Corría el año 2000 cuando el reporte del desempeño gubernamental de Estados Unidos, encargado por el vicepresidente Albert Gore, llegó al escritorio de Bill Clinton. Este reporte fue el inicio de una nueva era para la administración pública porque originó el gobierno digital.
El primer uso fue la posibilidad de comunicarse directamente con millones de contribuyentes, ciudadanos, inmigrantes, pacientes de hospitales, militares, maestros y niños usando la tecnología de información y comunicación que permitía el internet.
En ese momento era fácil explicar qué era el gobierno digital: "tecnología aplicada a los servicios públicos, para hacerlos más eficientes y cercanos al ciudadano."
El auge por tener los sitios web gubernamentales creció desordenadamente. Los políticos presumieron sus fotos y logros diciendo que se habían subido a la ola del gobierno en línea solo por construir una página web.
Si utilizamos esa idea del gobierno digital 24 años más tarde diríamos que es insuficiente para explicar la realidad. Y le ofrezco cuatro pistas para entender por qué.
La primera pista es que la tecnología ha avanzado con una rapidez inusitada. Las computadoras, los servicios públicos conectados a las bases de datos tienen mayor acceso y velocidad que la que tuvimos hace dos décadas. Una página web estática del 2001 es un vejestorio comparado con las páginas dinámicas del 2024.
La segunda pista es que el ámbito de acción del gobierno digital ha cambiado dramáticamente. Ha dejado de estar solamente orientado a servicios públicos y la administración electrónica del gobierno, para convertirse en una transformación digital de las organizaciones públicas que hoy se comunican usando WhatsApp, mandan archivos y documentos confidenciales a través de aplicaciones y programas personales o institucionales: el trabajo móvil existe en el gobierno y la lenta organización gubernamental se ha adaptado a esta nueva forma de trabajar.
La tercera pista es que el ámbito digital se ha expandido y con ello los retos del e-gobierno. Por ejemplo: ¿Cómo controlar el poder que han alcanzado Meta, Alphabet y Amazon? ¿Cuándo comenzarán a aplicarse las leyes para regular las transacciones y propiedades del Metaverso? Y la más urgente: ¿Qué debemos regular de la Inteligencia Artificial? y ¿Cómo limitarla para evitar que se desborde su uso en contra de la humanidad? El espacio de acción del e-gobierno ha crecido y su influencia y tareas deben transformarse también.
La cuarta y última pista es que a la par del e-gobierno también surgió el Gobierno Abierto, la transparencia, los datos abiertos, y con ello un nuevo campo de datos gubernamentales para gestionar y protege, además de los datos de los ciudadanos contra el cibercrimen, y las amenazas informáticas que enfrenta la seguridad nacional y los servicios gubernamentales que usan tecnología.
Estas cuatro pistas demuestran la urgente necesidad de replantear nuestra comprensión del e-gobierno, dotarlo de nuevas ideas, ampliar sus límites y apoyarse en estas interacciones para lograr entender hacia donde se dirige el gobierno usando tecnología. Seguiremos en el tema.