COLORADO SPRINGS. A 36 mil km de la Tierra, hacia el 20 de octubre de 2017, en el silencio del espacio, un satélite ruso llamado Luch u Olymp-K se acercó lentamente al satélite militar franco-italiano Athena-Fidus, un "acto de espionaje" denunciado por Francia un año después. Lo que pocos saben es que, unos días antes, el mismo satélite ruso había sido vigilado por un satélite militar estadounidense GSSAP, situado a apenas 10 km de distancia.
Desde 2010, los chinos también han demostrado ser capaces de pilotar satélites para aproximarlos a un objetivo.
Esas maniobras discretas son la expresión más concreta de la militarización del espacio, según expertos estadounidenses. Estados Unidos, Rusia y China tienen la capacidad de destruir satélites enemigos con misiles y, probablemente, con colisiones voluntarias.
Quizás estén diseñando incluso láseres para cegar o dañar satélites. Pero jamás se ha producido un ataque de este tipo en seis décadas de historia espacial.
La verdadera guerra de las galaxias es cibernética.
INTERFERENCIAS
La guerra del Golfo en 1991 fue la primera en la que EU utilizó realmente las herramientas espaciales, sobre todo el GPS para la navegación y los bombardeos.
Las primeras debilidades aparecieron en la guerra de Irak en los años 2000. Los iraníes comenzaron a intentar interferir en las señales satelitales estadounidenses, según Whelan.
Y en los últimos años, Rusia ha alterado varias veces las señales de GPS alrededor del mar Báltico y en otros lugares, obligando a los estadounidenses a buscar sistemas para evitar esas interferencias.
Todo el sector espacial, civil y militar ha empezado a adaptarse para protegerse ante las interferencias y los ciberataques, encabezados por EU y su milicia espacial.