Zacatecas, Zac.- Trochiles, reborujo, embravado, colorete, ¡cómo ahí qué!, más mejor, bien mucho y ¡Anda, no! son algunas de las frases, palabras o refranes típicos del lenguaje zacatecano, que se ha conformado influenciados por el habla de sociedades de los siete estados con los que colinda.
Por ello, “en Zacatecas no se puede hablar de un lenguaje propio, más bien de un crisol interesante de formas de hablar, que convierten a esta entidad en un babel paremiológico”, afirma el estudioso del lenguaje, Simitrio Quezada, al aclarar que paremiología es el estudio de los refranes.
Así te lo contamos:
El doctorante en educación es enfático al señalar que es difícil dar una definición del habla de las y los zacatecanos, ya que ésta depende de la región del estado en el que vive, pues sus palabras, acentos y tonadas dependen de la ubicación geográfica de la gente.
Influenciados por el léxico de las sociedades con las que Zacatecas tiene límites geográficos, la población del norte, sur, este, oeste y centro cuenta con palabras propias o regionalismos para determinar situaciones u objetos, las que son aderezadas con el distintivo acento.
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De tal forma, agrega, que para unos zacatecanos lo que es botella para otros es casco, en referencia al recipiente vacío de un refresco, según colinden con los estados de Coahuila, Durango, Nayarit, Nuevo León, San Luis Potosí, Jalisco y Aguascalientes, explica a modo de ejemplo.
En base a su experiencia, el académico con grado de maestría en Escritura Creativa por la Universidad de Texas, Estados Unidos, asegura que los municipios del noroeste, como Sombrerete, Chalchihuites, Jiménez del Teúl y Sain Alto están muy “duranguizados” en el lenguaje, por la cercanía que tienen con ese estado.
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En el sur de Zacatecas la influencia llega de Jalisco, por ello en lugar de bolillo utilizan la palabra birote, que no se usan en la zona centro; el casco, tan común en Juchipila y Jalpa, o “sepa la bola”, para decir quién sabe. Su tonada es cantadita.
El entrevistado abunda en que la región de Fresnillo también tiene su lenguaje muy propio, como el dicho “como ahí qué” o “así pasa cuando sucede”. Y claro, acompañado de “su tonadita cantada, pero contundente”.
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En la capital zacatecana se utiliza trochiles o reborujo para decir que todo está revuelto; y en Nochistlán, Juchipila y Moyahua la gente se embrava en lugar de enchilarse, en referencia al consumo de una salsa o chile muy picantes.
Los municipios de Loreto y Luis Moya están influenciados por Aguascalientes y San Luis Potosí; en Pinos por los dichos guanajuatenses; y Concepción del Oro y Mazapil, por Coahuila, agrega para reforzar sus análisis.
Y efectivamente, basta con dialogar con algunas personas para comprobar su modo de hablar, como es el caso de esta capital, donde Andrea Eredia nos cuenta que sus abuelos le enseñaron dos refranes populares: “El que nace para maceta, no pasa del corredor” y “El que nace para tamal, del cielo le caen las hojas”.
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Por su parte, la joven de 25 años, que decidió no dar su nombre, señala que ha escuchado a amistades y conocidos utilizar palabras como colorete, ¡Anda, no!, ¡a poco no! y bien mucho, todas ellas tomadas de una amplia gama de su léxico popular y principalmente heredado por el modo hablante de las familias.
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