La Iglesia Católica celebra este domingo la Epifanía del Señor, que recuerda que, tres sabios guiados por una estrella, se aventuraron hacia Belén para adorar al recién nacido niño-Dios, llevando regalos simbólicos: oro, incienso y mirra. Fueron llamados los tres reyes magos.
Según el Evangelio de San Mateo, eran sabios de Oriente dedicados al estudio de la astrología.
Aunque su origen exacto es incierto, algunas teorías sugieren que podrían haber sido persas, vinculados al sacerdocio de magos en la antigua Media.
¿Por qué llevaron oro, incienso y mirra al Mesías? Estos regalos simbolizaban la divinidad (oro), la vida sin pecado (incienso) y los sufrimientos futuros en la cruz (mirra). Cada presente encerraba un significado profundo en la narrativa cristiana.
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A lo largo de los siglos, la representación de los Reyes Magos ha evolucionado. Desde su primera aparición en un mosaico del siglo VI en la Iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena, hasta las diversas interpretaciones artísticas que han dado lugar a la simbolización de las tres razas humanas según los tres hijos de Noé.
Cómo murieron los tres Reyes Magos
Según la tradición cristiana, los tres reyes magos fueron martirizados por su fe.
Luego de su visita al Niño Jesús en Belén, fueron advertidos en sueños de que Herodes, rey de Judea, quería matar al niño. Por ello, regresaron a su país por otro camino, evitando así a Herodes.
Al enterarse de que los magos no habían regresado, Herodes ordenó la matanza de todos los niños menores de dos años que vivían en Belén. Este episodio, conocido como la matanza de los inocentes, es uno de los más trágicos del Nuevo Testamento.
Los reyes magos, por su parte, continuaron predicando el Evangelio por Oriente Medio. Finalmente, fueron capturados y martirizados por su fe en Cristo.
La tradición sitúa el martirio de los reyes magos en la ciudad de Sebaste, en Armenia. Allí, fueron crucificados cabeza abajo por orden del rey Abgar V.
Sus cuerpos fueron trasladados posteriormente a Constantinopla, donde fueron enterrados en una basílica.
En el siglo IV, la emperatriz Elena, madre del emperador Constantino I, encontró los restos de los reyes magos en Constantinopla. Los trasladó a Milán, donde se construyeron tres iglesias en su honor.
En el siglo V, los restos de los reyes magos fueron trasladados a Colonia, Alemania, donde se encuentran actualmente en la catedral de la ciudad.
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La muerte de los reyes magos es un símbolo del sufrimiento que los cristianos han padecido a lo largo de la historia por su fe. Su martirio es un recordatorio de que la fe en Cristo puede dar sentido a la vida, incluso en medio del sufrimiento.
La historia de los Reyes Magos, desde su enigmática llegada a Belén hasta su misteriosa muerte y la travesía de sus reliquias, sigue fascinando a lo largo de los siglos, dejando una huella indeleble en la historia y la tradición cristiana.