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Ocurrió que en el siglo XVIII y principios del XIX, en la ciudad de Celaya en el estado de Guanajuato en el centro de México, en un ambiente en donde los condes, vizcondes, marqueses y gente de abolengo habitaban ese lugar.
Entre ellas se destacaba la familia Rábago y en especial Doña Rosa, una mujer bellísima que se enamoró de Don Andrés Cortázar y Ruiz de Gaceo, cuyo matrimonio era admirado y querido por la gente de la ciudad.
Don Andrés siempre regalaba una rosa a su amadísima esposa recordándole lo bien que la pasaba a su lado.
Durante la Guerra de Independencia, Don Andrés brindó su apoyo a los insurgentes y se fue a la lucha, regresando mal herido al lado de su amada, muriendo en sus brazos.
Doña Rosa, parecía calmada, pero realmente jamás pudo aceptar la muerte de su amado, perdiendo la mente y luego la vida.
Pero algo ocurrió que hace pensar que Don Andrés, nunca dejó de estar al lado de su amada.
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