En la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de México 1968, Enriqueta Basilio, una joven atleta mexicana, hizo historia al convertirse en la primera mujer en encender el pebetero olímpico, un honor que hasta entonces había sido reservado exclusivamente para hombres.
Era el 12 de octubre de 1968, y el Estadio Olímpico Universitario de la Ciudad de México estaba abarrotado con miles de espectadores, además de millones que seguían el evento a través de la televisión. La atmósfera estaba cargada de emoción y expectativa. Enriqueta Basilio, una talentosa velocista de 20 años, fue seleccionada para llevar a cabo la emblemática tarea de encender el fuego olímpico.
Basilio, vestida con el uniforme blanco del equipo mexicano, entró al estadio portando la antorcha olímpica, marcando el inicio de un evento inolvidable. Su carrera hacia el pebetero, subiendo las escalinatas con determinación, simbolizaba no solo la apertura de los Juegos, sino también un paso significativo hacia la igualdad de género en el deporte.
El encendido del pebetero por Basilio fue un momento de profundo significado, no solo para ella, sino para mujeres de todo el mundo. Representaba la ruptura de una barrera más en el largo camino hacia la equidad y sirvió de inspiración para futuras generaciones de atletas femeninas. Su participación demostró que las mujeres tenían un lugar en el centro del escenario olímpico, y que podían asumir roles de gran importancia y visibilidad en eventos globales.
La igualdad en los Juegos Olímpicos
Después de su histórico logro, Enriqueta Basilio continuó siendo una figura destacada en el ámbito deportivo y social. Su legado perdura como un recordatorio del poder del deporte para promover la igualdad y la inclusión. Su valentía y determinación siguen siendo celebradas y recordadas, y su imagen encendiendo el fuego olímpico permanece grabada en la memoria colectiva como un símbolo de progreso y esperanza.
Enriqueta Basilio falleció el 26 de octubre de 2019. Su contribución a los Juegos Olímpicos y al avance de las mujeres en el deporte sigue siendo una fuente de inspiración, recordándonos la importancia de la igualdad y la inclusión en todos los aspectos de la vida.
La hazaña de Enriqueta Basilio en 1968 no solo marcó un hito en la historia de los Juegos Olímpicos, sino que también sirvió como un poderoso mensaje sobre la igualdad de género y la capacidad de las mujeres para desempeñar roles significativos en el deporte y en la sociedad. Su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de atletas y líderes alrededor del mundo.
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