Hace unos días, el gobierno del estado organizó un evento para celebrar “sus logros en materia de seguridad”. Un acto lleno de personas, todos vestidos de blanco “por indicación oficial”. Pero a pesar de la multitud, el contenido fue notablemente vacío. El mensaje que intentaban transmitir era claro: Zacatecas está avanzando hacia la paz y la seguridad. Sin embargo, me pregunto, ¿es así como realmente se consigue la paz?
La seguridad no se alcanza con simples declaraciones ni con eventos llenos de brillo superficial. No es un espectáculo donde se aplauden logros que, para la mayoría de los zacatecanos, no se reflejan en la realidad. Mientras el gobernador y su equipo celebraban, Fresnillo y Zacatecas siguen siendo de las ciudades con mayor percepción de inseguridad en todo el país. Y aunque algunos intenten descalificar esta percepción, los zacatecanos sabemos que no es un simple malentendido. Nos sentimos inseguros porque lo estamos. Nos sentimos olvidados porque lo somos.
Este evento, que pretendía mostrar avances en seguridad, solo evidenció la desconexión entre el discurso oficial y la realidad cotidiana de nuestra gente. Un hecho que no podemos ignorar ocurrió durante el mismo: una madre buscadora rompió con el guion perfecto que intentaban vendernos. Ella reclamó al gobernador que la fiscalía había ocultado el cuerpo de su hijo durante meses. ¿La respuesta del gobierno? Ignorarla y expulsarla del evento. No hubo un solo gesto de empatía, ninguna palabra de consuelo. Lo que vimos fue una total falta de humanidad, una respuesta fría que mostró la verdadera prioridad de este gobierno: mantener una imagen impecable, a cualquier costo.
No podemos construir la paz desde el desprecio por las víctimas, desde la indiferencia hacia el dolor de quienes han perdido todo. La seguridad no se logra con discursos bien redactados ni con fotos perfectas. Se construye con acciones concretas, con un gobierno que esté dispuesto a enfrentarse a la realidad con valentía.
Lamentablemente, el gobernador perdió una oportunidad invaluable. En lugar de usar ese momento para demostrar que realmente le importan los problemas de seguridad y las causas detrás de ellos, prefirió seguir con su show, dejando claro que lo más importante para él es la imagen.
Mientras tanto, los zacatecanos seguimos viviendo una realidad muy distinta. Seguimos sufriendo la violencia, la extorsión, el miedo constante. Y mientras este gobierno siga priorizando los eventos y la apariencia sobre las acciones concretas, las inversiones y el turismo seguirán alejándose, porque la paz no se consigue con actos vacíos. Y este evento, aunque lleno de gente, no fue más que otro evento vacío. Lo que Zacatecas realmente necesita es un gobierno que escuche, atienda y actúe. Y eso es lo que debemos exigir con urgencia.