Las posadas son una celebración vinculadas a la religión que, según Gustavo Bocanegra, catequista y maestro en Pedagogía Catequética por la Universidad Lumen Gentium, se han desvirtuado en los últimos años.
“Una posada es un camino de preparación. No es una borrachera, tampoco es un momento para que la gente hable mal unos de otros, para ver quién tiene más o menos dinero o quién se liga a quién”, dijo Gustavo Bocanegra.
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“La riqueza de las posadas y la posibilidad que nos brinda cada uno de esos nueve días para acercarnos a la gente es muy grande. Se puede aprovechar como convivencia, pero también para Evangelizar y para atraer a las personas. No estamos en contra de que se baile y de que se celebre”
El origen de las posadas
La primera posada navideña se realizó en México en el año de 1587, bajo la petición de Fray Diego de Soria, quien comenzó a realizar nueve misas antes de la llegada de la Navidad; esto con el fin de honrar y avivar la memora de la peregrinación que hicieron María y José para el nacimiento de Jesús.
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La primera posada, como tal se realizó en Teotihuacán, en el convento de Agustín de Acolman, ahora del 16 al 24 de diciembre las posadas se celebran en la gran mayoría de los pueblos, ciudades y comunidades de México y en algunos países de Centro América.
Con el paso del tiempo, las posadas salieron del convento y se abrieron paso en los barrios de pueblos y ciudades de todo México, integrando al mismo tiempo nuevos elementos como los peregrinos que simbolizan la per