Santa Catalina (Kateri) Tekakwitha, la primera santa piel roja de Estados Unidos, Santa Catalina es considerada patrona de la naturaleza y de la ecología junto a San Francisco de Asís.
Catalina nació en 1656, en Ossernenon (lo que hoy es Auriesville, Nueva York, Estados Unidos), una villa que perteneció a la tribu Mohawk. Su madre fue cristiana, miembro de la tribu algonquina, y su padre, jefe tribal de los Mohawk.
Cuando tenía sólo cuatro años, Catalina perdió a sus padres y a su hermano a causa de una epidemia de viruela. Ella también contrajo la enfermedad, pero logró sobrevivir, aunque quedó con el rostro desfigurado y con la vista dañada.
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A los 11 años, Catalina tuvo la oportunidad de conocer la fe cristiana gracias a los jesuitas franceses que evangelizaron las tierras donde vivían los Mohawk. Sin embargo, es bien conocida la resistencia entre muchos pueblos nativos de Norteamérica de aquellos tiempos para acoger el mensaje propio del cristianismo. Ese no fue el caso de Catalina, pero sí de sus familiares y su tribu.
Catalina pidió ser bautizada a los 20 años, haciendo frente a la oposición de su familia y al rechazo de su comunidad. Convertida en blanco de numerosos maltratos, Catalina decidió dejar su pueblo y emprender camino hacia Sault Ste. Marie, un pueblo cristiano cerca de Montreal, habitado por indios cristianos de Canadá.
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sí, consagrada a Dios, se dedicó a la vida de oración y virtud. Se convirtió en evangelizadora de sus coetáneos y en ferviente defensora de los mismos.
Santa Catalina murió el 17 de abril de 1680, durante la Semana Santa de aquel año. Tenía tan solo 24 años. Sus últimas palabras fueron: “¡Jesús, te amo!”. Su muerte fue ocasión de numerosas conversiones entre los suyos e hizo de su tumba en Caughnawaga -lugar donde murió- destino para los peregrinos. En 1884, el P. Clarence Walworth mandó erigir un monumento al lado de su sepultura.
Santa Catalina fue beatificada por San Juan Pablo II en 1980, y canonizada por el Papa Emérito Benedicto XVI en octubre de 2012.
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