Día de Muertos en Zacatecas... una festividad reciente

Se prevé que más de 20 mil persona visiten los cementerios

Raúl García

  · sábado 2 de noviembre de 2019

En Zacatecas es más reciente la festividad, la cual se trajo de entidades del sur del país y comenzó a arraigarse en el estado hace aproximadamente medio siglo. / Ricardo Reyes

Los días 1 y 2 de noviembre los panteones de Zacatecas se convertirán en los lugares con más vida de la ciudad.

Desde finales de octubre, las familias se preparan para reencontrarse con sus difuntos, dando así continuidad al Día de Muertos, tradición de raíz precolombina que se mezcló con las celebraciones traídas por los españoles.

Se prevé que más de 20 mil personas visiten los principales cementerios de la capital: La Purísima y De Herrera.

Afuera de dichos camposantos, ya desde hace algunos días se puede observar la algarabía de la festividad con la venta de calaveritas de azúcar, pan de muerto, camote y flores de cempasúchil. Mientras tanto, en los hogares y en las calles sobreviven otras prácticas como la colocación de altares y pedir el muerto.

Tal y como ocurre con otras tradiciones mexicanas, el día de muertos se remonta a fechas muy lejanas cuyo origen es poco conocido, y que podrían ser desplazadas por costumbres extranjeras como el Halloween.

EL ORIGEN DEL CULTO A LOS MUERTOS

Con la llegada de los españoles, los ritos de las culturas originarias de México se mezclaron con la fiesta de Todos los Santos que se celebraba en Europa el 1 de noviembre. El historiador Mario Alberto Menchaca Trejo señala que en la época virreinal se conmemoraba a personajes distinguidos con piras funerarias también conocidas como “capillas ardientes”.

Las piras, que se pueden ubicar entre los antecedentes de los altares de muerto actuales, eran catafalcos con varios niveles decorados con velas, escudos de armas y alguna leyenda alusiva a la persona.

En las mismas fechas, era común la veneración de las reliquias de los santos. En la parroquia mayor, hoy Catedral, se tuvo una colección de reliquias que era expuesta a inicios de noviembre.

En Zacatecas es más reciente la festividad, la cual se trajo de entidades del sur del país y comenzó a arraigarse en el estado hace aproximadamente medio siglo. Antes no se colocaban los altares en los hogares zacatecanos, aunque sí se acostumbraba visitar los panteones, pero sin pernoctar en ellos como lo hacen miles de personas en Michoacán y Oaxaca.

PANTEONES DE LARGA HISTORIA

El historiador Bernardo del Hoyo Calzada, explica que en todos los lugares de la cristiandad, era costumbre enterrar a los difuntos dentro o fuera de los templos. La catedral de Zacatecas tuvo en su atrio un cementerio.

Refiere que hay registros de enterramientos en otros como el Santuario de Nuestra Señora del Patrocinio, el templo de San Francisco (hoy museo Rafael Coronel), el antiguo templo de San Agustín, Mexicapan y el templo de San Juan de Dios donde hoy se encuentra un hospital.

Entre los antecedentes más antiguos de cementerios se encuentra el desaparecido Panteón de Chepinque, destruido en 1963, en cuyo espacio se encuentra la Unión Ganadera. Desde entonces en el municipio de Zacatecas sólo quedaron dos lugares autorizados para realizar enterramientos: el panteón de La Purísima y el panteón De Herrera; el primero fundado en 1879 y el segundo, en 1888.

Dichos cementerios, que en conjunto suman una extensión de aproximadamente 15 hectáreas, se encuentran prácticamente llenos. Según consta en los registros del municipio, en el año 2006 se vendieron los últimos lotes. En ese mismo año se fundó el nuevo panteón “Jardines del recuerdo” en la salida norte de la capital.

EL ARTE MORTUORIO

A diferencia de las esculturas en las galerías o en los museos, son pocos los que consideran a las lápidas mortuorias como piezas de arte, razón por la cual, ni la sociedad ni el gobierno las resguarda con mayor cuidado, a pesar de ser también vestigios historiográficos que preservan los ideales estéticos del tiempo en que fueron creadas.

En sus más de cinco hectáreas (el panteón de los ricos) tiene cientos de esculturas en materiales muy variados que van desde la cantera hasta el costoso mármol, lo que refrenda la razón por la cual a este se conoce como “el panteón de los ricos”.

Para darle la importancia debida a este legado, el 16 de enero del 2016 el panteón de La Purísima fue declarado Zona de Monumentos, con lo que la ley protege su patrimonio cultural funerario: tumbas, esculturas, relieves, inscripciones y el trazo y conformación total del camposanto.

En el Artículo 7 del decreto emitido por el congreso local, se ordena que las dependencias y entidades competentes promuevan programas que generen un desarrollo social, económico, cultural y turístico.

Las políticas públicas señaladas incluyen “la difusión y promoción de la Zona de Monumentos (…) a fin de fomentar el turismo como medio para mejorar la calidad de vida de los habitantes y buscarán la mejora de la gestión a través de los planes de manejo, la utilización del espacio por visitantes y un menor impacto sobre el recurso patrimonial”.

LA COSTUMBRE DE PEDIR EL MUERTO

Recorrer las calles cantando “el muerto pide camote” es una costumbre que, con algunas transformaciones importantes, en Zacatecas ya tiene varios siglos. En San Pedro Piedra Gorda (hoy Ciudad Cuauhtémoc) a finales del siglo XIX, menores desde los 12 años de edad pedían el muerto de una forma muy diferente:

Uno de los niños del grupo se disfrazaba de muerto y se acostaba en el suelo afuera de las casas visitadas; otros llevaban cirios mientras que alguien más cargaba una cruz grande hecha con tablas y un farolito. A las jovencitas correspondía colocar en la entrada de su casa una mesa con elotes, calabazas y pan.

Pedir el muerto ha cambiado y hasta resulta difícil separarlo por completo del Halloween, sobre todo porque ahora los niños se disfrazan de vampiros, momias, hombres lobo, entre otros.

Por todo lo anterior, es importante conocer los orígenes de la tradición, así como su simbología, siendo esta una de las formas de preservar las costumbres autóctonas y evitar que sean sustituidas por costumbres extranjeras de antecedentes y significados ajenos.

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