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La leyenda de Lange Wapper es una de las historias más antiguas y difundidas de la ciudad de Amberes, ciudad portuaria en el río Escalda de Bélgica, en ella se relata las terribles consecuencias que sufrían quien se encontraba con ese terrible ser, el cual era un gigante que podía llegar a medir más de ocho metros de altura y su sola visión podía aterrorizar al más valiente de los caballeros.
Siglos atrás los bosques de Amberes estuvieron llenos de demonios, goblins y criaturas malignas. Tantos problemas provocaban que los vecinos organizaron una cacería, reclutando monjes y armándose con campanas, libros, velas e iconos de la Virgen María. Así consiguieron exorcizar a todos los monstruos y limpiar los bosques de ellos mandándolos al mar.
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Pero los vecinos no miraron en el agua. Una criatura escapó y esperó en silencio a que toda la gente se fuera, resguardándose en los canales de Amberes e incubando su resentimiento contra la humanidad: ese era Lange Wapper, un espíritu capaz de cambiar de forma a voluntad, sin una apariencia o tamaño definidos. Podía ser tan grande como un edificio o tan pequeño como un bebé. Sus piernas le permitían cruzar el río, caminando en el agua, atravesar enormes distancias en un segundo; pero también podía mirar a través de las ventanas y asustar a los vecinos. Sus extraños movimientos, dadas sus enormes y delgadas piernas, le dieron el nombre de Wapper, palabra que significa en Dutch antiguo “balanceo” pero también “hombre gigante”.
Tanto era su resentimiento que utilizó sus poderes cruelmente contra los vecinos de Amberes. Podía aparecer como gatito abandonado, un perro asustado, una monja, un hombre rico, una mujer o un mendigo… Nadie podría sospechar de alguien más que de otro alguien. Pero su forma preferida era la de un bebé recién nacido, llorando en la calle. Cuando alguien lo recogía, rápidamente empezaba a aumentar de tamaño y peso hasta que lo soltaban asustados, momento en que salía corriendo de vuelta al canal dejando tras de sí una risa demoníaca. Pero especialmente le gustaba que lo recogieran madres de recién nacidos, ya que le encantaba la leche materna. Así, les robaba la leche antes de escapar. Además se encargaba de retrasar a las matronas o los médicos cuando una mujer iba a dar a luz a un bebé.
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Una vez, Lange Wapper se convirtió en una mujer que vivía cerca de Groenplaats y se veía con 4 pretendientes el día en que los 4 pensaron pedirle matrimonio. Cuando llegó el 1º, Lange Wapper accedió a casarse con una condición: “sólo me casaré si vas al cementerio de Notre-Dame y te cuelgas de la cruz, hasta la medianoche”. Al 2º le dijo: “Claro, pero solo si vas al cementerio de Notre-Dame, coges un ataúd, lo llevas al crucifijo y te metes dentro hasta la medianoche”. El 3º, al pedir matrimonio recibió como condición “llamar 3 veces a la tapa del ataúd que hay en frente de la cruz del cementerio de Notre-Dame”. Y el 4º tendría que “cargar con una cadena de metal y correr alrededor del crucifijo 3 veces”. Todos accedieron y, debido a ello, todos murieron: el 1º murió de miedo cuando vio al 2º arrastrarse dentro del ataúd. El 2º tuvo un infarto cuando el 3º llamó a la tapa del ataúd. El 3º, al escuchar las cadenas de 4º, pensó que se acercaba la muerte y murió. El 4º, desconcertado, fue a contarle a la mujer (la real esta vez) lo que había pasado. Al escucharlo, la mujer se suicidó. El 4º amante se volvió loco y se dirigió al Escalda, donde se arrojó y murió.
Todo esto divertía a Lange Wapper. Pero también le gustaba jugar con los niños, transformándose en uno para ello. Pero Lange Wapper no podía resistir su costumbre de gastar bromas, y terminaba los juegos con alguna.
Tristemente para Lange Wapper, Amberes fue cambiando. Los canales se hicieron más modernos y para él, que vivía en ellos y cerca del agua, fue algo molesto. Además, poco a poco el mundo se dio cuenta de que el mayor miedo de Lange Wapper era la Virgen María. Así fue que las imágenes de la Virgen María empezaron a aparecer por todas las esquinas de la ciudad, imágenes que aún hoy podemos ver. [Algunos cuentan que si en la esquina de tu casa ponías la estatua de una virgen, el gobierno de la ciudad te regalaba una farola.]
Con todo esto, Lange Wapper no podía vivir en los canales ni pasear por la ciudad, en todas las esquinas acechaban imágenes de la Virgen. Hoy, hace tiempo que no sabemos nada de Lange Wapper. Quizá haya vuelto al mar, a esperar antes de poder volver.
Podemos encontrar una estatua de Lange Wapper frente al castillo de Steen donde, en su pared, existe una imagen de un dios antiguo de la fertilidad.
Hoy en día, existen asociaciones de estudiantes en Flandes cuyo icono es Lange Wapper. El mismo que jugaba con niños y perseguía borrachos.