El Principito es uno de esos libros que pueden ser leídos como un cuento para niños, o como una obra llena de metáforas y con contenido meramente filosófico. La obra literaria, autoría del piloto de aviación y escritor francés Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry, mejor conocido como Antoine de Saint-Exupéry, fue publicada por primera vez en 1943, se han vendido más de 150 millones de copias en todo el mundo.
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Un piloto varado en el desierto del Sahara, un pequeño príncipe proveniente del Asteroide B612 y extrañas peticiones del Principito al piloto, son parte de uno de los libros más vendidos de la historia.
El Principito puede leerse de la manera más ligera posible, a manera de un cuento largo, o como una obra de filosofía pura, el arriesgado término novela filosófica corta; aunque algunos especialistas lo catalogan como un cuento poético.
¿Te sientes atrapado en el desierto del Sahara? Quizá seas tú el piloto que quedó varado no en un desierto, pero sí en tu casa a causa del Covid-19, tal vez no haya un pequeño príncipe pidiéndote que dibujes un cordero, pero sí tienes a tu lado a tus hijos haciendo constantes interrogantes.
Estás en casa, atrapado, sin poder salir, afuera hay un virus que puede contagiarte y en el peor de los casos, matarte. En esta ocasión no hay ningún Principito que pueda ayudarte o hacerte preguntas filosóficas, o pidiendo que dibujes un sombrero o una boa tragando un elefante.
Algunos lectores de la obra de Saint-Exupéry la toman como un texto motivacional, y es que está plagado de frases que si bien no conforman un libro de superación personal, sí pueden funcionar para motivarnos. “Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.”
Leyéndolo encontrarás respuestas a interrogantes que no sabías que se podían resolver, puedes abrir sus páginas y encontrarte con “No se ve bien sino es con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”... o páginas más adelante podrás leer “al primer amor se le quiere más, al resto se le quiere mejor”.
El Principito parecía ser un pequeño Sócrates, lleno de preguntas y un tanto arrogante, “El principito, que me acosaba a preguntas, nunca parecía oír las mías”, quienes viven con niños estarán de acuerdo que no está para nada alejado de la realidad, tienen miles de interrogantes y muy pocas respuestas. “Si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”.
Así como el autor de El Principito explica que todos los adultos alguna fueron niños, pero pocos lo recuerdan; esta situación actual que millones de personas viven al rededor del mundo, causada por la epidemia de Covid-19, es un buen momento para reencontrarnos con nuestro niño interior y decirnos "Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños porque uno de ellos no se realizó."
Si no has leído El Principito, esta es una excelente oportunidad, puedes leer el libro en voz alta para tu familia y juntos encontrar pistas y respuestas o descifrar las metáforas que entre las páginas podrás ir encontrando.
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