En México una tradición muy arraigada en los funerales es la cruz de cal, que se pone en el sitio en el que se está velando el difunto. Es más común que este ritual se realice en los pueblos, donde los muertos son velados en sus casas, y no en funerarias.
En la antigüedad, cuando una persona fallecía su cuerpo era tendido en el suelo con la cabeza sobre un ladrillo y sobre una cruz de cal, que significa las tres horas de agonía que Jesucristo pasó en la cruz antes de morir y que al tender al difunto sobre de ella representa que se muere de la misma manera que él murió.
Después del sepelio se realiza un novenario de rosarios en honor al fallecido, que recuerda a los nueve meses que el difunto pasó en el vientre de su madre.
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Para colocar la cruz de cal se debe realizar un ritual, en el que se designan a los padrinos; estos deberán colocar cinco veladoras en la cruz de cal; cabeza, brazos, pies y una en el costado izquierdo, al lado derecho se pone un vaso con agua.
La cruz de cal deberá permanecer en el mismo lugar durante los nueve días que duren los rosarios a la persona fallecida.
Para levantar la cruz se realiza también un ritual; si la persona fallecida es un hombre la cruz la debe levantar un hombre, si es un niño debe levantarla un niño y si es una mujer o una niña se debe hacer de la misma manera, una mujer debe levantar la cruz o una niña de similar edad a la fallecida.
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La cal que formó la cruz, junto a la veladoras que se colocaron y flores, en el caso de de haya habido, se levantan y se deben llevar al panteón y colocarse sobre la tumba de la persona fallecida.
Esto último se debe hacer a las 12 de la noche, aunque algunas personas prefieren hacerlo durante el día; al colocar la cal y las veladoras se deberá rezar por el eterno descanso de la persona.
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