Las 'Amotinadas de Miahuatlán', mujeres luchadoras que trascienden en el tiempo

Un hecho histórico que inauguró nueva sección en las mañaneras de Claudia Sheinbaum

Héctor Román / El Sol de Zacatecas

  · jueves 3 de octubre de 2024

Bajo el mando de tres de las esposas, el grupo enfrentó a los guardias y logró la libertad de los presos / Captura de pantalla

Durante la conferencia mañanera de este jueves 3 de octubre, en la sección ‘Mujeres en la historia’, encabezada por la presidenta de México Claudia Sheinbaum, se habló de un episodio poco conocido de la historia de México, “Las amotinadas de Miauhuatlán”.

El episodio registra que el 2 de octubre de 1811, un grupo de aproximadamente 100 mujeres tomaron por asalto el cuartel de Miahuatlán, Oaxaca, donde sus maridos habían sido reclutados de manera forzada por el ejército realista para combatir al ejército insurgente.

Bajo el mando de tres de las esposas, el grupo enfrentó a los guardias y logró la libertad de los presos; sin embargo, las lideresas fueron capturadas y juzgadas: Pioquinta Bustamante, Romana Jarquín y Mónica, la de San Ildefonso.

Según el libro “Miguel Hidalgo”, del escritor Paco Ignacio Taibo II, “A medianoche del 2 de octubre de 1811, y bajo la luz de la luna, se reunieron ante el cuartel de Miahuatlán un centenar de mujeres provocando el desconcierto de los soldados.

Al rato llegaron otras tres cargando varios garrotes, lo que hizo que el soldado José Pino, que se encontraba de guardia fuera a avisarle a su teniente; pero ya para entonces las mujeres avanzaban sobre el cuartel con ánimo de bronca.

El teniente Lanza ordenó que mataran a las primeras que intentaran entrar y repartió lanzas a los soldados, pero muchos de estos se quedaron inmóviles, y las mujeres cargaron rompiendo el sable en tres pedazos de uno que intentó resistirse; y “armando gran algazara” entraron en el cuartel apaleando soldados y dispersando a los más, rompiéndole la cabeza al cabo Hermenegildo.

Las mujeres traían también machetes y cuchillos y amenazaron con usarlos contra los oficiales, no contra los soldados, que muchos eran sus maridos y que no querían hacer guerra a los insurgentes. Pero no hizo falta porque oficiales y clases salieron huyendo. En la causa establecida para aclarar las razones del motín y juzgar a las cabecillas Pioquinta Bustamante, Romana Jarquín y Mónica la de San Ildefonso, se dijo como argumento inculpatorio y no fue desmentido, que las mujeres habían estado echándose unos tragos antes en la plaza, para reunir valor”.


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