Después de 28 años de espera, el matrimonio Fernández Estupiñán finalmente pudo abrazar nuevamente a su hijo José, radicado en Estados Unidos. Al igual que ellos, el señor Leopoldo de la Rosa cumplió el anhelo de reencontrarse con su hija Elia tras 25 años de separación. Estas historias forman parte del Programa Corazón de Plata, una iniciativa del gobierno de Zacatecas que trabaja para reunir familias divididas por las fronteras.
El pasado fin de semana, dos grupos de 48 padres y madres zacatecanos viajaron desde México hacia Oklahoma e Illinois para reencontrarse con sus hijos e hijas.
Los encuentros estuvieron cargados de emoción: lágrimas, abrazos y sonrisas marcaron el ambiente en las recepciones organizadas por las federaciones de clubes zacatecanos en Tulsa e Illinois. En cada reunión, pancartas, globos, flores y música mexicana crearon el escenario perfecto para estos momentos inolvidables.
Un puente entre generaciones y fronteras
El Programa Corazón de Plata, impulsado por el gobernador David Monreal Ávila a través de la Secretaría del Zacatecano Migrante (Sezami), ha permitido que cientos de familias vuelvan a conectar. Según Iván Reyes Millán, titular de la Sezami, esta iniciativa "es un acto de justicia social" que fortalece los lazos familiares y reconoce la importancia de la comunidad zacatecana en el extranjero.
Reyes Millán destacó que Corazón de Plata no solo facilita la reunificación familiar, sino que también se ha convertido en un modelo reconocido por el Consulado General de Estados Unidos en Monterrey. Gracias a este programa, muchos padres y madres lograron obtener la visa B1/B2 tras varios intentos previos. Este documento, válido por 10 años, permitirá visitas frecuentes a sus seres queridos.
Raíces y recuerdos compartidos
Los beneficiarios de esta etapa del programa provienen de diversas comunidades de Zacatecas, como Río Grande, Guadalupe, Jerez y Villanueva, entre otras. Durante un mes, estos padres y madres podrán convivir con sus hijos e hijas, conocer a sus nietos y reforzar los lazos que habían sido desgastados por la distancia y el tiempo.
El impacto del programa trasciende lo individual. En palabras de Florencia Trejo, presidenta de la Federación de Clubes "Casa Zacatecas" en Tulsa, "estos reencuentros son una manera de honrar nuestra cultura y nuestras familias, porque mantenernos conectados es la esencia de quienes somos como comunidad".
El poder de un abrazo
Las imágenes de estas reuniones quedarán grabadas en la memoria de quienes las vivieron y de quienes fueron testigos. Para familias como la de los Fernández Estupiñán o los De la Rosa, el programa no solo significó un viaje físico, sino también uno emocional, un recorrido hacia la esperanza y el amor.
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