¿Por qué ir a un hotel perdiendo nuestro tiempo, nervios y energía cuando el hotel puede venir a nosotros? Con esta pregunta en mente un equipo de diseñadores ha ideado un proyecto de habitación de hotel inteligente, móvil y autónoma.
La “suite” de viaje autónoma (ATS, por sus siglas en inglés) del estudio Aprilli, en Toronto (Canadá) es una habitación de hotel compacta y sin conductor, que ofrecerá un servicio de transporte puerta a puerta entre el hogar y el destino del viajero.
Está equipada con las instalaciones básicas para dormir, trabajar y el aseo, lo que permitirá a sus huéspedes usar de manera más eficiente y productiva su tiempo de viaje entre distintas ciudades, que llega a ser de muchas horas.
Los llevará a distintos destinos, sirviéndoles como su vehículo personal y habitación de hotel móvil, según sus diseñadores (www.aprilli.com) .
“Esta “suite ambulante” tendrá una plataforma central de comunicaciones, llamada interface autónoma, que controlará las operaciones y servicios de las ATS en circulación y de las instalaciones fijas de este sistema hotelero”, informa a EFE Steve Lee, fundador y diseñador principal de Aprilli.
“Los viajeros especificarán su destino y los servicios que necesitan mediante una aplicación informática (app) en línea, y la habitación móvil será enviada automáticamente a su domicilio”, explica.
Red de hoteles “nodriza”.
La interface autónoma analizará las mejores rutas y se comunicará con las instalaciones de apoyo cercanas, para gestionar los servicios que el viajero desea en el camino.
También controlará automáticamente el ambiente interior de la “suite” y verificará el estado del vehículo para garantizar que todo funcione en las mejores condiciones.
Las habitaciones operarán en el seno de una red de instalaciones u hoteles autónomos, distribuidos por la geografía del país, denominada cadena hotelera autónoma (AHC, por sus siglas en inglés), donde se estacionarán y recibirán los servicios que necesite el viajero (https://vimeo.com/293567974).
Las AHC, una especie de “hoteles nodriza” con dársenas para recibir y acoger a las “suites viajeras”, proporcionarán servicio de restaurante, sala de reuniones, spa, piscina y gimnasio, además de servicios de limpieza, mantenimiento y recarga eléctrica.
Estos hoteles contarán con drones que llevarán a las “suites” lo necesario, como baterías o un servicio de habitaciones y dispondrán de módulos adicionales, que se podrán acoplar a las ATS estacionadas aumentando su capacidad para alojar familias.
“La “suite” es una habitación móvil diseñada, mantenida y operada por profesionales de la hostelería, y dotada de muebles, equipo, ambiente y condiciones adecuadas para los viajes de larga distancia”, según Lee.
Competirá con aviones y trenes
“Comparadas con los viajes en avión o tren que requieren múltiples traslados y registros (check-in), las ATS funcionarán como un automóvil de alquiler y habitación de hotel a la vez, brindando horarios flexibles, privacidad, comodidad y movilidad a un costo más bajo”, añade.
Señala que el alquiler de una ATS será una opción más económica en comparación con los vuelos o los viajes en tren, y ese costo será aún más competitivo si viaja más de una persona.
“En EE.UU. buena parte del transporte entre las principales ciudades se realiza mediante vuelos y trenes, que requieren traslados secundarios para ir o venir del aeropuerto o la estación, así como esperas, registros y trámites que añaden varias horas al tiempo total del viaje”, según Aprilli.
“En este país la infraestructura de conducción y hostelería autónoma podría desarrollarse de forma relativamente rápida”, apunta.
Por su parte Steve Lee señala a Efe que la “suite” autónoma “traerá más libertad y comodidad al turismo, ya que los viajeros podrán programar su itinerario con la máxima flexibilidad”.
Adelanta que las compañías podrán ofrecer distintos paquetes turísticos y compartirlos en una plataforma en línea, que los turistas podrán seleccionar y usar mediante sus “apps” e interfaces autónomas.
“Gracias a las tecnologías de este sistema, el viajero no tendrá que preocuparse por las barreras idiomáticas ni entender las instrucciones que reciba cuando visite un lugar”, concluye Lee.