Una vez que cortó dos apéndices, salió por la puerta grande André Leagrevere, como triunfador de la Corrida de la Independencia, en la cual Octavio García “El Payo” cuajó un trasteo de lo más artístico y brillante, que le redituó una oreja, en tanto que Arturo Gilio Jr, logró “tocar pelo” con un toro de regalo.
En este tercer cartel del serial taurino de la Feria Nacional de Zacatecas, 2024, que tuvo como escenario el ruedo de la plaza Monumental Zacatecas, los aficionados registraron media entrada, los que presenciaron un digno espectáculo taurino en toda la extensión de la palabra.
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Se lidiaron cinco toros con los colores de la divisa de La Concepción y uno más procedente de la dehesa de San Mateo, muy justos de presencia, débiles de remos, pero que dieron un buen juego en términos generales, pues se dejaron meter mano, sobresaliendo el segundo de la tarde.
Por un error salió por delante el ejemplar que le correspondió a André Leagravere, que cubrió con efectividad el tercio de las banderillas, con “la zarga” instrumentó muletazos de mucho mérito que le corearon en los tendidos, culminó su labor con media estocada, por lo que se hizo acreedor a la primera oreja de este festejo.
Con su segundo de su lote, el matador originario del estado de Yucatán, le hizo frente al ejemplar de San Mateo, de nombre, Aguamiel, al que le tumbó un apéndice, que le abrió la puerta grande del coso zacatecano.
Octavio García “El Payo”, prácticamente bordó el toreo, al aprovechar las buenas condiciones del toro de 454 kilos, al que le cuajó un trasteo brillante, con pases templados, bien instrumentados, todo esto con la “franela”, desafortunadamente lo pinchó y tan solo alcanzó un trofeo muy merecido.
En el mismo tenor se mantuvo “El Payo” con “Insurgente”, pero no pudo redondear con el acero, por lo que dio una vuelta al ruedo, puso de pie a los aficionados que lo ovacionaron a los gritos de torero, torero, torero, que protestaron fuertemente al juez.
Arturo Gilio, cargó con el lote menos propicio del encierro, por lo que tuvo que recurrir al toro de regalo en el afán de agradar al respetable y no irse con las manos vacías, afortunadamente “charro”, cárdeno bragado, tuvo cierto recorrido lo que le permitió al torero poder conseguir el objetivo de cortar una oreja a base de porfiar y de entrega.
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