Veamos, en mi primera entrega expuse los aspectos que construyen una crisis en la caja del Estado Mexicano. Mi tesis central es: No tiene nuestro país los recursos suficientes para solucionar su realidad. No, si en el diagnóstico omitimos reconocer que nuestro sistema tributario es obsoleto e inequitativo, que nuestras reservas de petróleo crudo se agotan, que nuestra capacidad de endeudamiento está al límite, y que la posibilidad de gastar más de lo que ingresa (déficit fiscal) amenaza con desbarrancar la tasa de interés y el tipo de cambio con las consecuencias negativas que para la población en general eso implica.
¿Por qué califico de obsoleto e inequitativo nuestro sistema tributario? Ese sistema, es el conjunto de leyes, reglamentos y disposiciones de orden administrativo que determinan la forma cómo los mexicanos pagamos los impuestos, marcadamente el Impuesto sobre las ganancias (Impuesto sobre la Renta) y el Impuesto sobre los consumos (Impuesto al valor agregado). Ambos impuestos existen en todo el mundo y son los pilares de la recaudación.
Los impuestos recaudados, divididos entre el tamaño de la economía de cada país, determinan un índice de eficiencia. Comparto algunos ejemplos: En América Latina, Brasil recauda el 33.3 por ciento; Argentina el 29.6; Chile el 23; México el 16.9; En el mundo, Dinamarca 43.9 por ciento; Reino Unido 35.3; Japón 34.1; Sudáfrica 27.0. Cualquier comparación entre países de similar desarrollo, México está en el último lugar. Subrayo un dato: entre más eficaz es la recaudación de impuestos, más alto es el índice de desarrollo humano de la población. Lo cual, si me permiten, es lógico, entre más recursos obtiene un país, mayores son las posibilidades que tiene para dar mejor educación, salud, vivienda, justicia, servicios.
Como se ve, mientras México no sea capaz de mejorar el funcionamiento de su sistema tributario la posibilidad de cambiar su realidad está comprometida por decir lo menos. En este sentido, debo aclarar que de ninguna forma estoy ni siquiera insinuando que los mexicanos paguemos más impuestos, no hay forma, lo que propongo es que TODOS los mexicanos lo hagan en la medida que su capacidad económica lo permita. Desde hace muchos años, la mayor parte de la recaudación del impuesto sobre la renta descansa en los trabajadores asalariados.
También es cierto que esa ineficiencia de nuestro sistema no es nueva, por eso no es justo culpar a los gobiernos recientes de este problema, lo han venido heredando; de lo que sí son responsables es de la incapacidad y el temor para resolverlo. La nueva Presidenta de México, en sus primeras intervenciones, ha asegurado que no habrá reforma fiscal. Ante eso, ¿de dónde vendrán los recursos que se requieren para que el país mejore?
Comparto un dato revelador: la recaudación total del impuesto sobre la renta (principal fuente de recursos del estado mexicano) prevista para el año 2024, es de 2.7 billones de pesos, sólo la nómina de los trabajadores pensionados (IMSS e ISSSTE) más lo que está previsto pagar por la deuda pública en el mismo año es de 2.4 billones de pesos, es decir, sólo dos renglones de gasto, que son inevitables, prácticamente agotan los recursos públicos. ¿Con qué mejoramos la seguridad pública? ¿Con qué apoyamos a los productores del campo? ¿Con qué invertimos para hacer crecer la economía y generar empleos? ¿Con qué hacemos nuevas carreteras o les damos mantenimiento a las que hay? ¿Con qué financiamos programas para combatir la migración y la pobreza? ¿Con qué? ¿Con qué?
Me queda claro que a México le urge una nueva política pública en materia de ingresos, pero también anticipo, no habrá reforma fiscal que funcione si la corrupción no cede.