Pese a la promesa de Andrés Manuel López Obrador de que en su gobierno la salud sería una de las prioridades y que, a la conclusión del sexenio de la transformación de cuarta, tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca (país que tiene uno de los tres mejores sistemas de salubridad del mundo), hoy la realidad es catastrófica.
“Para muestra, un botón”: la vacunación. Antes del sexenio de la Transformación de Cuarta (T4) el porcentaje promedio de inmunización de los menores de cero a seis años de edad superaba el 90 por ciento. Durante cuatro décadas México fue uno de los ejemplos mundiales en la aplicación de inoculación a la infancia. Las brigadas llegaban hasta la puerta de las casas.
Bajo el argumento de “austeridad y combate a la corrupción”, la T4 tomó la decisión errónea de eliminar el sistema nacional de vacunación que operaban de manera coordinada los tres órdenes de gobierno, y cambiar la anterior metodología de compra consolidada del biológico.
¡Mentira! No hubo austeridad ni combate a la corrupción. Hoy, el resultado del sexenio no puede ser más desalentador: 6 millones de infantes sin vacunas, un gasto mayor al aplicado en la administración federal pasada, menor adquisición de productos y compras atrasadas. Actualmente como nación somos una verdadera vergüenza internacional por el programa de vacunación de cuarta que tenemos.
El gasto gubernamental en el 2018 fue de 4 mil 90 millones de pesos para comprar 45 millones de vacunas. En el 2019, fueron 5 mil 100 millones y se adquirieron sólo 35 millones de dosis; es decir, AMLO gastó 24% más y compró menos vacunas que su antecesor. Para el 2020, el recurso fue de 5 mil 245 millones, para 44 millones del inmunológico, año en el que hubo denuncias de que la Secretaría de Salud pagó a Birmex 134 millones de pesos de sobreprecio por vacunas para infantes.
En el 2022 el gobierno de la destrucción continúo su errática política y gastó sólo uno de cada cuatro pesos del presupuesto de salud en vacunación; en el 2023, lo redujo a la mitad; y en el 2024 aprobó lo mismo que el año anterior, es decir, 50 centavos, que significarán 14 mil millones de pesos. O sea, nada para atender enfermedades prevenibles, que garantizan la vida de nuestros niños y fomentan la existencia de adultos sanos.
En días pasados, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) confirmó el retraso de México, al presentar el informe Estado Mundial de la Infancia, cuyos datos son alarmantes: en el 2023 México entró entre las 20 naciones con más menores sin vacunar en el mundo, al tener 316 mil 830 niños con cero dosis aplicadas.
Además, como nación también nos colocamos en el segundo sitio, sólo por debajo de Brasil, entre los países de América Latina con más infantes sin vacunar, al alcanzar la cifra global de 709 mil 768. La situación es para llorar, pues a los infantes que tienen cero dosis se suma el 74% de los niños de 2 años y el 40% de un año que tienen esquema incompleto.
Por toda esta difícil situación para la protección de nuestra infancia, hago un llamado a la población a que valore los pésimos resultados del gobierno de la deformación de cuarta y en junio que el electorado vaya a las urnas respalde el cambio de rumbo para detener la destrucción del país, propuesto por la coalición Fuerza y Corazón por México, integrada por el PRD, PAN y PRI, porque vamos Por Un México sin Miedo y mejor para todas y todos.