Karl Lagerfeld no necesitaba presentación. Él con su trayectoria era la esencia de la moda, del lujo, de la exclusividad de la que eran seguidoras madres e hijas a las que supo conquistar desde muy jóvenes como un excelente gurú de tendencias, imprimiendo así a la firma una imagen de modernidad y juventud.
Desde Carolina de Mónaco a su hija, Carlota; de Cindy Crawford a su hija adolescente Kaia Gerber; de Vanessa Paradis a Lily-Rose Depp, todas ellas cayeron rendidas a sus pies y forman parte de una legión de seguidoras que renovaba el espíritu de la casa siempre en la primera fila en sus desfiles, repleta de una nueva generación de mujeres dispuestas a vestir al más puro estilo Chanel.
Lagerfeld sabía cómo buscar el titular de la noticia, como cuando decidió que la "vampira" más famosa del momento, Kristen Stewart, pasara a ser embajadora de la firma, en un momento en el que su popularidad era mundialmente arrolladora.
Una actriz que, pese a las críticas que atesoraba el carácter del diseñador, siempre destacó su amabilidad. "Es un artista obsesivo que trabaja sin descanso, una actitud que contagia", destacó la protagonista de "Twilight".
Hace tres años, otras de las nuevas incorporaciones para dar un golpe de timón a la casa francesa fue la de Willow Smith, hija de Jada Pinkett Smith y Will Smith, que con tatuajes y "piercings" aportó una imagen moderna y muy urbana a la línea de gafas.
Penélope Cruz le definió como "un genio", justo cuando la firma anunció, en el verano de 2018, que sería la embajadora de la colección crucero de Chanel.
La actriz inglesa Kiera Knightley es otra de las embajadoras de excepción de la casa, la viva representación de su fundadora.
Lagerfeld fue el descubridor de Claudia Schiffer, la top de los '90 que creció en su carrera gracias a su apoyo. Alemana como él, se instaló en París, donde relevó como imagen a la etérea Ines de la Fressange, dos mujeres muy diferentes que marcaban un antes y un después en Chanel. Una morena y otra rubia; una con curvas y otra más delgada.