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Hubo un tiempo en que se escuchaba por doquier el relato de la aparición de seres escurridizos que tan pronto aparecían en los cuartos y patios de las casas de Momoxpan, municipio del estado de Puebla, en el centro de México desaparecían en un abrir y cerrar de ojos.
En otras ocasiones, se escuchaba el arrastrar de cadenas o hierros muy pesados, lo que resultaba incomprensible para los pobladores. A lo anterior se agregaba que en ciertas partes del propio piso de tierra a veces emergían pequeñas flamas azules, lo que les hacía casi morir de miedo a los habitants de ese lugar de aquella época.
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Un día a la niña llamada Guadalupe Xómitl de escasos seis años, quien se distinguía por su inocencia, de pronto se encontró con un niño de aproximadamente cinco años de edad, vestido con taparrabo y huaraches.
Momentáneamente Guadalupe quedó como petrificada por la apariencia de este infante. Recobró un poco la tranquilidad cuando este le pidió ver la forma que rascase exactamente abajo del lugar donde ella tendía su petate para dormir.
Intrigada por la petición la niña le preguntó:
– ¿Cuál es la razón de esta petición?
A lo que contestó el niño:
– Mis padres están enterrados ahí y no descansarán hasta en tanto sus restos sean llevados a un lugar sagrado.
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Y luego agregó:
– ¡Existe mucha gente enterrada en varias partes de la población! Todo esto como consecuencia de las agresiones de los inhumanos conquistadores contra mis hermanos indígenas.
No soporto más Guadalupe, como era muy sensible, cayó desmayada.
Después de otras apariciones, la niña desmejoró mucho y cayó gravemente enferma. En sus desvaríos relataba a sus familiares lo que sufría. Pocos días después murió.
Estos fatales hechos se sufrieron en otras casas cuyos vecinos se convencieron de que efectivamente en varios lugares de Momoxpan hay restos de seres que por no estar en un camposanto sus almas no encuentran descanso.
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Con el paso de los años al ir remodelando sus casas, los habitantes de esta población han encontrado cadáveres de personas, que pertenecían seguramente a los antiguos momoxpenses. Como corresponde a la tradición actual todos estos restos recibieron posteriormente cristiana sepultura.
En otros casos los restos sólo eran polvo, que se mezcló con los materiales para construcción de las nuevas edificaciones.
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