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Antonio Olguín Sánchez recopiló la leyenda del maíz prieto, del estado de Tlaxcala, ubicado en la mesa central de México.
Un humilde campesino muy creativo que trabajaba la tierra, un día tuvo la idea de sembrar algunas semillas de maíz, tanto de color blanco, amarillo, rojo y el grano de color negro.
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Justo el día que sembró los granos de maíz de diferentes colores, la naturaleza le bendijo su parcela, porque le envió una llovizna que le remojó la tierra en donde estaban las semillas ya sembradas; ellas, muy agradecidas por el agua que recibieron, comenzaron a brotar y a crecer.
Al transcurrir los meses la milpa sembrada de maíz, se veía llamativa y muy hermosa con la presencia de tan graciosa naturaleza.
Las matas de maíz que ya estaban grandes, resplandecían sus largas y brillantes hojas que danzaban al ritmo de la brisa, las abejas y las hermosas mariposas se regodeaban entre sus largas y verdes hojas, pero algo estaba sucediendo con las plantas de maíz que estaban dando ya sus primeros elotes.
Observaron que una planta estaba muy triste y afligida porque se había dado cuenta que su elote, tenía granitos de maíz de color negro.
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Las plantas que estaban cerca de ella, le daban ánimo y la incitaban a que expandiera sus hermosas hojas y que las meneara con el viento al estilo de las mariposas, pero ella sentía temor a que la vieran o se burlaran y hasta que la ridiculizaran porque sus granitos de maíz; eran de color negro.
Al llegar el tiempo de cosechar, el campesino separó las más grandes y bonitas.
La necesidad lo obligó un día a ir al tianguis a vender las mazorcas, las tomó y las metió en el ayate, el campesino cargó con ellas y se fue directo a la plaza para hacer la venta de su maíz del que se sentía muy orgulloso porque sus mazorcas; tenían los cuatro colores.
Como resultado, la gente se sorprendió al ver la mazorca de maíz prieto, todos los pobladores agarraban la mazorca negra la miraban y decían:
¡Qué hermosos colores! ¡Qué sabrosas y que exquisitas tortillas haremos!
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El noble campesino presintiendo el éxito de su venta, guardo varias semillas y las siguió sembrando en su pequeña parcela.
Desde entonces, además de su belleza y sabor, el maíz negro es un gran aliado en la cocina tradicional mexicana.
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