/ miércoles 15 de febrero de 2017

Amparo Dávila en la sala Manuel M. Ponce

México.- La cuentista mexicana Amparo Dávila (Pinos,Zacatecas, 21 de febrero de 1928), ganadora del Premio XavierVillaurrutia en 1977, y de la Medalla Bellas Artes en 1975, comoreconocimiento gubernamental a su obra entera, aseguró de suscuentos que no sabe si los soñó, los vivió o los inventó, locierto es que los escribió.

Son varias las génesis de su obra literaria, a decir de ellamisma. Tuvo un hermano al que amó entrañablemente.“Lamentablemente murió, me sentí desamparada y a veces iba yoal monte con mis gatos y mis perros para recoger piedras y flores.Con las piedras hacía oro, o al menos eso imaginaba yo”, dijo,como arrancando una hoja a un hermoso cuento.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldezacatecas/2017/02/amparodavila2017021502.jpg

Otra versión que durante la noche de ayer martes emergióminutos antes de participar en el ciclo “Mujeres de letras” quetiene el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en la SalaManuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, indica que laescritora, quien fue esposa del pintor, escultor y dibujantemexicano Pedro Coronel, fue animada por Alfonso Reyes.

Así lo explicó: “De 1956 a 1958 fue secretaria de AlfonsoReyes en la Ciudad de México y de él aprendí el gusto por elcuento, y según él, escribir cuentos era el primer paso parallegar a la poesía. Escribí mis primeros relatos que para migusto no eran tan buenos, pero Reyes me hizo llevarlos a lasrevistas de Bellas Artes, y de la Universidad de México”.

Dávila, quien desde 2015 presta su nombre a Premio Nacional deCuento Fantástico, dijo que su obra “tiene un rigor estéticobasado no sólo en la perfección formal de la técnica, en lapalabra justa, sino en la vivencia”, y sostuvo que la solaperfección formal no le interesa porque la forma no vive por símisma; eso es sólo la justificación de la escritura”.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldezacatecas/2017/02/amparodavila2017021501.jpg

Desde el punto de vista de la autoradel celebrado cuento “Arboles petrificados” (1977), hay textostécnicamente bien escritos pero nacen muertos al no quedarse en lamemoria de quien los lee. “La vivencia es lo que comunica a laobra la sensación de lo conocido, de lo ya vivido, y hace queperdure en la memoria y en el sentimiento de laspersonas”. La cuentista más grande deHispanoamérica tomó parte en el mencionado ciclo, al lado deLuisa Iglesias Arvide, quien mencionó que aunque Dávila es másconocida por sus libros de cuentos, su llegada al mundo editorialfue a través de sus poemarios “Salmos bajo la luna” (1950),“Perfil de soledades” (1954) y “Meditaciones a la orilla delsueño” (1954).

México.- La cuentista mexicana Amparo Dávila (Pinos,Zacatecas, 21 de febrero de 1928), ganadora del Premio XavierVillaurrutia en 1977, y de la Medalla Bellas Artes en 1975, comoreconocimiento gubernamental a su obra entera, aseguró de suscuentos que no sabe si los soñó, los vivió o los inventó, locierto es que los escribió.

Son varias las génesis de su obra literaria, a decir de ellamisma. Tuvo un hermano al que amó entrañablemente.“Lamentablemente murió, me sentí desamparada y a veces iba yoal monte con mis gatos y mis perros para recoger piedras y flores.Con las piedras hacía oro, o al menos eso imaginaba yo”, dijo,como arrancando una hoja a un hermoso cuento.

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Otra versión que durante la noche de ayer martes emergióminutos antes de participar en el ciclo “Mujeres de letras” quetiene el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en la SalaManuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, indica que laescritora, quien fue esposa del pintor, escultor y dibujantemexicano Pedro Coronel, fue animada por Alfonso Reyes.

Así lo explicó: “De 1956 a 1958 fue secretaria de AlfonsoReyes en la Ciudad de México y de él aprendí el gusto por elcuento, y según él, escribir cuentos era el primer paso parallegar a la poesía. Escribí mis primeros relatos que para migusto no eran tan buenos, pero Reyes me hizo llevarlos a lasrevistas de Bellas Artes, y de la Universidad de México”.

Dávila, quien desde 2015 presta su nombre a Premio Nacional deCuento Fantástico, dijo que su obra “tiene un rigor estéticobasado no sólo en la perfección formal de la técnica, en lapalabra justa, sino en la vivencia”, y sostuvo que la solaperfección formal no le interesa porque la forma no vive por símisma; eso es sólo la justificación de la escritura”.

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Desde el punto de vista de la autoradel celebrado cuento “Arboles petrificados” (1977), hay textostécnicamente bien escritos pero nacen muertos al no quedarse en lamemoria de quien los lee. “La vivencia es lo que comunica a laobra la sensación de lo conocido, de lo ya vivido, y hace queperdure en la memoria y en el sentimiento de laspersonas”. La cuentista más grande deHispanoamérica tomó parte en el mencionado ciclo, al lado deLuisa Iglesias Arvide, quien mencionó que aunque Dávila es másconocida por sus libros de cuentos, su llegada al mundo editorialfue a través de sus poemarios “Salmos bajo la luna” (1950),“Perfil de soledades” (1954) y “Meditaciones a la orilla delsueño” (1954).

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