El precio de algunos productos de la canasta básica creció más del doble, incluso casi el triple, esto al cierre de marzo en su comparación anual.
La cebolla, por ejemplo, tuvo un alza de 199 por ciento en el precio del kilo, seguida del limón, con un incremento de 114 por ciento, de acuerdo con un monitoreo del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
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Los productos agropecuarios han sido de los más impactados por la inflación, donde destaca que la canasta básica en general tuvo un aumento de 13.4 por ciento al cierre de marzo, casi el doble de la inflación general.
Esta alza de precios es cuatro veces mayor a la inflación en la canasta básica registrada en marzo de 2019, previo al impacto de la pandemia, la cual fue solo de 3.4 por ciento.
En adelante, la escalada de precios ha sido imparable, llegando a niveles máximos en dos décadas.
De acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de marzo, publicado el jueves por el Inegi, los productos agropecuarios son los que han tenido mayor incremento en precios en un año.
La estacionalidad, los problemas logísticos a causa de las irrupciones en las cadenas globales, el alza en los energéticos y la escasez de insumos como el fertilizantes provocada por la guerra en Ucrania, son solo algunos factores que han impactado a los precios de frutas, verduras y hortalizas, entre otros.
Juan Carlos Anaya, director general del GCMA, indicó que no se ve una baja en los precios de los productos alimenticios de la canasta básica en el mediano plazo, debido a la presión de los futuros de maíz, trigo y soya.
“De aquí a octubre seguirán los niveles altos, hasta la cosecha en Estados Unidos, pero de no haber siembra en Ucrania (por la guerra) la oferta será limitada y la demanda es alta. En frutas y hortalizas la demanda de exportación sigue récord lo que hace que los precios se mantengan al alza, algo bueno para el productor pero no para el consumidor”, comentó.
En el sector de las frutas, además del limón, hubo un alza destacada en el aguacate, de 87.5 por ciento. La manzana, uva, toronja, naranja, plátano, papaya, mango, durazno y manzana, entre otros, tuvieron todos incrementos de doble dígito, entre 10 y 44.5 por ciento, de acuerdo con el reporte del GCMA.
Dentro de las hortalizas, además de la cebolla el reporte destacó un alza de 71.2 por ciento en el chile serrano. Otros chiles como el jalapeño y el poblano, además del jitomate, tuvieron incrementos de más de 40 por ciento.
Los granos, que alcanzaron niveles récord de importación el año pasado, tuvieron un alza generalizada de cinco por ciento, impulsada por la harina de maíz y trigo, aceites y grasas, así como el maíz para las tortillas, con aumentos de doble dígito.
Entre los productos pecuarios la carne de res encabezó los encarecimientos, con 18.3 por ciento, seguida del tocino, la leche, el pollo y el cerdo, todos con incrementos de doble dígito.
Ante la inflación desmedida, que ha alcanzado su mayor nivel en más de dos décadas, la cual ha sido impulsada principalmente por los energéticos y varios productos agropecuarios, el gobierno federal ha planteado una política de control de precios.
La imposición de precios por parte de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se daría primordialmente en los alimentos de la canasta básica, como señaló el propio jefe del Ejecutivo federal.
“Estamos haciendo un plan de producción de alimentos para que haya más oferta y podemos también con los alimentos controlar la inflación. Lo mejor para frenar la inflación es producir, que haya oferta, pero también ayuda el control de precios”, informó el mandatario recientemente.
El director general de GCMA recordó que la historia en México y otros países que han aplicado este tipo de medidas muestra malos resultados y distorsiones en el mercado.
“Se perjudica a la producción al bajar precios y reducir la oferta, y con la demanda el precio sube más. Consideró que si el gobierno quiere ayudar a las familias de menos recursos, la mejor opción son los apoyos de forma focalizada”, señaló el especialista.
Señaló que el entorno que se avizora en 2022 es complejo que los dos anteriores, no solo por la continuidad del COVID-19, sino por los problemas inflacionarios derivados de la cadena de suministro a nivel global, el aumento de la pobreza y ahora por la alta dependencia que tiene México del exterior.
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