En el camino hacia la igualdad de género en el mundo laboral, un fenómeno ha sido objeto de atención y análisis en las últimas décadas es el llamado "techo de cristal".
Según la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), "El techo de cristal se refiere al conjunto de normas no escritas al interior de las organizaciones que dificulta a las mujeres tener acceso a los puestos de alta dirección".
El concepto surgió en la década de 1980 en el contexto de las empresas estadounidenses, y desde entonces ha cobrado relevancia a nivel mundial. A pesar de los avances en términos de igualdad y representación femenina en el trabajo, las estadísticas siguen mostrando que las mujeres enfrentan obstáculos significativos para ascender en sus carreras.
"El techo de cristal es un término acuñado desde el campo de la psicología para referirse a las barreras invisibles, difíciles de traspasar, que representan los límites a los que se enfrentan las mujeres en su carrera profesional, no por una carencia de preparación y capacidades, sino por la misma estructura institucional", según el Instituto Nacional de las Mujeres.
Causas del techo de cristal
Las razones detrás del techo de cristal son diversas y complejas. Entre las más mencionadas se encuentran:
Estereotipos de género: Las percepciones y roles de género tradicionales pueden conducir a la falta de confianza en las capacidades de liderazgo de las mujeres.
Redes de contacto limitadas: Las mujeres a menudo tienen acceso limitado a las redes de contactos que son cruciales para las oportunidades laborales.
Discriminación y sesgo: La discriminación, tanto abierta como sutil, puede influir en las decisiones de contratación y promoción, favoreciendo a los hombres sobre las mujeres.
Falta de políticas de apoyo: Muchas organizaciones carecen de políticas efectivas que promuevan la diversidad y la inclusión, lo que perpetúa la desventaja de las mujeres en el lugar de trabajo.
Consecuencias del techo de cristal
El impacto del techo de cristal va más allá del empleo individual; afecta a las organizaciones y a la economía en su conjunto. Según expertos, la falta de mujeres en roles de liderazgo limita la innovación y la creatividad.
Las empresas con diversidad de género en sus equipos de alta dirección son más propensas a tener un mejor rendimiento financiero y a ser más resilientes frente a desafíos del mercado.
A pesar de los desafíos, existen medidas que se están tomando para romper el techo de cristal. Organizaciones en todo el mundo están implementando políticas de igualdad de oportunidades, programas de mentoría, capacitaciones sobre sesgo inconsciente y medidas que promueven un ambiente laboral inclusivo.
Además, movimientos como el de "mujeres en el liderazgo" están ganando fuerza, fomentando la visibilidad de las mujeres en posiciones de poder y visibilizando sus logros, lo que puede servir como inspiración para las generaciones futuras.
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