Escucha aquí la leyenda completa ↓
Esta leyenda se desarrolla en el panteón de Guadalupe en la ciudad de Aguascalientes, capital del estado del mismo nombre, que se ubica al centro de México.
Al ser un lugar de descanso de los muertos, los cementerios suelen estar rodeados de relatos de ultratumba, y en especial éste relato surgió durante la construcción de un monumento familiar, Don Jesús Infante fue el encargado de culminar aquella obra, pero a un día de terminarlo, escuchó ruidos extraños y todo su cuerpo se paralizó. Los pelos se le pusieron de punta cuando recibió el mensaje de un esqueleto.
El señor Jesús Infante era un conocido cantero del lugar y fue requerido por Don Carlos Espino para realizar un trabajo, un trabajo muy importante, pues era para terminar un monumento familiar en el panteón, pero el trabajo debía ser rápido y entregado para el día fijado por Don Carlos.
También escucha aquí la leyenda:
El señor Jesús aceptó el compromiso e inició su labor dentro del cementerio, se acercaba el plazo de entrega y el cantero estaba nervioso porque aún le faltaba mucho por terminar, solo faltaba un día y al ir por un andador a recoger un material escuchó ruidos extraños, pero no había nadie en el lugar, se le enchinó la piel y siguió escuchando ruidos, las piernas no le respondían y aunque intentaba correr no podía, porque sentía los pies de plomo, no podía gritar, no tenía voz, y al voltear hacia atrás vio un esqueleto que lo iba siguiendo y que movía las mandíbulas haciendo ruidos al juntar sus dientes.
Don Jesús seguía caminando y el esqueleto lo seguía diciéndole:
“Compadécete de mí, mis penas me atormentan en el purgatorio, tengo años sin descanso, pide a mi abuelo, padre de tu abuelo que los doce mil pesos en plata que están al pie de la alacena en la cocina a vara y media de profundidad, los saque y de ahí te dé cien pesos, de los cuales darás cincuenta al padre de la iglesia para que me haga tres misas, y yo te recompensaré dándote el alivio a tu cuerpo, pero si no cumples con mi encargo, no sanarás”.
Don Jesús no supo qué hacer, al ver al esqueleto caminando y meneando las mandíbulas, con voz de ultratumba que se dirigía a él, pero de pronto pudo correr y salió despavorido y al llegar a la puerta del cementerio, juró no volver más a ese lugar, pero como había dejado toda su herramienta en el cementerio cerca del monumento, volvió al siguiente día acompañado de un amigo al que le platicó lo que le había ocurrido el día anterior.
Escúchala aquí ↓
Mientras recogieron la herramienta todo permaneció en silencio en el cementerio, no se escuchó ni el más leve ruido, todo era un silencio sepulcral.
Después Don Jesús comenzó a estar muy enfermo; un temblor se apoderó de él y las piernas poco a poco se le fueron paralizando al grado que no pudo caminar más, y no podía dejar de pensar en lo que le había pedido el esqueleto, por lo que en silla de ruedas pidió dinero y mandó a decir las misas que el difunto necesitaba para poder salir del purgatorio, quería hacer el encargo antes de morir, pues realmente se sentía muy enfermo.
Después de haber cumplido lo que le había indicado la calavera Don Jesús comenzó a sentir alivio y poco a poco empezó a sentirse mejor, aunque aquel suceso le dejó una huella muy profunda, y después escuchó varias historias del esqueleto que aparecía en el panteón de Guadalupe y que hacía ruidos con sus quijadas, la historia del esqueleto del cementerio era conocida por todo el lugar, no se habló de otra cosa en mucho tiempo en el siglo pasado en Aguascalientes. Don Jesús no sería el único con un relato similar, pues otros también habrían de encontrarse con dicho espectro, aunque no todos lograron sobrevivir para contarlo.
│Escucha más de Cofre de Leyendas│