/ martes 27 de abril de 2021

Pilar Quintana narra la vida de una generación frustrada en "Los abismos"

La autora retrata a una generación de mujeres frustradas por faltar a sus deseos profesionales o personales

Las novelas de la escritora Pilar Quintana (Cali, 1972) son un retrato de la sociedad que le tocó vivir. No hacen reivindicaciones de género ni cumplen estatutos literarios de moda. La autora narra asuntos que la inquietan, y en Los abismos, Premio Alfaguara de Novela 2021, retrata a una generación de mujeres frustradas por faltar a sus deseos profesionales o personales.

Es la generación anterior a la suya; la de su madre, sus tías, sus vecinas quienes no tuvieron oportunidad de decidir si deseaban ser amas de casa o profesionistas. De pronto se vieron envueltas en el rol de esposa y madre llenas de frustraciones que, en ocasiones, las llevó hasta la depresión. Esa generación es la que representa Claudia, una mujer de clase media alta que vive en el Cali de los años 80 con su esposo, dueño de una tienda departamental, y su hija menor de edad.

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Claudia es el epicentro de Los abismos, relato que avanza conforme la mujer intenta zafarse de sus ataduras sociales. Pero la novela está atravesada también por su hija, la pequeña Claudia, quien ve y entiende los problemas de sus padres al tiempo que prefiere no preguntar. Son, dice la escritora, los hijos criados entre secretos, mentiras y mundos ilusorios.

“Yo echaba la mirada atrás a la generación de mi madre y sus amigas, y pienso si nuestra generación que es profesionista, que si queremos nos podemos divorciar, que si no queremos no tenemos hijos, nos queda difícil escapar del mandato social, cómo sería la vida de esas mujeres que no pueden escapar y empecé a reconciliarme con ellas de la generación de mi mamá que yo tan duramente juzgaba cuando era joven.

“Claro que yo soy feministas y me considero como tal, pero creo que mi campo de batalla está en mi vida personal, mi familia, mi trabajo, y sobre todo consiste en detectar mi propios machismos y mi propia misoginia y educar a un hijo en una sociedad que sigue siendo machista, educarlo sin que él lo sea, por eso no busco reivindicar nada en mis novelas”, señala la autora en entrevista con El Sol de México.

La ganadora del Premio de Novela La Mar de las Letras, otorgado por España, precisa que aun cuando la novela se puede leer desde el espíritu feminista, en realidad se trata de un retrato más amplio de una sociedad del siglo pasado que seguían prototipos de vida impuestos por las revistas y la televisión, y donde no había otro camino que el impuesto por un deber ser social.

“La literatura que intento hacer es la de un retrato de una sociedad profundamente desigual y machista, entiendo que eso tenga repercusiones en el lector y pueda leerse como algo feminista, pero creo que habla más que de la desigualdad de género”, añade la también autora de La perra, traducida a 15 lenguas.

En ese sentido es que la literatura representa para Quintana un espacio donde encuentra su propia libertad: “La literatura ha sido el lugar donde puedo ser yo misma y puedo ser libre”, ataja al referir que debió investigar sobre el contextos sociocultural de su ciudad natal en la década los 80 para escribir el relato, pues poco confía de su memoria “llena de ficciones”.

A la par que promocionar la novela y escribir cuentos, Quintana trabaja en un proyecto con el Ministerio de Cultura de Colombia para recuperar la obra literaria de escritoras colombianas del siglo pasado olvidadas por la historia. Son, adelanta, novelistas y cuentistas de la generación de Gabriel García Márquez con publicaciones importantes que quedaron relegadas en el transcurso del tiempo.

“Yo creo que es una constante decir que no había escritoras o eran poquísimas en años pasados, pero no es cierto, siempre a lo largo de la historia hemos tenidos escritoras destacadísimas pero por diferentes razones las van desechando”, dijo.

Las novelas de la escritora Pilar Quintana (Cali, 1972) son un retrato de la sociedad que le tocó vivir. No hacen reivindicaciones de género ni cumplen estatutos literarios de moda. La autora narra asuntos que la inquietan, y en Los abismos, Premio Alfaguara de Novela 2021, retrata a una generación de mujeres frustradas por faltar a sus deseos profesionales o personales.

Es la generación anterior a la suya; la de su madre, sus tías, sus vecinas quienes no tuvieron oportunidad de decidir si deseaban ser amas de casa o profesionistas. De pronto se vieron envueltas en el rol de esposa y madre llenas de frustraciones que, en ocasiones, las llevó hasta la depresión. Esa generación es la que representa Claudia, una mujer de clase media alta que vive en el Cali de los años 80 con su esposo, dueño de una tienda departamental, y su hija menor de edad.

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Claudia es el epicentro de Los abismos, relato que avanza conforme la mujer intenta zafarse de sus ataduras sociales. Pero la novela está atravesada también por su hija, la pequeña Claudia, quien ve y entiende los problemas de sus padres al tiempo que prefiere no preguntar. Son, dice la escritora, los hijos criados entre secretos, mentiras y mundos ilusorios.

“Yo echaba la mirada atrás a la generación de mi madre y sus amigas, y pienso si nuestra generación que es profesionista, que si queremos nos podemos divorciar, que si no queremos no tenemos hijos, nos queda difícil escapar del mandato social, cómo sería la vida de esas mujeres que no pueden escapar y empecé a reconciliarme con ellas de la generación de mi mamá que yo tan duramente juzgaba cuando era joven.

“Claro que yo soy feministas y me considero como tal, pero creo que mi campo de batalla está en mi vida personal, mi familia, mi trabajo, y sobre todo consiste en detectar mi propios machismos y mi propia misoginia y educar a un hijo en una sociedad que sigue siendo machista, educarlo sin que él lo sea, por eso no busco reivindicar nada en mis novelas”, señala la autora en entrevista con El Sol de México.

La ganadora del Premio de Novela La Mar de las Letras, otorgado por España, precisa que aun cuando la novela se puede leer desde el espíritu feminista, en realidad se trata de un retrato más amplio de una sociedad del siglo pasado que seguían prototipos de vida impuestos por las revistas y la televisión, y donde no había otro camino que el impuesto por un deber ser social.

“La literatura que intento hacer es la de un retrato de una sociedad profundamente desigual y machista, entiendo que eso tenga repercusiones en el lector y pueda leerse como algo feminista, pero creo que habla más que de la desigualdad de género”, añade la también autora de La perra, traducida a 15 lenguas.

En ese sentido es que la literatura representa para Quintana un espacio donde encuentra su propia libertad: “La literatura ha sido el lugar donde puedo ser yo misma y puedo ser libre”, ataja al referir que debió investigar sobre el contextos sociocultural de su ciudad natal en la década los 80 para escribir el relato, pues poco confía de su memoria “llena de ficciones”.

A la par que promocionar la novela y escribir cuentos, Quintana trabaja en un proyecto con el Ministerio de Cultura de Colombia para recuperar la obra literaria de escritoras colombianas del siglo pasado olvidadas por la historia. Son, adelanta, novelistas y cuentistas de la generación de Gabriel García Márquez con publicaciones importantes que quedaron relegadas en el transcurso del tiempo.

“Yo creo que es una constante decir que no había escritoras o eran poquísimas en años pasados, pero no es cierto, siempre a lo largo de la historia hemos tenidos escritoras destacadísimas pero por diferentes razones las van desechando”, dijo.

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