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Un estudiante normalista contó una historia que asegura que ocurrió por el rumbo de Miguel Auza y Juan Aldama municipios que quedan muy cercanos entre sí apenas separados por unos 5 km.
El suceso ocurrió el mes de septiembre época de las Fiestas Patrias y cuando la gente de la población de Miguel Auza festeja el santo patrono de este lugar, San Miguel Arcángel.
Un día de fiesta el hijo de una señora tenía ganas de ir a un baile que se iba a celebrar en Miguel Auza sólo, que esta familia vivía en Juan Aldama y era muy pobre, no tenía los recursos suficientes para poder trasladarse ni para pagar la entrada al jolgorio.
En medio de la fiesta el muchacho llegó borracho a su casa y apenas entró a la puerta le pidió dinero a su mamá a lo que ésta le respondió hijo no ves el estado en el que nos encontramos que no ves que no tenemos ni para la ‘papa’, menos voy a tener para cumplir tus caprichitos y mucho menos para que asistas a ese mugroso baile.
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El hijo al escuchar esas palabras, no resistió la negativa de su madre y sin ninguna compasión empezó a golpearla hasta dejarla tirada en el suelo, inconsciente.
A pesar de lo borracho que estaba, salió rápidamente de la casa porque sentía que se le hacía tarde iba tan entretenido ideando un plan para entrar al salón que no pudo percatarse del crucero que se encuentra en la salida de Juan Aldama, y en el preciso instante que iba a cruzar la carretera se le apareció un señor vestido con una gabardina negra y con voz ronca y tenue le dijo: Hey tú, sí tú… ¿tú eres el que quiere asistir al baile que se celebra en Miguel Auza?
- A lo que aquél respondió: sí yo por qué, ¿algún problema con que quiera asistir al baile?
-No ninguno, sólo que yo puedo pagarte la entrada, pero con una condición.
-A ver dime, ¿cuál es esa condición?
-De que me vas a cargar en la espalda hasta la puerta del baile, pero no te atrevas a voltear para atrás porque de lo contrario no cumpliré mi promesa.
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Al escuchar aquello el muchacho muy emocionado aceptó el trato y le dijo que se prepare en su espalda, pero al poco caminar empezó a sudar mucho y a cansarse más y más con la carga que llevaba, como si fuera cargando una piedra que a cada instante aumentaba su peso hasta que llegó a molestarle tanto que quiso averiguar lo que transportaba.
Aguzó bien la vista y remiró hacia atrás, pero no pudo ver nada sobre su espalda no iba nadie nunca cargó nada, pero la espalda le seguía doliendo y fue tanto el calor que sentía que se quitó la camisa y nuevamente volteó, fue entonces cuando pudo ver que llevaba toda la espalda quemada y deforme como si un objeto extraño le hubiera punzado.
Al ver aquello se asustó mucho que en el preciso momento regresó corriendo con rumbo a su casa para curarse. Cuando llegó a la vivienda todavía encontró a su madre tirada en el suelo y quiso levantarla, pero todo fue inútil porque a su madre yacía muerta en el suelo.
Entonces exclamó con voz fuerte: mamá, ¡qué fue lo que te hice!
¡Oh no puede ser! ¡Qué estúpido soy! ¡Soy el hombre más desgraciado de esta vida por qué hice eso!
Eran tan fuertes y desesperados sus gritos, que mucha gente acudió a curiosear lo que pasaba y cuando llegaron ya sólo encontraron los dos cuerpos muertos tirados en el suelo.
Ahora la gente cuenta este suceso como un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se desobedece a nuestros padres. Se dice que el señor que se entregó al muchacho es el mismo Diablo o Satanás, y desde entonces durante todos los años por esas fechas se aparece en el crucero buscando quien lo remolque, esperando al hijo mal agradecido.
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