/ sábado 27 de enero de 2024

Occidente contra el mundo

La extensión territorial de un imperio se mide por su control de las zonas geográficas que considera de interés vital. Para Estados Unidos (EUA), lo es todo el globo no por su rol de policía mundial, ya que eso es apenas el precio que paga por sus aspiraciones. Lo que busca el país son las condiciones para prevalecer económica, política y culturalmente. En esos afanes encuentra aliados y adversarios, tanto domésticos como internacionales.

Las fronteras entre Europa y Asia constituyen la mayor zona vital para EUA y Rusia, pero también para los países europeos, China, Medio Oriente y parte de África, por lo menos. Su condición estratégica les viene de ser puntos de articulación y choque de civilizaciones que no logran interactuar armónicamente por tiempo sostenido.

A la fecha, se desarrollan tres conflictos armados en la zona: Ucrania, Gaza y el Mar Rojo. En todos ellos participa EUA de manera activa en atención a su agenda geopolítica, económica e incluso electoral.

La guerra de Ucrania, que ya cumple dos años, es en realidad un enfrentamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Rusia en territorio ucraniano y con bajas demográficas principalmente de éste, tanto por causa de las armas, como por éxodo a Europa.

Los costos en crecimiento, capacidad industrial y competitividad en los mercados han sido desiguales para los miembros de la OTAN. Pierde Alemania en mayor proporción y arrastra a la Unión Europea. EUA gana, al punto que analistas independientes consideran cumplido el objetivo de sacar de competencia a toda Europa y distanciarla de Rusia.

Entre tanto, la devastada Ucrania recluta mujeres y contrata mercenarios para sostener la lucha mientras escasean los recursos económicos y bélicos de la OTAN. Probablemente con la intención de avivar el fuego y comprometer más ayuda occidental, mata civiles rusos en un mercado y hasta militares ucranianos que eran transportados en un avión ruso para ser intercambiados por prisioneros de guerra.

En otro frente, la guerra israelí para extinguir al grupo Hamas junto a civiles y niños palestinos, se despliega con el apoyo militar y económico de los gobiernos de EUA y Reino Unido. Con esto, el conflicto involucra directamente a otros gobiernos y grupos armados de la región, hasta sumar siete frentes de lucha de desgaste, que ya impacta al primer país en su capacidad de sostener bases militares, y al segundo en capacidad humana para acercar portaaviones.

De esta guerra deriva la del Mar Rojo, al sur. El estrecho que permite la navegación desde puertos de Asia hasta el Mediterráneo por el canal de Suez, pasa entre países históricamente contrarios a Israel y EUA. El grupo Hutí, ubicado en Yemen justo en el acceso al Mar Rojo, bloquea a toda embarcación que pueda tener intereses comunes con Israel y sus aliados, en tanto prosiga la ofensiva a Gaza.

Sin el atajo que proporciona el canal, las mercancías deben surcar toda la costa africana. El impacto en disponibilidad y costos no solamente afecta a Israel, sino nuevamente a Europa, donde los gobiernos adjudican la baja en el bienestar y la paz social a Rusia, China y el mundo islámico, especialmente.

Así, detener tanto sufrimiento autoimpuesto está en manos de la población. En Europa los principales movimientos de resistencia los llevan los campesinos, afectados por la asignación de recursos a la guerra perdida de Ucrania, cuyo sostenimiento ya algunos consideran un crimen de sus propios gobernantes, reacios a las salidas diplomáticas ofrecidas por Rusia.

Los resultados de estas luchas contra otras civilizaciones indican que mientras occidente combate contra el mundo al que pertenece, combate contra sí mismo.

La extensión territorial de un imperio se mide por su control de las zonas geográficas que considera de interés vital. Para Estados Unidos (EUA), lo es todo el globo no por su rol de policía mundial, ya que eso es apenas el precio que paga por sus aspiraciones. Lo que busca el país son las condiciones para prevalecer económica, política y culturalmente. En esos afanes encuentra aliados y adversarios, tanto domésticos como internacionales.

Las fronteras entre Europa y Asia constituyen la mayor zona vital para EUA y Rusia, pero también para los países europeos, China, Medio Oriente y parte de África, por lo menos. Su condición estratégica les viene de ser puntos de articulación y choque de civilizaciones que no logran interactuar armónicamente por tiempo sostenido.

A la fecha, se desarrollan tres conflictos armados en la zona: Ucrania, Gaza y el Mar Rojo. En todos ellos participa EUA de manera activa en atención a su agenda geopolítica, económica e incluso electoral.

La guerra de Ucrania, que ya cumple dos años, es en realidad un enfrentamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Rusia en territorio ucraniano y con bajas demográficas principalmente de éste, tanto por causa de las armas, como por éxodo a Europa.

Los costos en crecimiento, capacidad industrial y competitividad en los mercados han sido desiguales para los miembros de la OTAN. Pierde Alemania en mayor proporción y arrastra a la Unión Europea. EUA gana, al punto que analistas independientes consideran cumplido el objetivo de sacar de competencia a toda Europa y distanciarla de Rusia.

Entre tanto, la devastada Ucrania recluta mujeres y contrata mercenarios para sostener la lucha mientras escasean los recursos económicos y bélicos de la OTAN. Probablemente con la intención de avivar el fuego y comprometer más ayuda occidental, mata civiles rusos en un mercado y hasta militares ucranianos que eran transportados en un avión ruso para ser intercambiados por prisioneros de guerra.

En otro frente, la guerra israelí para extinguir al grupo Hamas junto a civiles y niños palestinos, se despliega con el apoyo militar y económico de los gobiernos de EUA y Reino Unido. Con esto, el conflicto involucra directamente a otros gobiernos y grupos armados de la región, hasta sumar siete frentes de lucha de desgaste, que ya impacta al primer país en su capacidad de sostener bases militares, y al segundo en capacidad humana para acercar portaaviones.

De esta guerra deriva la del Mar Rojo, al sur. El estrecho que permite la navegación desde puertos de Asia hasta el Mediterráneo por el canal de Suez, pasa entre países históricamente contrarios a Israel y EUA. El grupo Hutí, ubicado en Yemen justo en el acceso al Mar Rojo, bloquea a toda embarcación que pueda tener intereses comunes con Israel y sus aliados, en tanto prosiga la ofensiva a Gaza.

Sin el atajo que proporciona el canal, las mercancías deben surcar toda la costa africana. El impacto en disponibilidad y costos no solamente afecta a Israel, sino nuevamente a Europa, donde los gobiernos adjudican la baja en el bienestar y la paz social a Rusia, China y el mundo islámico, especialmente.

Así, detener tanto sufrimiento autoimpuesto está en manos de la población. En Europa los principales movimientos de resistencia los llevan los campesinos, afectados por la asignación de recursos a la guerra perdida de Ucrania, cuyo sostenimiento ya algunos consideran un crimen de sus propios gobernantes, reacios a las salidas diplomáticas ofrecidas por Rusia.

Los resultados de estas luchas contra otras civilizaciones indican que mientras occidente combate contra el mundo al que pertenece, combate contra sí mismo.

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