Alejandro Moreno, “Castelita” en la categoría “A”, así como Cristóbal Arenas “El Maletilla”, en la “B”, con dos orejas cada uno, salieron por la puerta grande de la plaza de toros Monumental de Zacatecas capital, que registró una buena entrada de aficionados que disfrutaron de una gran tarde, aguantaron a pie firme la lluvia que por varios minutos se dejó sentir en la Gran Final de las Escuelas Taurinas que fue todo un éxito, a la usanza portuguesa.
Los tres erales así como los tres becerros, procedentes de la ganadería de Boquilla del Carmen pusieron hicieron honor a los colores de su divisa, pues se dejaron meter mano, excepción del segundo de la lidie ordinaria, complicado que desarrolló sentido, a pesar de ello la chamaca Mariangel Segovia, fue aplaudida pues puso de manifiesto su valentía, aunque no tuvo tela de donde cortar.
Abrió plaza Carlos Vera “Bombita” en la “A”, que realizó un buen trasteto de capa, banderillas y muleta, que la gente le reconoció con las constantes ovaciones, al observar los avances en su quehacer taurino en los tres tercios que cubrió de manera efectiva, pr lo que se hizo acreedor a la primera oreja de la tarde.
“Zapatera”, de gran calidad y fijeza, le correspondió en suerte a Alejandro Moreno “Castelita” que materialmente bordó el toreo, con el capote, como con “la zarga”, donde instrumentó pases de gran calado que transmitió con fuerza a los tendidos, por lo que la respuesta fueron las frecuentes ovaciones, a su brillante labor se ganó a ley los dos apéndices, por lo que dio la vuelta al ruedo en compañía del ganadero Manuel Fernando Sescosse.
Dentro de la categoría “B”, lo más destacado fue lo que concretó Cristóbal Arenas “El Maletilla”, que se encontró con el ejemplar de nombre Jarabe, que se prestó para el cabal lucimiento de este alumno que toreó a placer con el percal, lo mismo que con la franela, con bastante lucimiento en todo momento para cortar las dos orejas.
Previamente Roberto Benitez, fue ovacionado por la faena que le instrumentó al becerro de nombre “Reloj”, aunque fue desarmado una y otra vez, debido a ello no pudo redondear su labor, en tanto que Julio Ventura “Venturita”, en plena lluvia se adaptó a las cualidades del animal tanto con el capotillo, como con las banderillas y la muleta y fue premiado con una oreja, con el quinto de la tarde.
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