¡Es oficial!, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo recibió la constancia de mayoría que la acredita como la presidenta electa de México; la primera mujer en la historia en obtener el mayor cargo y más honroso de nuestro país.
Como mujer mexicana y me atrevería a hablar por la mayoría de las mujeres que conformamos este país; este momento representa un suceso conmovedor y lleno de fortaleza y empoderamiento. Porque la vida nos ha permitido ser testigos de un hecho histórico e impensable en un país como México, después de 200 años de ser república, su presidencia será encabezada por una mujer.
Una envestidura que nos llena de orgullo, pues con ello se reconoce el esfuerzo y a todas las mujeres que, incluso, a lo largo de la historia dieron hasta su vida, para que este momento de la mujer llegara, que sea una realidad.
La constancia fue entregada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, confirmando a Sheinbaum Pardo como la presidenta número 76 de nuestro país; convirtiéndose, además, en la más votada al recibir más de 35 millones 925 mil votos, el 59.76 por ciento de la votación total.
En su primer mensaje, luego de recibir el documento, la presidenta electa refrendó su promesa por dar continuidad a un gobierno honesto, de resultados y con amor al pueblo de México; que nunca más vuelvan las malas prácticas de los gobiernos neoliberales, que se caracterizaron por el influyentismo, la prepotencia, la corrupción, los privilegios y estar al servicio de unos cuantos.
Porque como lo enfatizo, la petición del pueblo mexicano fue concreta, continuar y avanzar con la Cuarta Transformación de la vida pública, que inició en 2018 nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador; construyendo un México libre y de bienestar; de derechos, como es el acceso a la educación, a la salud, a la alimentación saludable, la vivienda digna, el salario justo, la pensión suficiente; así como de vivir en tranquilidad, en un país fraterno, independiente, soberano, democrático y justo.
Me quedo con la frase que ha recalcado en inmensas ocasiones nuestra próxima presidenta: “no llego yo, llegamos todas”; porque solo hace énfasis en algo, ¡lo estamos logrando!, el mundo está cambiando.
En este sentido, su figura en el más alto poder será invaluable, así como su compromiso para seguir construyendo igualdad y libertad para todas las mujeres mexicanas.
Porque, si bien, en algún momento este sueño fue anhelo de nuestras ancentras; se volvió la lucha de nuestras madres y un legado para todas nosotras; ahora, nos corresponde a todas que esta realidad se consolide como una herencia para que nuestras hijas vivan un futuro pleno y prometedor, en el que realmente todas las mujeres tengamos mis oportunidades y sigamos demostrando que podemos con lo que nos proponemos, ante cualquier adversidad.
¡Los sueños si se cumplen, es tiempo de las mujeres!