Morismas de Guadalupe, 117 años de tradición

Alejandra De Ávila

  · viernes 23 de junio de 2017

Zacatecas, Zac.- “Llego, hago la cruz, y ahí es cuando meencomiendo a San Juanito para que todo salga bien”, compartióGerardo López Díaz, quien participa desde hace 32 años en lasMorismas de Guadalupe, un acto que cumple su 117 aniversario,convirtiéndose en la segunda corporación más antigua enZacatecas.

Ésta es una tradición arraigada, que fusiona lo pagano y loreligioso, y en donde grandes personajes como López Díaz, son unclaro ejemplo de la devoción, y la intención de mantener laidentidad de los guadalupenses. Gerardo tomó el distintivo en 1985, entró comointegrante de la banda de guerra del primer batallón turco, por sudesempeño llegó a ser el sucesor del Rey Moro, el personajeprincipal, y desde 1993 continúa con estepersonaje. “La mayor experiencia, es quenunca pensé que algún día podría tener este papel, las cosas seme fueron dando poco a poco, por la tenacidad, por estar cumpliendocon mis obligaciones, las peregrinaciones y el servicio”.

Con un vestuario característico que lo identifica, en el queluce los colores vivos de la tropa, entre el rojo, dorado y morado,con una capa y un turbante, y montado en su caballo, el morismerose entrega con fe total al santo que se festeja; a lo largo delaño se conmemora a San Juan Bautista, y a la Virgen del Rosario,para junio y octubre, respectivamente. Una costumbre que viene de generación engeneración, pues su padre, Don Arturo López Saucedo, también lopracticaba, quien fue coronel y presidente de las tropas, a su vez,también formó parte de las filas morismeras su abuelo VíctorLópez Zamarrón, toda una costumbre para la familia, que hasta lafecha se mantiene. En el acto se representa acarabineros, bandas de guerra y jinetes, y por el lado turco alSultán Selim II, Argel Osmán, y el Almirante Balam; y en el bandocristiano, figura Felipe II, Alonso de Guzmán, Carlo Magno, entreotros. Las morismas es una actividad que se ha convertido en unestilo de vida que representa la unión y creencias familiares.“Mientras yo tengavida y pueda andar ahí, lo seguiré haciendo, hasta donde mi padreDios me de licencia”, señaló con fe en elrostro el entrevistado.

La historia

Las Morismas de Guadalupe iniciana principios del siglo XX, muy tarde respecto a las de Bracho yPánuco, se dios por iniciativa de diez personajes que incursionanen esta actividad en Vetagrande, con el objetivo de consolidar supropio grupo en Guadalupe. En un principio, se hizocon el permiso inmediato de los franciscanos, pero con el paso deltiempo se consolidó con una organización formal, para ellotuvieron que pasar hasta 64 años.

En la actualidad participan más de mil personas, que son partede una corporación que tiene sus propias variables y estatutos, yque se rigen por la religión católica. Su permanencia es porherencia familiar, y aunque tienen presidente, el líder máximo esel guardián del Convento de Guadalupe.

La escenificación se desarrolla en el Campo de los Moros, yresulta ser una teatralidad, basada en la batalla de Lepanto; lafestividad hace énfasis en esta guerra, que es cuando triunfan lastropas cristianas sobre las tropas musulmanas, según narra ellibro “Por la señal de la cruz, historias e imágenes de lasmorismas de Guadalupe” del escritor Santiago Delgado Prado.

La gran fiesta

Por esta ocasión,la morisma se ofrece a San Juan Bautista, son tres días (el 22, 23y 24 del presente mes), en donde se comienza con una eucaristía enla que se congregan las tropas a la misa en elconvento, se hace un desfile por las principalescalles del municipio hasta subir al campo, posteriormente realizanlas tradicionales mañanitas a San Juanito, -como ellos le llaman-y otra vez, desfilan hasta llegar a la Parroquia del Loreto, dondeleen una carta conmemorativa en honor a un hombre que perdió lavida tras un cañonazo, para después continuar la morisma en laplaza. Sin duda, una de las tradiciones más arraigadas, quereúne a jóvenes, adultos, mujeres y niños, en la que se mezclanculturas a través de un espectáculo extraordinario en dondeimpera el fervor y el patrimonio de los guadalupenses.

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