GUADALAJARA, Jal.- El escritor estadounidense Paul Auster abrió ayer el Salón de Literatura en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara con una ponencia en la que habló sobre los vaivenes de la poesía y la búsqueda de inspiración más allá de las fronteras.
Ante una sala repleta, Auster (Newark, 1947) leyó un texto titulado Los huesos de Poe que inició expresando, en broma, su deseo de no “aburrir” al público.
Partiendo de la anécdota sobre la tumba de Édgar Allan Poe (1809-1849), que permaneció durante años sin lápida y cuando estaba casi terminada quedó hecha añicos cuando un tren descarriló, el autor de la Trilogía de Nueva York reflexionó sobre cómo este personaje no fue tan reconocido en su momento en su propio país (Estados Unidos).
Gracias a la labor de autores como Charles Baudelaire, que sembraron la admiración hacia Poe en Francia, se llegó a una sensación creciente de que “Poe no era realmente un escritor estadounidense, sino un autor francés que escribía en inglés”.
En cierto modo, apuntó Auster, quien escribiera Los crímenes de la calle Morgue -cuento ambientado, por cierto, en París- no encajaba en “los esquemas concebidos” sobre los inicios de la literatura norteamericana y “simplemente no era lo bastante optimista para satisfacer los gustos estadounidenses”.
Mientras en Francia miraban a Poe, destacados autores estadounidenses del siglo XX como T.S. Eliot o Ezra Pound “se dirigieron a los franceses en busca de inspiración.
“Cuando un poeta busca inspiración en un creador de otro país es porque busca algo que de inmediato no encuentra disponible en su propia lengua o literatura, porque pretende liberarse de los confines de su propia cultura”, aseveró Auster.
Aún así, lo que se recoge fuera acaba volviendo “a su propio lugar”, aunque esto no debe ser a través de una “imitación servil”, que no produce nada de interés. “Lo importante es utilizar la propia inspiración en otra obra para los propios fines, lo que significa que, en primer lugar, ha de tenerse una finalidad”, expuso.
Comentó también las similitudes que pueden contemplarse entre Guillaume Apollinaire y Frank O’Hara, la “respuesta transatlántica” que Valery Larbaud y Blaise Cendrars dieron a Walt Whitman, o la influencia de estos mismos autores franceses en la conocida como escuela neoyorquina, con figuras como John Ashbery.
Siguiendo su argumentación sobre sitios propios y extraños, Auster llegó a la conclusión de que “el cometido de la poesía es contemplar el mundo con otros ojos, volver a examinar y descubrir las cosas frente a las que todo el mundo pasa de largo”.
Es lógico, entonces, que “el sitio del poeta resulte muchas veces desconocido para el resto de nosotros”, con lo que en ocasiones hay que escuchar “por segunda vez” antes de entender lo que está diciendo, consideró.
Con ello regresó a la figura de Poe, “el desafortunado, incomprendido”.
“Tuvieron que ser los franceses quienes rescataran a Poe de la oscuridad, pero desde entonces hemos sido capaces de reclamarlo como nuestro”, afirmó.
Después de la ponencia, Auster recibió la Medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus, viuda de este autor mexicano.
El reconocimiento se otorga anualmente, desde 2012, a quienes abren el Salón Literario, y ha recaído en ocasiones anteriores en escritores como el peruano Mario Vargas Llosa y el estadounidense Jonathan Franzen.
Durante la Feria, considerada el evento editorial más importante en el mundo hispano, Auster presentará su más reciente novela, 4 3 2 1, en la que narra cuatro posibles vidas de un mismo protagonista, Ferguson.
La FIL, que se desarrolla en la capital del estado mexicano de Jalisco hasta el próximo 3 de diciembre, aunará a 700 escritores de 41 países.