusadas y resultan embarazadas, destacando que cualquiera que de estas dos situaciones son graves y deben sancionarse, en ambas sus derechos deben ser garantizados para interrumpir un embarazo no consciente, no deseado, o forzado.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) indica que las niñas y adolescentes que fueron víctimas de un abuso no necesariamente tienen que denunciar, y cuentan con el derecho de realizarse un aborto legal y seguro. El 80 por ciento de los agresores son tíos y primos y el otro 20 por ciento son personas cercanas al ambiente familiar (primer contacto).
- Realidad del sistema de salud -
“Tenemos casos de niñas que dicen, sáquenme lo que me puso en la panza, no lo quiero, que pierden la vida en el parto o en la cesárea porque su cuerpo no está desarrollado para llevar a cabo un embarazo saludable”, comenta la activista Trejo Ortiz.
Además la activista considera que “la realidad es que en México el Sistema de Salud se encuentra lleno de prejuicios y de ‘objeción de conciencia’ que no tiene que ver con ética profesional y sí con una carga subjetiva de lo que la persona considere bueno o malo”.
“La Suprema Corte dice que en todos los hospitales del Sector Salud debe existir por lo menos un médico o una médica que acompañe y que no tenga obstáculos para hacer un aborto legal y seguro”.
“La cultura machista sigue presente, obliga a que estas niñas y adolescentes lleven adelante el embarazo y a parir que hay que tenerlo, que hay que sacrificarse, sin entender que no es un hijo, que es un embrión que está en desarrollo, no existe la construcción que tienen muchas mujeres adultas con base en la ciencia los estados de un embarazo”.
Por su parte, Muñoz Galván destacó que en las instituciones de salud no existe una política consistente, de capacitación y vigilancia para la NOM (Norma Oficial Mexicana) 046 que señala que al existir conocimiento de un hecho de violencia sexual y embarazo producto de violencia sexual tiene que dar vista al Ministerio Público para que se lleva a cabo la práctica de la interrupción legal del embarazo.
“Eso no lo vemos por parte de la Secretaría de Salud de Gobierno del Estado”, hasta ahora no se ha tenido conocimiento sobre algún caso de una niña obligada a parir, sin embargo, el hacer válido este derecho resulta problemático para las víctimas, en ocasiones por la desinformación e ignorancia se cree que debe existir una autorización.
- Pobreza económica -
Cristela Trejo Ortiz, destacó que en los casos en donde niñas y adolescentes tienen menos herramientas, incluso económicas, que viven pobreza, resulta más complicado que se les apoye y se garantice el cumplimiento de sus derechos, la desigualdad está presente.
“Es común que las familias con un ingreso económico mejor incluso las lleven a abortar a la Ciudad de México sin denuncia o a otro país, a Estados Unidos en específico, las niñas y las adolescentes más pobres son las más vulnerables”.
En este mismo sentido, Muñoz Galván indicó que las niñas que se encuentran en una situación de pobreza económica son más vulnerables a estos riesgos en ocasiones tienen que trabajar y relacionarse con personas adultas sin la supervisión de sus padres y madres, en otros casos viven en condiciones de hacinamiento y comparten habitación con sus hermanos, sus primos, su padrastro y su propio padre.