En la Misa Crismal recuerdan a sacerdotes fallecidos por Covid

Sigifredo Noriega Barceló enfatizó que el pueblo de Dios que está en modo sinodal

Juan Castro │ El Sol de Zacatecas

  · miércoles 31 de marzo de 2021

Esta misa es única durante el año y sólo la preside el obispo, concelebrada con los presbíteros de la Diócesis. Participa una representación laical. / Cortesía │ Diócesis de Zacatecas

Este miércoles de Semana Santa se llevó a cabo la Misa Crismal, encabezada por el obispo Sigifredo Noriega Barceló, donde los sacerdotes de toda la Diócesis renovaron sus votos y se llevó a cabo la consagración del santo crisma y los óleos.

La familia presbiteral recordó con especial afecto y gratitud a los padres Francisco Vargas, Juan Ignacio Casas, Refugio Arroyo, Manuel Ávalos, Luis Miguel Valdivia, Ezequiel Moya, Juan Padilla, Jesús Araiza, Luis Salazar, Lauro Salcedo y Fernando Torres, 11 sacerdotes fallecidos en el año Covid.

Esta misa es única durante el año y sólo la preside el obispo, concelebrada con los presbíteros de la Diócesis. Participa una representación laical.

Es el momento eclesial por excelencia.

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El obispo Sigifredo Noriega Barceló recordó que el año pasado la misa Crismal fue a través de una representación a través de los decanos y vicarios.

Este año estuvieron sacerdotes, vida consagrada, presbíteros y diáconos Covid, que surgieron precisamente en estos tiempos tan demandantes y tan desafiantes.

Noriega Barceló enfatizó que el pueblo de Dios que está en modo sinodal, “en estos días donde Dios se sigue manifestando en la tormenta de la pandemia, pero también en la búsqueda de respuestas solidarias”.

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El obispo recordó especialmente a todos los agentes de pastoral que han terminado su misión en estos meses de duras pruebas, unos a causa del Covid y otros a causa de la violencia asesina.

“El año 2021 puede ser el año de gracia, ¿será el año de gracia? confiamos que sí, por eso estamos aquí, agradezcamos y dejemos que el Espíritu Santo nos transforme para que seamos testigos, actores y protagonistas de la novedad del Evangelio, sembradores de esperanza, reflejos de la siempre fresca compasión del ungido, comprometidos en el consuelo y acompañamiento de quienes han tenido enormes pérdidas en la tormenta de la pandemia, que no termina de poner en evidencia nuestras fragilidades”.

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