Fue un 17 de agosto, pero de 1869, cuando se registro la primer muerte por atropellamiento. Una mujer británica de nombre Bridget Driscoll, paseaba por el Palacio de Cristal de Londres, cuando un automóvil de la compañía Anglo-French Motor Carriage, que daba una exhibición, alcanzó a la mujer que cruzaba la calle.
Según información de la época, en ese entonces los coches alcanzaban velocidades máximas de 16 kilómetros por hora, y los organizadores de la muestra de lo que llamaban “coches sin caballos” habían limitado la velocidad a sólo seis kilómetros por hora.
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El conductor del coche en cuestión era James Edsall, que perdió el control y se dirigió contra Bridget Driscoll, que paseaba con una de sus amigas y una de sus hijas. “¡Apártense!”, gritó el conductor al mismo tiempo que hacía sonar la campanilla del coche, según relataron testigos.
La mujer no pudo esquivar al vehículo y cayó al suelo, dándose un fuerte golpe en la cabeza, que fue lo que le provocó la muerte.
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El caso llegó hasta las autoridades de justicia y se determinó que la muerte había sido accidental, por lo que al conductor del coche no se le aplicó ningún cargo.
En honor a Bridget Driscoll, la Organización Mundial de la Salud instauró el 17 de agosto como el Día Mundial del Peatón.
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