/ viernes 5 de mayo de 2023

La suerte del dólar

¿Qué significa para un país que su moneda funcione como referencia para todas las restantes? Hasta cierto punto, la capacidad de adquirir la riqueza de otros sin tener que entregar a cambio nada más que billetes. El privilegio de contar con una demanda asegurada para establecer el valor de mercado de divisas, le otorga a la del país central un valor intrínseco y aparentemente inagotable, así como un poder más allá de lo económico.

Es el caso de Estados Unidos (EUA) en los últimos ochenta años. Las asimetrías que juegan a favor de su dólar son producto de la posición de dominación y liderazgo del país en diversos órdenes, y también son algunas de las condiciones para mantener y acrecentar su poder. En efecto, la hegemonía monetaria también le ha permitido a aquel país intervenir la soberanía de otros en la producción y gestión de sus capacidades y bienes.

A lo largo de la historia, las monedas han requerido funcionar a partir de un acuerdo que les permite equivaler e intercambiarse por cualquier cosa a la que se le asigna un precio. En la actualidad, la mayor parte del circulante es dinero fiat, es decir, producto de la confianza, aunque también se le ha sustentado mediante bienes preciados desde la sal hasta el petróleo.

El dólar se adoptó como moneda de referencia mundial en 1944 con el compromiso de mantener reservas de oro para respaldarlo. En 1971 EUA abandonó el patrón oro para financiar a menor costo su déficit comercial y los gastos de la guerra en Vietnam. Para entonces ya había entendido que como aval le bastaban sus activos en economía, política y diplomacia, cultura, información y entretenimiento, ciencia y capacidad militar.

Con la hegemonía del dólar hoy cuestionada, queda claro que en última instancia, su respaldo proviene no solamente de la producción de bienes y servicios, sino del estado de cosas que EUA mantiene en el mundo. La divisa de referencia define inversiones, tipos de cambio, valor de las materias primas y, en general, de las mercancías, por lo que es en suma la escala del mercado en su sentido amplio y, por tanto, recurso de liquidez y reserva.

Sin embargo, el sostenimiento de la hegemonía tiene costos intransferibles, según muestran las caídas de los distintos imperios. La impresión excesiva de dólares produce inflación y distintas formas de déficit en su propia economía, además de que la tenencia de éstos en las reservas de otras economías equivale a tener un pagaré ya impagable en contra.

El factor que más erosiona la confianza en la divisa de EUA es su uso como arma financiera contra países, compañías o individuos. Los movimientos actuales de congelamiento y confiscación de dólares de Rusia depositados en occidente, así como el bloqueo a sus transacciones dejan clara al mundo la necesidad de hacerse de alternativas de refugio monetario.

Además del dinero digital, vienen abriéndose paso opciones desde el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y otros que ya comercian con sus propias monedas o mediante el yuan chino. El llamado del presidente francés Emmanuel Macron a la desdolarización de Europa suma impulso al cambio del liderazgo mundial o, mínimamente, hacia la multipolaridad.

EUA pierde posiciones y juega diversas cartas de guerra. Como reconoció recientemente Janet Yellen, su secretaria del Tesoro: las sanciones a Rusia pondrán en riesgo la hegemonía del dólar. Efectivamente, las restricciones al comercio dañan a sus aliados los compradores, y no sólo al vendedor. Históricamente, los países emprenden castigos y se perjudican a sí mismos no por exceso de poder, sino por falta de opciones, es decir por debilidad.

¿Qué significa para un país que su moneda funcione como referencia para todas las restantes? Hasta cierto punto, la capacidad de adquirir la riqueza de otros sin tener que entregar a cambio nada más que billetes. El privilegio de contar con una demanda asegurada para establecer el valor de mercado de divisas, le otorga a la del país central un valor intrínseco y aparentemente inagotable, así como un poder más allá de lo económico.

Es el caso de Estados Unidos (EUA) en los últimos ochenta años. Las asimetrías que juegan a favor de su dólar son producto de la posición de dominación y liderazgo del país en diversos órdenes, y también son algunas de las condiciones para mantener y acrecentar su poder. En efecto, la hegemonía monetaria también le ha permitido a aquel país intervenir la soberanía de otros en la producción y gestión de sus capacidades y bienes.

A lo largo de la historia, las monedas han requerido funcionar a partir de un acuerdo que les permite equivaler e intercambiarse por cualquier cosa a la que se le asigna un precio. En la actualidad, la mayor parte del circulante es dinero fiat, es decir, producto de la confianza, aunque también se le ha sustentado mediante bienes preciados desde la sal hasta el petróleo.

El dólar se adoptó como moneda de referencia mundial en 1944 con el compromiso de mantener reservas de oro para respaldarlo. En 1971 EUA abandonó el patrón oro para financiar a menor costo su déficit comercial y los gastos de la guerra en Vietnam. Para entonces ya había entendido que como aval le bastaban sus activos en economía, política y diplomacia, cultura, información y entretenimiento, ciencia y capacidad militar.

Con la hegemonía del dólar hoy cuestionada, queda claro que en última instancia, su respaldo proviene no solamente de la producción de bienes y servicios, sino del estado de cosas que EUA mantiene en el mundo. La divisa de referencia define inversiones, tipos de cambio, valor de las materias primas y, en general, de las mercancías, por lo que es en suma la escala del mercado en su sentido amplio y, por tanto, recurso de liquidez y reserva.

Sin embargo, el sostenimiento de la hegemonía tiene costos intransferibles, según muestran las caídas de los distintos imperios. La impresión excesiva de dólares produce inflación y distintas formas de déficit en su propia economía, además de que la tenencia de éstos en las reservas de otras economías equivale a tener un pagaré ya impagable en contra.

El factor que más erosiona la confianza en la divisa de EUA es su uso como arma financiera contra países, compañías o individuos. Los movimientos actuales de congelamiento y confiscación de dólares de Rusia depositados en occidente, así como el bloqueo a sus transacciones dejan clara al mundo la necesidad de hacerse de alternativas de refugio monetario.

Además del dinero digital, vienen abriéndose paso opciones desde el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y otros que ya comercian con sus propias monedas o mediante el yuan chino. El llamado del presidente francés Emmanuel Macron a la desdolarización de Europa suma impulso al cambio del liderazgo mundial o, mínimamente, hacia la multipolaridad.

EUA pierde posiciones y juega diversas cartas de guerra. Como reconoció recientemente Janet Yellen, su secretaria del Tesoro: las sanciones a Rusia pondrán en riesgo la hegemonía del dólar. Efectivamente, las restricciones al comercio dañan a sus aliados los compradores, y no sólo al vendedor. Históricamente, los países emprenden castigos y se perjudican a sí mismos no por exceso de poder, sino por falta de opciones, es decir por debilidad.

ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 28 de junio de 2024

Los de abajo firmantes

Jesús Becerra

viernes 31 de mayo de 2024

Fin de época

Jesús Becerra

sábado 30 de diciembre de 2023

Las guerras cognitivas

Jesús Becerra

domingo 05 de noviembre de 2023

Un sindicato para todos

Jesús Becerra

sábado 21 de octubre de 2023

Cuatro horas de vida

Jesús Becerra

martes 01 de agosto de 2023

Decadencia programada

Jesús Becerra

viernes 05 de mayo de 2023

La suerte del dólar

Jesús Becerra

Cargar Más