Cada vez es mayor el número de trasplantes que salvan la vida de personas que padecen enfermedades como la insuficiencia renal crónica.
Este año aumentó el número de trasplantes de riñón realizados en la Secretaría de Salud de Zacatecas, pasando de dos en el 2023 a seis en lo que va de este año.
El director del Centro Estatal de Trasplantes, Néstor Alonso Lechuga García informó que actualmente las donaciones renales que realiza la Secretaría de Salud de Zacatecas, son de donador vivo.
Con motivo del Día Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos, El Sol de Zacatecas recabó testimonios de quienes recibieron otra oportunidad y recobraron la salud gracias a la medicina y, sobre todo, al acto de amor de personas que decidieron convertirse en donadores en vida.
“Valoro más la vida”
Cuando laboraba en el departamento de alumbrado público de Valparaíso, Eduardo Félix Juárez, de 39 años de edad, sufrió una descarga eléctrica que provocó que perdiera el funcionamiento de sus riñones.
Johana, su hermana, decidió donarle un riñón y tras un protocolo de trasplante que tardó más de año y medio, le fue practicado el trasplante en la unidad de alta especialidad 71 del IMSS en la ciudad de Torreón, Coahuila.
Mi vida ha sido dura, fue un cambio muy drástico porque debo tener muchos cuidados en mi alimentación, tengo altas y bajas en la salud, pero gracias a Dios es una bendición poder estar aquí vivo, gracias al trasplante y gracias a mi hermana.
Aunque por restricción médica, tampoco puede ya practicar deportes de contacto, desde boxeo y artes marciales, hasta futbol, aprecia más la vida luego de haber estado al borde de la muerte:
“Como trasplantado ahora valoro más la vida”, expresó al señalar la disciplina permanente de los hábitos sanos que debe mantener y que –opina- deberían de ser adoptados también por cualquier persona para evitar problemas posteriores en su salud.
“Ahora tengo una vida normal”
Los riñones de Ruth Alvarado Suárez, originaria del municipio de Calera, Zacatecas, no alcanzaron a desarrollarse y, como ella misma lo relata “se fueron secando” hasta que dejaron de funcionar cuando tenía 23 años.
A casi 20 años de que su padre le donó un riñón, dice disfrutar “una vida completamente normal”, dedicada a su vocación de modista y, en sus tiempos libres, al deporte.
Afortunadamente mi trasplante se realizó de forma rápida ya que tenía donante y solo duré 22 días con diálisis en mi casa, y mi protocolo para trasplante sólo duró 10 días
Reconoce que no todas las personas tienen la suerte de tener un familiar compatible y dispuesto a donar “y llegan a tardar años en poder recibir un riñón e incluso hay quienes mueren en la espera”.
Al respecto expresa: “No tengan miedo, el ser donador de órganos es uno de los actos más grandes de amor que pueden existir, pero hay personas que por ignorancia o miedo no lo hacen, sin embargo si se aumentara la donación de órganos y tejidos, serían muchas las vidas que se salvarían”.
“Es duro y desgastante”
Judith Ortega de Ávila, de 46 años, es originaria de Villanueva, y se dedica al hogar y a las ventas independientes. Tuvo que recurrir a un trasplante debido a que sus riñones dejaron de funcionar. Fue su esposo quien fungió como donador.
Menciona que su vida después del trasplante volvió a la normalidad en un 90% pues sigue con consultas continuas, además de tomar medicamentos de por vida.
Actualmente puede realizar la mayoría de las actividades cotidianas, excepto modificar su alimentación, cargar cosas pesadas, y usar zapatillas de tacón alto pues ello “tiene impacto físico” en su injerto y le causa dolor.
Judith pide a la población a no negarse a convertirse en donadores de órganos: “no se imaginan la cantidad de personas que hay en lista de espera (…) en la mayoría de las ocasiones no somos culpables de esta enfermedad, ojalá brinden una esperanza de vida a quienes viven con diálisis o hemodiálisis, pues es duro y desgastante moral, física y económicamente”.
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