La Virgen de Guadalupe estuvo en la Batalla de Lepanto

En una comuna de Génova, Italia es venerada luego del triunfo cristiano en el Mar Jónico

Rosaura Rincón │ El Sol de Zacatecas

  · domingo 11 de diciembre de 2022

En la comuna Santo Stefano d’Aveto en la Provincia de Génova, Italia existe el Santuario della Madonna di Guadalupe / Cortesía | Santuario della Madonna di Guadalupe

En la comuna Santo Stefano d’Aveto en la Provincia de Génova, Italia existe el Santuario della Madonna di Guadalupe (Santuario de la Virgen de Guadalupe), el único en ese país dedicado a la patrona de México.

En el santuario existe una copia de la imagen de la Virgen de Guadalupe, que, según historiadores y la tradición de aquella comuna, estuvo en la Batalla de Lepanto.

Cronistas de aquella comuna, aseguran que fue el segundo arzobispo de México, Alonso Montufar, quien mandó pintar en tela una copia de la imagen del ayate de Juan Diego y la envió al rey de España, Felipe II, quien a su vez la obsequió a su medio hermano, Juan de Austria.

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Cuando Juan de Austria recibió la imagen, se la entregó a Andrea Doria, un almirante que, encabezaría la Liga Santa, en una batalla naval para frenar el avance turco otomano en el Mediterráneo y así, evitar la imposición del islam en Europa.

La copia del estandarte de la Virgen de Guadalupe fue colocada en la capilla de la Nave Capitana y con ella, partieron hacia Grecia.

Con viento a favor, las naves turcas esperaban, en el Mar Jónico a la flota cristiana; formando una media luna desde la costa de Grecia en el norte, hasta la costa del Peloponeso en el sur. La estrategia turca era perfecta para ganar la batalla.

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Alí Pashá, el mejor almirante de Selim II, hijo de Solimán “El Magnífico” encabezaba las fuerzas turcas.

El 7 de octubre de 1571 se jugó el futuro religioso, político y económico de Occidente en la conocida Batalla de Lepanto.

El mismo Miguel de Cervantes Saavedra, conocido también como “el Manco de Lepanto” dio cuenta de lo cruenta de la batalla.

Crónicas de aquellos tiempos describen lo tortuoso de la embestida de barcos y cañones:

“El aspecto era terrible por los gritos de los turcos, por los tiros, fuego, humo; por los lamentos de los que morían. El mar envuelto en sangre, sepulcro de muchísimos cuerpos que movían las ondas, alteradas y espumeantes de los encuentros de las galeras y horribles golpes de artillería, de las picas, armas enastadas, espadas, fuegos, espesa nube de saeta…

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La flota cristiana estaba en desventaja, desesperado, el almirante Andrea Doria imploró a la Virgen de Guadalupe su ayuda, y cuando éste volvió a cubierta, una inesperada tormenta se desató y dispersó la formación de la flota turca, con lo que los cristianos quedaron en mejores circunstancias.

Aquel día, 15 mil cristianos fueron liberados de las galeras turcas donde estaban encadenados a sus remos. La victoria cristiana puso fin al avance Otomano, sólo se salvaron 30 galeras con la bandera de la media luna y en combate murieron 30 mil turcos y siete mil 600 cristianos.

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La flota genovesa atribuyó la victoria a la Madonna de Guadalupe, y ese estandarte estuvo en posesión de la familia Doria, en la fortaleza de Malespina, en Génova, hasta 1811, cuando el Cardenal Giuseppe Doria lo donó, por testamento, a la iglesia de San Esteban de Aveto, hasta donde aún hoy día acuden peregrinaciones.

El domingo siguiente a la fiesta de San Roque, se celebra a la Virgen de Guadalupe en ese lugar, con misa y ritos propios.

Tres advocaciones unidas

En 1572, un año después de la Batalla de Lepanto, el Papa Pío V (1566-1572) añadió a la letanía mariana el título “Auxilio de los cristianos”, y dispuso que el 7 de octubre se añadiera al calendario litúrgico, el “Día de Nuestra Señora de la Victoria”, que el Papa Gregorio III cambió su nombre por el de “Nuestra Señora del Rosario”. Así pues, quedaron conectadas tres advocaciones marianas: la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Rosario y Nuestra Señora de la Victoria.

Después, el Papa añadió al Avemaría esta oración: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén”.