Llegó Zacatecas a la Basílica de Guadalupe

Al grito de ¡Arriba Zacatecas! y ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, inició la ceremonia religiosa

Juan Castro

  · miércoles 12 de septiembre de 2018

Son ya 132 años de la peregrinación de la Diócesis de Zacatecas a la Basílica de Guadalupe / Cortesía Basílica de Guadalupe

CDMx.- “No venimos aquí para irnos vacíos, sino para irnos llenos”, indicó el obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, al oficiar la misa en la Basílica de Guadalupe, y señaló que este día 12 de septiembre no es sólo una tradición, “algo que se acostumbre, traemos nuestra vida, venimos a agradecer, hemos recibido tantos dones, traemos a nuestra gente querida, a nuestra gente amada”.

En el 132 aniversario de la peregrinación de la Diócesis de Zacatecas a la Basílica de Guadalupe, agregó que “traemos anhelos, traemos preocupaciones, traemos nuestras cruces de cada día, traemos sobre todo, esperanza, no venimos aquí para irnos vacíos sino para irnos llenos, irnos mejores”.

Al grito de ¡Arriba Zacatecas! y ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, inició la ceremonia religiosa, y entre las palabras de: hoy la Basílica abre sus puertas para recibir al pueblo de Dios de la Diócesis de Zacatecas, sean bienvenidos en asa de nuestra madre, corazón de nuestra patria, del continente, de la esperanza.

El obispo Sigifredo Noriega Barceló señaló que: “como toda buena Madre, ella no quiere nada para ella, todo para sus hijos”.

La casita de María, hemos venido de nuestra casita, de nuestra casa, y hemos venido a esta casa común, que han construido los hijos de María durante varias generaciones.

“No sólo es la casa material, este magnífico templo que vemos y disfrutamos, son, sobre todo, las tierras vivas que edifican cada día la iglesia en su casa”.

“Allá en la comunidad en la que viven, en el pueblo, en las calles y momentos de la vida.

“Venimos de nuestra casa, ese domicilio que conocemos muy bien, ahí donde soñamos pero también ahí donde trabajamos, ahí donde sufrimos, solamente el que ama sufre.

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“Venimos pues, de ahí de esa casa donde se tejen las mañanas y las tardes, donde no solamente rezamos, sino que vivimos los misterios luminosos, los gozosos, los dolorosos y los gloriosos de la vida.

“Venimos de nuestra casa, este día 12 de septiembre, a qué venimos, por qué venimos, no es sólo una tradición, algo que se acostumbre, traemos nuestra vida.

Aquí nos sentimos amados, escuchados, comprendidos, somos hijos, no somos un número más, una estadística más, tenemos la firme certeza de la fe, de que no estamos solos.

“De nuestra casa a la casa de María para conocer más a su hijo, para seguirlo mejor.

“Qué casa quiere María que construyamos en Zacatecas, qué casa quieren que construyamos en esa iglesia, en nuestra iglesia, qué casa quiere María que construyamos en este nuestro México, que vive este tiempo.

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Queremos volver a nuestras raíces para ir más allá, para dar los frutos de la vida.

“El año 2031, en 13 años más, se cumplirán 500 años de aquella primera petición, quiero una casita, el gran acontecimiento que ha dibujado y sigue dibujando una identidad y un rostro especial, que da identidad y nombre a un pueblo que lucha cada día por su dignidad, por realizar sus aspiraciones.

“Es la razón por la que los obispos en México, a petición del Papa Francisco, en su visita al país, están trabajando en un proyecto global general de pastoral, a través del cual se construya la casa que quiere María para sus hijos, en estos años tan desafiantes del siglo XXI y este proyecto busca animar, inspirar, formar, acompañar y lanzar la misión a todo el pueblo de Dios, la misión es hacer presente a Jesucristo y hacer presente su reto.

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“Se busca una casa donde habite la fe, donde se alimente la esperanza, donde la caridad sea estilo de vida, una casa donde todos los hijos de María encontremos cobijo y sea respetada nuestra dignidad de hijos y hermanos.

Una casa iglesia comprometida con la construcción de la paz y las desafiantes causas sociales, una casa pueblo de Dios, donde construyamos comunidades fraternas, solidarias, una casa hogar buena, de renovados misioneros.

“Una casita con las puertas y ventanas abiertas, a la redención de Jesucristo que ha venido a traernos y en la que María está y sigue y seguirá profundamente comprometida.

“Dejemos a un lado nuestra pasividad y nuestra falta de compromiso”.

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