Un grupo de investigadores cree haber hallado el posible origen de la enfermedad de la vaca loca, un resultado que demuestra a su juicio la importancia de mantener las medidas de precaución en vigor para evitar el resurgimiento de esta enfermedad.
Si bien han sido emitidas varias hipótesis para explicar la aparición de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), más conocida como la "enfermedad de la vaca loca" en el Reino Unido, en los años 1980, ninguna ha podido ser verificada hasta ahora de forma experimental.
La EEB pertenece a la familia de las enfermedades asociadas a priones, enfermedades neurodegenerativas que afectan a numerosas especies animales (tembladera, que afecta a ovejas, por ejemplo) o al propio ser humano (enfermedad de Creutzfeldt-Jakob).
Los priones son proteínas que pueden convertirse en patógenas al adoptar una forma anormal. Son diferentes en función de cada especie.
Los científicos del Instituto nacional de investigación agronómica (INRA) francés inyectaron una variante particular de la tembladera ("AS pouratypical scrapie") a ratones que fabrican el prion de origen bovino (tras una manipulación genética).
Según su artículo publicado en la revista científica estadounidense PNAS, los investigadores lograron demostrar que esta enfermedad tiene la capacidad de superar la barrera de las especies, y además, que los roedores transgénicos desarrollaban a su vez la EEB.
Los ratones modificados genéticamente son "un muy buen modelo, que funciona para saber qué sucedería si se expusiera a las vacas a ese tipo de priones" explicó a la AFP Olivier Andreoletti, director del estudio.
"Estos resultados se explican por la presencia de escasas cantidades de EEB clásico" de forma natural en los priones de AS, explicó el INRA en un comunicado.
"Por primera vez, estos datos aportan una explicación válida experimentalmente a la aparición" desde que apareciera la enfermedad en el Reino Unido.
La EEB se expandió luego a los bovinos de "toda Europa, América del Norte y otros muchos países", al parecer a causa de la alimentación de esas reses, elaborada en parte con harinas compuestas de osamentas y tripas de animales (bovinos u ovinos) afectados de encefalopatía espongiforme.
Los consumidores que ingirieron productos de reses afectadas por la EEB fueron a continuación afectados por una nueva variante de Creutzfeldt-Jakob.
La prohibición de harinas de origen animal en los años 1990 en Europa, así como la destrucción de los tejidos con más peligro de contagio, ayudó a desacelerar la curva de la epizootia.
"Esas medidas siguen en pie, pero son muy caras" advierte Olivier Andreoletti.
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