La ciudad de Zacatecas, relata el cronista Manuel González Ramírez, tiene dos santas patronas vigentes y dos santos patronos olvidados. Las dos primeras son Nuestra Señora de los Zacatecas y la Virgen del Patrocinio, patrona principal y especial, respectivamente.
Los dos santos que permanecen en la desmemoria de las últimas generaciones de zacatecanos son: San Nicolás de Tolentino y San Sebastián, aclamados como patronos y protectores de este asentamiento minero a principios del siglo XVII, cuando la población experimentó los efectos de epidemias y temblores.
Al primero se le festejaba el 10 de septiembre y al segundo, el 20 de enero.
El tiempo se encargaría de disolver poco a poco la devoción a estos patronos circunstanciales.
Todo comenzó con una fecha y un acontecimiento: el 8 de septiembre de 1546 cuando fueron descubiertas las minas de los Zacatecas por el vasco Juan de Tolosa.
Al poco tiempo, esta fecha cobró un significado especial para los primeros habitantes del mineral.
Cada día 8 de septiembre se llevaba a cabo una celebración civil y religiosa.
Se celebraba la fiesta de la Natividad de la Virgen María, a quien muy pronto adoptaron como patrona titular de este lugar, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios.
En el octavo folio del "Libro primero del gobierno del cabildo de esta muy noble y leal ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas'', aparecen unas ordenanzas emitidas y aprobadas el 7 de mayo de 1559, donde se determina que cada día 8 de septiembre deberá decirse una misa solemne en honor a Nuestra Señora de los Remedios, primera patrona de Zacatecas, de tal suerte que por dicho motivo a este poblado se le conoció con los nombres de las «Minas de los estos Zacatecas» o «Minas de Nuestra Señora de los Remedios».
En las mismas ordenanzas se hace referencia a que el 8 de septiembre de cada año, además de la misa solemne, ha de realizarse una procesión por la plaza y alrededor de la iglesia parroquial.
En el año de 1585 ocurrió un suceso importante que le dio un vuelco iban a la festividad y que fundó una nueva devoción mariana.
El 17 de unto octubre de 1585, el rey Felipe II le otorgó a las Minas de Zacatecas n de o de Nuestra Señora de los Remedios el título de "Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas".
Esta distinción quedó plasmada en un pergamino (cuyo original aún se conserva en buenas condiciones en el museo Rafael Coronel, Zacatecas).
Sin embargo, otro asunto que viene inserto en el documento es la creación de la advocación de "Nuestra Señora de los Zacatecas", a quien el monarca de- español la define como patrona de la ciudad.
Pareciera que con el surgimiento de la nueva advocación se olvidaría de tajo a la patrona original de Zacatecas, pero no fue así.
Existen algunos textos e ilustraciones donde aparece una simbiosis, se le menciona como "Nuestra Señora de los Remedios de los Zacatecas", conjuntando de alguna manera la devoción de la primigenia y de la segunda patrona de este populoso poblado.
Con el transcurrir de los años, sólo se le conocería como Nuestra Señora de los Zacatecas y la Virgen de los Remedios quedaría sólo en el recuerdo colectivo.
La festividad civil y religiosa siguió haciéndose cada día 8 de septiembre, con las celebraciones litúrgicas y las populares.
No obstante, en septiembre de 1593 nació una solemnidad de carácter cívica para conmemorar el "nacimiento de Zacatecas".
El 7 y 8 de septiembre de ese año salió por primera vez el pendón de la ciudad.
LA VIRGEN DEL PATROCINIO
Una nueva devoción surgiría a partir del siglo XVII. En el año de 1656, el papa Alejandro VII estableció la fiesta de Nuestra Señora del Patrocinio a petición del rey Felipe IV, quien difundió esta devoción mariana en sus dominios.
El conde de Santiago de la Laguna, don José de Rivera Bernardez fue uno de sus principales promotores en Zacatecas.
A principios del siglo XVIII construyó a sus expensas una capilla en lo alto del cerro de La Bufa que fue bendecida el 29 de julio de 1728 por don Nicolás Carlos Gómez de Cervantes, obispo de la Nueva Galicia.
La imagen de Nuestra Señora del Patrocinio fue entronizada en su capilla recién construida "en el más eminente sitio de la ciudad de Zacatecas": el cerro de La Bufa. Tal acontecimiento tuvo lugar el 21 de noviembre de 1728.
El punto donde se erigió la capilla no fue producto del azar. Su promotor, don José de Rivera Bernardez, eligió dicho paraje por haber sido el escenario donde los naturales tenían su principal fortaleza y donde estos fueron conquistados por los españoles, tal y como queda consignado en el sermón de las estrenas de la pequeña iglesia que el padre Cosme Borruel predicó en 1728.
A partir de ese año, los devotos de esta nueva advocación comenzarían a ascender en animada romería hasta los pies de la Virgen del Patrocinio.
Pero tales romerías no tuvieron continuidad, ya que sufrieron constantes interrupciones.
Durante el mismo siglo XVIII, el sagrado recinto se deterioró.
A tan sólo veinte años de la muerte del Conde de Santiago de la Laguna, acaecida en 1742, las malas condiciones y la falta de fondos provocaron que la capilla cerrara sus puertas. La imagen fue trasladada al convento de la Merced (hoy escuela Enrique Estrada), luego al oratorio de la casa de don Juan Modesto, hijo del dicho Conde.
Unos años después, el padre José Mariano Bezanilla rescataría el inmueble de la destrucción total, de tal suerte que a fines de febrero de 1795 concluyó el proceso de restauración.
Las fiestas de la dedicación se llevaron a efecto en los primeros días de septiembre del mismo año. Todo comenzó cuando la imagen de Nuestra Señora del Patrocinio se llevó en andas y bajo rico palio, de la Parroquia a la Iglesia de la Merced en solemne y vistosa procesión.
Los mercedarios la recibieron y ofrecieron un triduo y el día 10 por la tarde continuó la procesión rumbo a la capilla de La Bufa.
Las fiestas extendieron hasta el 15 de septiembre. Según el canónigo José María Varela de la Torre, esta fue la primera vez que el pueblo de Zacatecas celebró la fiesta titular de la Virgen del Patrocinio, la cual se repitió cada año.
Desde entonces darían principio una serie de romerías al santuario de la Virgen del Patrocinio que fueron interrumpidas, en primer lugar, por el deterioro progresivo que sufrió la capilla y, posteriormente, por los diversos movimientos armados que ocurrieron desde la Guerra de Independencia hasta la época de la Revolución Mexicana.
La intervención norteamericana provocó que la venerada escultura fuera trasladada al templo de Santo Domingo, donde permaneció de 1845 a 1849.
Del 13 al 15 de mayo de 1913, la imagen fue bajada de nuevo a la ciudad y colocada en la catedral para pedir ahí por la paz de la república.
En 1914, año de la épica y sangrienta Batalla de Zacatecas, la llevaron de nueva cuenta a la catedral para preservarla de cualquier profanación que pudiera ocurrir en la capilla de La Bufa. Y así fue; tropas villistas saquearon la pequeña iglesia y la dejaron en malas condiciones.
Tras la reparación, el 29 de junio de 1919 la Virgen del Patrocinio volvió a su casa de La Bufa.
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