/ jueves 19 de septiembre de 2024

¿Cómo se generan los sismos? Lo que hay detrás de los movimientos telúricos

Cuando la fricción entre las placas no puede contener más la energía acumulada, esta se libera en forma de ondas sísmicas

Los sismos son uno de los fenómenos naturales más poderosos e impredecibles del planeta. Se producen cuando la energía acumulada en las profundidades de la Tierra es liberada de manera repentina, causando el movimiento del suelo que sentimos en la superficie.

La Tierra está compuesta por varias capas: la corteza (la capa más externa), el manto y el núcleo. La corteza terrestre no es una superficie continua, sino que está fragmentada en grandes bloques llamados placas tectónicas. Estas placas flotan sobre una capa parcialmente derretida del manto llamada astenosfera, y están en constante movimiento.

Las placas tectónicas y su papel en los sismos

El movimiento de las placas tectónicas es impulsado por el calor interno de la Tierra, lo que genera fricción en los bordes de las placas. Existen diferentes tipos de interacción entre las placas:

Placas convergentes: cuando dos placas chocan entre sí, una puede deslizarse debajo de la otra, un proceso conocido como subducción. Esto genera una gran cantidad de energía que, cuando se libera, provoca fuertes sismos.

Placas divergentes: cuando dos placas se separan, como en las dorsales oceánicas, el magma asciende desde el manto y crea nueva corteza. Aunque los sismos en estas zonas suelen ser menos destructivos, también son comunes.

Placas transformantes: cuando dos placas se deslizan lateralmente una contra otra, se produce una acumulación de tensión en la zona de contacto. Un ejemplo de este tipo de límite es la famosa falla de San Andrés en California, que genera sismos cuando la tensión acumulada supera la fricción que impide el deslizamiento.

La liberación de energía: el epicentro y la magnitud

Cuando la fricción entre las placas no puede contener más la energía acumulada, esta se libera en forma de ondas sísmicas. El punto en el interior de la Tierra donde ocurre la ruptura se llama hipocentro, mientras que el epicentro es la proyección de ese punto en la superficie terrestre.

La magnitud del sismo se mide en la escala de Richter, que indica la cantidad de energía liberada durante el evento. Sin embargo, hoy en día se utiliza más la escala de magnitud de momento, que es más precisa para medir grandes terremotos.


Sismos inducidos y la intervención humana

Si bien la mayoría de los sismos son de origen natural, algunas actividades humanas también pueden desencadenar movimientos sísmicos, como la explotación de petróleo, el fracking, o la construcción de grandes represas. Estos eventos se conocen como sismos inducidos y suelen ser de menor magnitud, aunque aún pueden causar daños significativos en áreas densamente pobladas.

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Preparación y prevención: la importancia de la educación sísmica

En zonas con alta actividad sísmica, como Japón o México, es fundamental contar con sistemas de alerta temprana y planes de evacuación. La arquitectura antisísmica y la educación de la población son claves para reducir el impacto de los terremotos.

Los sismos son el resultado del movimiento continuo de las placas tectónicas que forman la superficie de la Tierra. Comprender su origen y comportamiento es esencial para mitigar los riesgos y proteger a las poblaciones vulnerables frente a este fenómeno natural impredecible pero inevitable.


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Los sismos son uno de los fenómenos naturales más poderosos e impredecibles del planeta. Se producen cuando la energía acumulada en las profundidades de la Tierra es liberada de manera repentina, causando el movimiento del suelo que sentimos en la superficie.

La Tierra está compuesta por varias capas: la corteza (la capa más externa), el manto y el núcleo. La corteza terrestre no es una superficie continua, sino que está fragmentada en grandes bloques llamados placas tectónicas. Estas placas flotan sobre una capa parcialmente derretida del manto llamada astenosfera, y están en constante movimiento.

Las placas tectónicas y su papel en los sismos

El movimiento de las placas tectónicas es impulsado por el calor interno de la Tierra, lo que genera fricción en los bordes de las placas. Existen diferentes tipos de interacción entre las placas:

Placas convergentes: cuando dos placas chocan entre sí, una puede deslizarse debajo de la otra, un proceso conocido como subducción. Esto genera una gran cantidad de energía que, cuando se libera, provoca fuertes sismos.

Placas divergentes: cuando dos placas se separan, como en las dorsales oceánicas, el magma asciende desde el manto y crea nueva corteza. Aunque los sismos en estas zonas suelen ser menos destructivos, también son comunes.

Placas transformantes: cuando dos placas se deslizan lateralmente una contra otra, se produce una acumulación de tensión en la zona de contacto. Un ejemplo de este tipo de límite es la famosa falla de San Andrés en California, que genera sismos cuando la tensión acumulada supera la fricción que impide el deslizamiento.

La liberación de energía: el epicentro y la magnitud

Cuando la fricción entre las placas no puede contener más la energía acumulada, esta se libera en forma de ondas sísmicas. El punto en el interior de la Tierra donde ocurre la ruptura se llama hipocentro, mientras que el epicentro es la proyección de ese punto en la superficie terrestre.

La magnitud del sismo se mide en la escala de Richter, que indica la cantidad de energía liberada durante el evento. Sin embargo, hoy en día se utiliza más la escala de magnitud de momento, que es más precisa para medir grandes terremotos.


Sismos inducidos y la intervención humana

Si bien la mayoría de los sismos son de origen natural, algunas actividades humanas también pueden desencadenar movimientos sísmicos, como la explotación de petróleo, el fracking, o la construcción de grandes represas. Estos eventos se conocen como sismos inducidos y suelen ser de menor magnitud, aunque aún pueden causar daños significativos en áreas densamente pobladas.

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Preparación y prevención: la importancia de la educación sísmica

En zonas con alta actividad sísmica, como Japón o México, es fundamental contar con sistemas de alerta temprana y planes de evacuación. La arquitectura antisísmica y la educación de la población son claves para reducir el impacto de los terremotos.

Los sismos son el resultado del movimiento continuo de las placas tectónicas que forman la superficie de la Tierra. Comprender su origen y comportamiento es esencial para mitigar los riesgos y proteger a las poblaciones vulnerables frente a este fenómeno natural impredecible pero inevitable.


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